31/7/13

La Xunta llegó al rescate dos horas más tarde del descarrilamiento del tren. Hubo una coordinación espontánea dirigida por el sargento de Santiago... y los de Angrois

" (...) la letra pequeña del parte de incidencias oficial del servicio 112 de la Xunta sí revela “evidentes fallos de coordinación”, que han ratificado a EL PAÍS varios testigos que participaron en las tareas de rescate y expertos con tres décadas de experiencia en la gestión de las emergencias.

El camión de comunicaciones de la Xunta no operó durante las dos primeras horas de la crisis. La base de helicópteros tenía al menos un aparato “averiado” y no había informado al centro de emergencias.

Desde la zona tampoco operó un mando único (con sus diferentes coordinadores) para pedir medios al 112 sino que cada unidad (bomberos, policía local, Protección Civil y policía nacional) iban alertando de sus necesidades por su cuenta.

Como ha sucedido ya en numerosas ocasiones, fallaron las comunicaciones por radio entre el cuerpo de bomberos de Santiago y los que llegaron de apoyo desde los parques comarcales (contratados por empresas privadas).

Y queda la incógnita de saber cuándo, cómo y quién decretó el nivel dos de alerta, el que moviliza a personal de otras provincias. La Xunta sostiene que en la práctica estaba activado desde el “minuto cero” pero que no hubo “comunicación formal”. Efectivos y mandos de bomberos consultados por EL PAÍS desconocían todavía el pasado sábado cuál era el nivel activado. En los partes del 112 no consta.

Testigos que estuvieron sobre el terreno recuerdan no obstante que Santiago era el pasado 24 de julio la ciudad más blindada de España. El dispositivo especial preparado para los fuegos del Apóstol había duplicado turnos de bomberos y personal sanitario. Las urgencias estaban reforzadas con más médicos y enfermeras. 500 efectivos de todos los cuerpos de policía y protección civil permanecían en alerta.

Los servicios secretos de policía y guardia civil estaban desplegados de incógnito. Algunos de esos agentes aparecen en fotos trasladando heridos en camillas improvisadas. El Alvia descarriló a las 20.41 horas, muy cerca de la hora del relevo en bomberos y hospitales que se produce a las 22.

Eso propició que, en la práctica, se sumase al rescate un turno más poque los profesionales que estaban trabajando alargaron sus jornadas junto a los de la tanda nocturna.

Según los partes oficiales del servicio de emergencias 112, bomberos de Santiago, policía local, policía nacional, Protección Civil y Adif Emergencias estaban avisados cinco minutos después de la primera llamada de auxilio de una vecina de Angrois que ya avisaba de la existencia de muertos y vagones ardiendo.
 Las primeras ambulancias tardaron pocos minutos en llegar, igual que los bomberos y la policía, según han reconocido algunos supervivientes que agraden la agilidad del operativo. Pero la documentación confidencial de la Axencia Galega de Emerxencias revela a partir de ese primer momento disfunciones, falta de coordinación en el dispositivo y hasta pone en duda la existencia de un mando único. 
Un portavoz oficial de la Consellería de Presidencia asegura que ejerció el director general de Emergencias, Santiago Villanueva, desde el terreno adonde llegó 10 minutos después del choque. Los partes del 112 constatan que el puesto de mando avanzado, el camión de las comunicaciones que la Xunta ha publicitado hasta la saciedad como el centro clave desde el que coordinar cualquier catástrofe llegó 106 minutos tarde. (...)
 Según Vicepresidencia, no pudo hacerlo porque no pudo entrar a la zona obstaculizado por coches y ambulancias. La información que recogen los partes oficiales es que fue avisado tarde: es el grupo de apoyo logístico el que anuncia a las 21.21 horas (cuarenta minutos después de la primera alerta) que “va a movilizar al puesto de mando avanzado”.
 El Gobierno gallego asegura que hasta las 22.27 minutos el mando único estuvo coordinando “como pudo a través de teléfonos móviles”. La sucesión de llamadas deja patente que son los distintos cuerpos los que por su cuenta van demandando medios al servicio telefónico del 112 durante toda la noche.

Como ejemplo, los generadores de corriente en las horas en que la luz solar se iba acabando. Los reclamó la policía local de Santiago, a las 21.41 horas, los bomberos, a las 22.14 y los siguen reclamando el 061 a las 22.33.

Situaciones semejantes se repiten con las demandas de agua y otros materiales: si existió el mando único sobre el terreno, no centralizó las peticiones de medios, que cada brigada iba haciendo a medida que se iban necesitanto, a menudo con llamadas duplicadas.

