"Houbo un tempo no que non había acto social de relevancia en Lugo no que non aparecese Jorge Dorribo.
O que nos anos 90 do século pasado acadara certa sona polo acerto que
tivera ao producir un produto para nutrir prendas de coiro medrara na
primeira década do século XXI presentándose como empresario farmacéutico
á fronte de Nupel, o laboratorio que fundara co nome do seu exitoso
produto téxtil. Esta semana transcendeu a súa morte aos 54 anos en Barcelona, onde disque mantiña xuntanzas para algúns dos seus novos negocios.
Eses novos proxectos emprendéraos tras a caída da trama de fraude de
subvencións e outros delitos que quedou reflectida na investigación daoperación Campeón, o primeiro caso de corrupción que salpicou o Goberno de Alberto Núñez Feijóo e que
finalizou a finais de 2017 coa condena dun ex-deputado do PP e dous
ex-directivos da Xunta, aos que o Goberno galego evitou acusar no
proceso.
Tamén foi condenado o propio Dorribo a catro anos e medio
de cárcere por delitos contra a facenda pública, fraude, falsidade,
insolvencia contable e branqueo, pero tras os acordos coa Fiscalía que
pecharon o caso non tivo que volver á cadea, xa que acumulara catro anos
en prisión preventiva e non tiña antecedentes.
Así rematou para o gran público o percorrido xudicial que comezara para Dorribo en maio de 2011,
poucos días despois das eleccións municipais daquel ano. Naqueles días a
xuíza Estela San José ordenara dende o seu xulgado de Lugo deter a
Dorribo.
Tamén ao daquela director do Instituto Galego de Promoción
Económica (Igape) e a un dos seus subdirectores, ademais de rexistrar a
sede da institución dependente da Xunta. A detención de Dorribo causara
impacto en toda Galicia, especialmente en Lugo. Pero impactar non é o
mesmo que sorprender.
O altísimo nivel de vida do empresario entre coches de alta gama, iates,
hábitos de luxo e descricións grandilocuentes de enormes proxectos
internacionais que non acababan de concretarse xa espertara receos.
Pero, as máis das veces, eses receos ficaban en segundo plano cando Dorribo puña sobre a mesa xenerosas achegas para
practicamente todos os equipos deportivos de Lugo ou para as festas da
cidade.
As portas dos despachos oficiais fóranlle abertas en tempos do
todopoderoso barón do PP lucense Francisco Cacharro Pardo, xa falecido, e
non llas volveran pechar. Todo o mundo saía con agrado nas fotos ao
carón de Dorribo. Ata aquel infausto maio de 2011.
Menos dun ano despois das detencións comezaron as revelacións do
sumario... e as acusacións de Dorribo. A investigación do caso afirmaba
que o xefe de Nupel acadara axudas públicas da Xunta apoiándose en facturas falsas e impulsándose cos seus contactos políticos. Presentaba a súa empresa como unha potencial aliada da Xunta nos seus plans de austeridade sanitaria,
paliando os efectos dos recortes cos seus produtos. Pero ao mesmo tempo
daba en arruinar a súa propia compañía a base de préstamos para sufragar todo tipo de luxos. Cando a quebra era un feito, tentouna ocultar mediante enxeñaría contable.
Xa ninguén quería saír nas fotos con Dorribo, que tiña preparada a súa propia estratexia de defensa, baseada no ataque. Nas súas declaracións ante a xuíza San José afirmou que repartira cartos
e todo tipo de prebendas a líderes políticos da época como o daquela
alcalde de Lugo, Xosé López Orozco, o ex-ministro de Fomento José
Blanco, ambos do PSdeG, e o ex-conselleiro de Industria Fernando Blanco,
do BNG.
As acusacións afectaron de xeito crucial a cadansúas traxectorias políticas, aínda que en xullo de 2012 as acusacións contra Orozco quedaron arquivadas e en 2013 o Supremo fixo o propio coas que pesaban contra o ex-ministro. Fernando Blanco tivo que agardar moito máis e non se liberou da imputación ata novembro de 2018, sete anos despois do estourido do caso."
"Muere Jorge Dorribo, el ‘campeón’ caído que levantó su fortuna sobre el aire.
Tantas fueron las ficciones de su vida que salieron a la luz con el caso Campeón que cuesta asumir que su muerte en Barcelona ha sido real, repentina, con solo 54 años. El lucense Jorge Dorribo Gude empezó a los 26 años con un hornillo,
fabricando con dos socios en unas cacerolas hirvientes una crema para
las cazadoras de cuero que tanto se llevaban en su juventud.
Los amigos
no se complicaron y a aquellos botes que ellos mismos etiquetaban le
pusieron por marca lo más elemental: Nupel ("Nutre a Pel"). El producto
tuvo tanto éxito que se vendía en El Corte Inglés y del fogón pronto se
pasaron a la cosmética femenina y dieron el salto a los medicamentos. De
aquellos tres colaboradores iniciales uno se marchó muy pronto. Y en la
sociedad quedaron Dorribo, el más inquieto, y Arsenio Méndez, que
siguió vinculado siempre, hasta la estrepitosa caída de aquel imperio de humo sustentado en subvenciones públicas que llegó a existir.
