14/7/08

Lo que no hay, y lo que sobre en Galicia

“Pero habiendo casi de todo, hay cosas que escasean en Galicia y que cada vez son más necesarias, empezando por la propia gente. Hay pocos gallegos, en realidad cada vez hay menos, en la medida en que esta comunidad pierde peso específico dentro del Estado al que pertenece, y no hay una gran ciudad que simbolice la vanguardia. Tampoco hay una gran conciencia social de país, por mucho que en ciertas elites anide esa idea de manera elaborada, y es un secreto a voces que el gallego está en peligro, especialmente en los medios más urbanos donde ahora incluso surgen voces que, por si fuera poco, ven en riesgo ¡el castellano! Y no hay apenas inmigrantes, porque los que conviven aquí en realidad son más bien hijos y nietos de nuestros propios emigrantes.

Tampoco hay Internet de banda ancha en muchas partes de Galicia, mientras el principal debate político sigue girando sobre una cosa como el AVE que ya llegó a Sevilla hace más de 15 años. Eso sí, se aparenta una cierta normalidad institucional, como si el gran mérito del presidente Touriño fuese que no se notara demasiado que Fraga ya no está. Un poco como si hubiera que pedirle permiso a alguien para hacer el cambio que supuestamente abanderan el PSOE y el BNG.

Por el contrario, hay demasiados coches oficiales, demasiados recintos feriales y más que suficientes paseos marítimos donde Galicia enterró buena parte de los fondos estructurales llegados de Bruselas.

Por muchas esperanzas que algunos tengan en el llamado Acordo pola Competitividade, todos sabemos que Inditex no nació en ninguna mesa de concertación y que apadrinar el intervencionismo económico ni era moderno con Fraga ni lo será con Touriño. Además se ve que ese tipo de acuerdos con empresarios sin empresas como Antonio Fontenla no impiden que veamos a Antón Reixa, que sí es empresario de cine y televisión, clamando en el desierto en defensa de una industria de tanto futuro como el audiovisual.

Si este país quiere parecerse a las naciones más modernas necesitará creer más en sí mismo, empezando por tener más habitantes, cada vez mejor formados. Pero lejos de eso, es tremendo ver cómo van los aviones para Madrid cargados de jóvenes profesionales gallegos, que a lo sumo disfrutan aquí del fin de semana. Y también lo es comprobar cómo la clase política se enreda con falsos debates mientras en la era de la inmigración todavía hay gallegos que emigran y que, por tanto, ni siquiera protestan. Eso sí, nos queda el consuelo de que el paro de los inmigrantes aquí no nos afecta.

El papanatismo no lo explica todo pero ayuda bastante, al tiempo que denota mucha frustración. Incluso políticamente.” (JOSÉ LUIS GÓMEZ: La Galicia de siempre. El País, ed. Galicia, Galicia, 09/07/2008, p. 4)

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