A las 21.46 minutos, más de una hora después del accidente, urgencias médicas llama al 112 y pide “hablar con la policía nacional para saber cómo deben llegar las ambulancias y poder coordinar ya que estas no pueden acceder” . Antes esas mismas urgencias habían intentado movilizar sin éxito a los dos helicópteros. Lo hizo solo dos minutos después del primer aviso del siniestro. (...)

Los fallos de las aeronaves en situaciones de emergencia no son nuevos: vienen repitiéndose desde hace años en naufragios y rescates varios. La comunicación entre los bomberos de Santiago y los de los parques privados que llegaron a ayudar volvió a hacerse muy complicada. No pudieron hacerlo por radio y optaron por el voluntarismo y la autoorganización. 
Hasta que, inexplicablemente [si de verdad estaba activada la alerta dos la orden competía al mando único o a uno de sus coordinadores] , un suboficial del consorcio provincial de bomberos ordenó la retirada de todos sus efectivos (unos 20) sin dar explicación y cuando aún quedaba mucha tarea por hacer en Angrois.  (...)

Los expertos consultados por EL PAÍS también llaman la atención sobre las imágenes que emitían las televisiones sobre la catástrofe dos horas después del accidente. Y no se explican que todavía entonces. “cuando ya han pasado los primeros momentos de caos y autorganización” y se supone que hay un mando único y los profesionales han tomado el control” hubiese particulares “en bermudas y chanclas entrando en los vagones sin ningún tipo de protección”.

La opinión general de los testigos y expertos es que, pese a la tragedia, el lugar y el día del siniestro facilitaron las tareas de evacuación. Que la profesionalidad de los efectivos que acudieron a la curva es muy alta y primó la autoorganización a la hora de coordinarse los distintos cuerpos de bomberos y policías.

En el caso del 061, el protocolo para catástrofes operó eficazmente -siguiendo los simulacros que realiza periódicamente su personal- y el hospital de campaña funcionó a la hora de hacer el triaje y clasificar a los heridos en función de su gravedad.

 El rápido desalojo de las víctimas y el bajo número de muertes en las primeras horas lo constatan. Y ayudó la colaboración de un personal que no figuraba en ningún protocolo previo: los vecinos de Angrois y su encomiable esfuerzo después del choque."               (El País, 01/08/2013)

 
 "La coordinación en las labores de auxilio tras el accidente del tren Alvia fue deficiente, según se desprende de los partes oficiales del servicio de Emergencias 112 de la Xunta, a los que ha tenido acceso este periódico.

 Se tardó más de dos horas en decretar el nivel de alerta 2, el requerido para un siniestro así y durante una hora y 46 minutos no llegó el camión de las comunicaciones desde donde se debería dirigir el dispositivo. Durante 100 minutos, el hombre al frente del operativo lo coordinó a través de teléfonos móviles.

 Los dos helicópteros movilizados no llegaron a despegar y hubo dificultades para disponer de grupos electrógenos para iluminar la zona. La solidaridad de los vecinos y el empeño de todos los profesionales de emergencias desplazados suplieron los fallos del operativo, según varios testigos que participaron en el rescate. (...)

“Ya en las imágenes de televisión se observaba a gente co n pantalón corto y zapatillas deportivas ayudando en el rescate”, sostiene uno de los técnicos consultados. “Eso, visto por un experto es todo un ejemplo de descoordinación. Dos horas después, eso no puede suceder. Todo tiene que estar en manos de los profesionales”.

Según el informe confidencial en poder de EL PAÍS, la primera llamada al 112 se produce a las 20.41 horas del día 24 de julio de 2013. Es una vecina que alerta no solo de un accidente de tren. Ya en ese primer momento avisa de la existencia de fallecidos.

 Esa llamada se tramita y se pone a la testigo en contacto con el 061 (urgencias sanitarias) para que describa la situación. Santiago es ese día una ciudad blindada por las fiestas del Apóstol, con 500 efectivos entre policía nacional, policía local y Protección Civil, según la Delegación de Gobierno. (...)

Un portavoz de la vicepresidencia de la Xunta, responsable de las emergencias, sostiene que “el mando lo ejerció el director general de emergencias” y que la coordinación “se llevó a cabo en el 112 y se desplazó un centro avanzado al lugar”. 

Los partes oficiales constatan que el puesto de mando avanzado llegó a la curva de A Grandeira a las 22.27 horas, una hora y tres cuartos después del accidente y cuando bomberos, policía y Protección Civil ya llevaban mucho rato rescatando heridos y cubriendo los cadáveres. La Xunta explica que no pudo entrar hasta que salieron camiones de bomberos y ambulancias.

El informe también destapa que el 061 solicitó el envío del primer helicóptero a la zona de la catástrofe a las 20.51, diez minutos después del choque del tren. Y 90 segundos más tarde, da la orden de despegar al segundo helicóptero. 