En algunas farmacias gallegas todavía se acumulaban,
ya caducados, cuando llegó el juicio, esos fármacos de todo tipo cuyas
patentes había adquirido para vender en 30 países, supuestamente
fabricados en el Polígono de O Ceao (Lugo) o simplemente comercializados
por Dorribo.
Los nombres eran muchas veces tan sencillos y didácticos
como el mismísimo Nupel: Dolosín, el analgésico; Vincosedán, el
ansiolítico; Olorsín y Sudosín, los desodorantes de pies. El empresario,
que recibía a las visitas con bata blanca de farmacéutico pero que no
tenía estudio alguno sobre esta disciplina, llegó a anunciar un
ambicioso convenio para lanzar al mundo el primer chicle contra los
dolores: Chicledol.
No había que ser muy avispado para detectar en las
visitas a la planta lucense que, a pesar de la maquinaria que lo
decoraba, en aquel laboratorio no se fabricaba nada en absoluto.
Como mucho se envasaban, se reetiquetaban fórmulas elaboradas por
terceros y medicinas procedentes de las farmacias que él compró con el
tiempo por España adelante. Pero Dorribo y algunos de sus cómplices en
las diversas hijas nacidas a partir de Nupel llegaron a atesorar descomunales yates y decenas de coches de superlujo;
a construir mansiones exclusivas que tras el decomiso judicial acabaron
saqueadas por los ladrones y convertidas en ruinas; a pagarse los
viajes más caros que un humano pueda imaginar.
Al final, el emprendedor bendecido por el barón
popular Francisco Cacharro que llegó a ser el orgullo empresarial de su
ciudad acabó condenado en 2017 a cuatro años y cinco meses
(ya cumplidos antes en prisión provisional), y al pago de 6,2 millones
de euros por delitos contra la hacienda pública, fraude, falsedad,
insolvencia contable y blanqueo de capitales. Ayer, según las primeras
informaciones, falleció inesperadamente de un infarto.
En su momento de
mayor gloria, cuando no había acto social en su ciudad en el que no
fuera el invitado estrella, Dorribo llegó a declarar a El Progreso:
"Cualquier día me tienen que echar tierra por encima y no quiero que
digan que soy el más rico del cementerio. Prefiero que digan: '¡Qué bien
vivió ese cabrón!".
Sin embargo, la buena vida no duró hasta el final.
Este genio de la lámpara que tanto importaba antigüedades de Cuba como
fundaba una emisora de radio, repartía dinero por doquier entre quienes
colaborasen en su ascenso. Pero en su brutal caída arrastró consigo a
socios, a funcionarios del Igape (Instituto Galego de Promoción Económica), a altos cargos de la Xunta,
a algún juez y a políticos como el exdiputado del PP Pablo Cobián, que
fue condenado a ocho meses de prisión y multa por tráfico de
influencias.
Apuntó incluso a dos blancos más importantes: el exministro socialista de Fomento José Blanco y el exconselleiro nacionalista de Industria Fernando Blanco.
El primero se sacudió pronto en el Supremo las sospechas, incluido
aquel turbio episodio en la gasolinera de Guitiriz que relató Dorribo a
la juez instructora del caso, Estela San José. El segundo, que dejó por
esto el Parlamento y perdió su condición de aforado, continuó imputado hasta el pasado noviembre
(mucho después de liquidarse la Operación Campeón), cuando la Audiencia
de Lugo decidió sobreseer las investigaciones contra él por cohecho y
por su supuesto vínculo en la aventura eólica del dueño de Nupel en
Camerún.
El enorme caso Campeón
(2011), bautizado así por la expresión con la que el Dorribo más
campechano saludaba a sus interlocutores en los pinchazos telefónicos,
fue el primer golpe anticorrupción que sacudió la Xunta en manos de Feijóo.
Desde su discreto despacho de O Ceao, decorado con diplomas absurdos y
la foto de un jeque árabe que según él le estaba ayudando a consolidar
su imperio en Oriente Medio, el empresario lucense fue tejiendo su
entramado de influencias y levantando un negocio internacional cimentado
en pilas de facturas falsas, idas y venidas a Andorra y proyectos
abortados como su planta de envasado unidosis en Rábade con los que
acaparar subvenciones, créditos como el del Banco Europeo de Inversiones
y financiación pública.
Al mismo tiempo, se iba labrando un prestigio con su participación en
sociedades como el Breogán, que lucía la marca Profilatex (los
preservativos de Nupel, de uso habitual en los burdeles de la trama Carioca de Lugo),
y sus generosos patrocinios a todo tipo de clubes deportivos, desde el
fútbol y la natación al baloncesto femenino, el voleibol o el atletismo.
Amante de los autos y la velocidad, su gran debilidad fue el Nupel Team
de ralis, que llegó a cosechar premios con Sergio Vallejo y en el que
también arrancó su carrera de piloto uno de los tres hijos del
empresario." (Silvia R. El País, 17/05/19)
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