 Ninguna de las dos aeronaves llega a hacerlo. El primero alega dificultades por la niebla y avisa de que los médicos esperan para ser trasladados en ambulancia. Lo comunica al 112 a las 21.05 horas. A las 21.06, el segundo helicóptero explica que también se queda en tierra “por una avería”.  (...)

Un profesional curtido en emergencias durante más de 30 años asegura que “el 112 opera como un centro de atención de llamadas, lo cual sí parece hacer durante el accidente. El problema surge cuando no se activa un centro de coordinación y eso parece ocurrir, pues si se hubiera activado, las peticiones de los miembros de la policía y bomberos se habrían realizado a través de sus delegados en ese centro de coordinación”. 

Un segundo técnico lanza esta pregunta: “A las 22.15 horas, el 061 pide al 112 que le ponga en contacto con la policía, ¿todavía no hay puesto de mando ni fijo ni avanzado?”. El mando avanzado, según se desprende de las conversaciones, llegó a la zona diez minutos más tarde (22.27).

Según los partes del 112, la policía local de Santiago pidió generadores de energía para alumbrar la zona cero a las 21.41. Los bomberos de Santiago insistieron en esa demanda a las 22.14 horas. Y el 061 reclama lo mismo a las 22.33 horas. La noche se estaba echando encima y empezaba a dificultar las tareas de rescate. (...)

La ausencia de un coordinador efectivo hasta casi dos horas después de que se produjese el siniestro se aprecia en el funcionamiento del dispositivo. Como ejemplo, el sistema sanitario. El detalle de las llamadas constata que a las 21.13 horas, la policía pide más ambulancias al 112.

 “¿No había llegado ningún coordinador sanitario que pueda definir el tipo de recursos que se necesitan?”, se pregunta un experto. Nueve minutos después, es la policía local de Santiago la que hace la misma demanda. Y a las 21.46, una hora después del accidente, 061 está todavía preguntando cómo hacer llegar las ambulancias.

Sobre el trabajo de las policías, el sentir general es que fue encomiable. El propio jefe superior felicitó a sus efectivos glosó dos días después su rapidez de respuesta. Los expertos van más allá: “Se les ve rescatando gente en lugar de llevar a cabo un control de acceso a la zona. No se solicitó colaboración de la Guardia Civil de Tráfico, que debería haber colaborado en esa regulación”.  (...)

 Uno de ellos describe así su experiencia: “Llegamos justo después de los bomberos de Santiago. En Galicia, cada parque tiene cascos de diferentes colores. A simple vista es imposible distinguir a los mandos. Nos dirigimos a los compañeros de Santiago. Estaban extinguiendo el incendio de la locomotora trasera. Necesitaban agua. Acoplamos el camión al suyo. 

Se buscaba a personas con vida. Me metí en el primer vagón y ahí perdí al resto de mi gente; buceamos por los vagones y nos llegó el mensaje de que solo quedaba una persona con vida atrapada bajo el tren. No encontramos a nadie, había fallecidos y esos son los que menos prisa corren. 

Allí empezamos a extraer víctimas, pero no había morgue. Había vecinos, gente dentro sin casco y sin guantes. Lo hacen con buena voluntad pero habría que acordonar la zona y no se puede hacer correr esos riesgos. Gente sin protección”.

“Con los bomberos de Santiago no hablamos nunca por radio”, prosigue. “No sabemos cómo funcionan sus equipos. No había una coordinación de gente descansando para luego volver a entrar. Lo hablamos entre nosotros y fuimos organizando. Allí resolvíamos los problemas tirando de solidaridad y voluntarismo. 

Se nos hizo de noche y no se sabía dónde iban a poner los focos. Trabajamos al principio con linternas. Aún hoy no sé qué nivel de alerta se decretó. No hubo un mando de bomberos que asuma la intervención: hubo una coordinación espontánea, en principio dirigida por el sargento de Santiago”.      (El País, 27/07/2013)

 
"El PSOE gallego ha denunciado “deficiencias en la atención sanitaria prestada a los heridos en el accidente de tren en Santiago.

 Estas críticas llegan después de que los sindicatos hayan criticado a la Xunta por la decisión de enviar heridos a un centro privado y no al Hospital público de Conxo, el más cercano a la tragedia, “equipado con los mejores materiales” y con “personal muy calificado” que esperaba recibir víctimas.

El PSdeG ha elaborado un documento, al que ha tenido acceso El Mundo,  en el que denuncia que la Xunta no siguió una planificación sanitaria adecuada para hacer frente a la tragedia. Los socialistas subrayan que el hecho de que fueran los vecinos los que se encargaron del traslado de los pacientes demuestra que “hubo retrasos” en la reacción.

Los socialistas señalan, además, que no se utilizaron los materiales adecuados, como mantas isotérmicas, que mantienen la temperatura constante, y camillas con palas, para trasladar a los heridos inmovilizados y que evitan lesiones medulares.

Sobre la atención prestada en el lugar del accidente, el documento del PSdeG explica la falta de “arcones de catástrofe, la ausencia de una cadena ordenada para la gestión de recursos, el colapso de ambulancias y la falta de un hospital de campaña. El PSOE gallego incluye en su texto las críticas de las Fuerzas de Seguridad que provienen, según precisa El Mundo, de la Policía: “durante 15 minutos estuvieron en el rescate tan solo ocho policías nacionales y cuatro locales”.      (El Plural, 31/07/2013)


"Los bomberos privados se retiraron antes de finalizar el rescate.
 
Las dotaciones de bomberos comarcales, cerca de 20 efectivos, fueron retiradas del lugar del accidente cuando todavía no se había terminado de retirar a las víctimas. Así lo recogen el parte de llamadas del 112 Emergencias y testimonios recabados por este periódico, que abundan en aspectos de la desorganización reinante en el lugar del accidente. 

De hecho, testigos vieron cómo el juez José Antonio Vázquez Taín (de visita en la zona) tuvo que ser quien dio la orden de despejar de civiles las denominadas zona caliente y zona fría del entorno. “Todo lo que no sean bomberos, sanitarios y policía, a 200 metros de la línea”, le escucharon.

Ninguno de los testigos consultados conoció, en los primeros minutos del rescate, bajo qué nivel de alerta se estaba funcionando, a pesar de la insistencia de representantes de la Xunta en manifestar que se activó el nivel 2 a las 21.47 horas [el sábado, un portavoz oficial manifestó a este periódico que el nivel 2 se activó a las 23.00 horas, casi dos horas y media después del accidente, pero que los medios de otras provincias habían empezado a llegar mucho antes].

 Hay un reconocimiento general a la actuación de determinados funcionarios de segundo nivel que tomaron las primeras decisiones relacionadas con el rescate, a la vista de que estas no llegaban del primer nivel.(...)

 Hacia las 23.30 horas, casi tres horas después del accidente, se produce una sorprendente retirada de efectivos. El parte de llamadas así lo refleja: “Bomberos de Santa Comba vuelven al parque por orden del sargento” (23.30 horas) o “Bomberos Boiro por orden suboficial vuelven al parque” (23.42). Tampoco se explica que las dotaciones de bomberos de A Coruña, de gestión pública y con una buena dotación de medios, nunca fueran movilizadas. (...)

Los bomberos de esas compañías se encontraban en jornada de huelga, que decidieron suspender a la vista de la magnitud del accidente. La diferencia entre las dotaciones públicas y privadas es clara: un camión público lleva entre 7 y 8 bomberos, uno privado entre 3 y 4.

Al lugar del accidente llegan en primer lugar dotaciones de Santiago, pero el 112 comienza a avisar a otras dotaciones de localidades vecinas. Así, a las 21.02 se moviliza a los bomberos de Deza. Hay una llamada de la policía local que pide que “se avise a todos los bomberos posibles para que vayan”.

 Salen también los bomberos de Ordes, los de Arzua, Santa Comba y Boiro, según registran las llamadas. “Mauricio[(CALVO], suboficial del consorcio informa de que han salido bomberos de Santa Comba, Arzua y Ordes y que los de Betanzos se quedan en reserva para no dejar todo descubierto”, dice una llamada al 112. No hay orden de movilización para los bomberos de A Coruña, que han reclutado efectivos por su cuenta para acudir.

Tanto los testimonios como los partes de llamadas señalan al suboficial del consorcio, Mauricio Calvo, como el responsable de esa retirada. (...)

¿Cuál fue el motivo de esa retirada? ¿Por qué se permitió si estaba activado el nivel 2? No hay respuesta a estas preguntas, ni al problema de los helicópteros ni a la tardanza en llegar la iluminación y otros pormenores. La Xunta insiste en que el despliegue fue “impecable”. Esa es la versión oficial.

La de los testigos alude a problemas de coordinación. En las horas más difíciles, las comunicaciones por radio entre unos y otros cuerpos se hizo imposible, según relataron. El esfuerzo personal palió algunos fallos.

Uno de los bomberos que fueron retirados manifestó: “No estábamos conformes, porque había mucho por hacer, y no hicimos caso. Nos quedamos un tiempo hasta que se nos insistió y tuvimos que marcharnos”. Fueron sustituidos por personal de protección civil, sin la preparación de un bombero."              (El País, 29/07/2013)

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