"Mira, hoy sí hay espuma. ¡Vamos a verla!”, exclama Andrés Fernández,
miembro de la Cofradía de Barallobre en Fene, una pequeña localidad de
la ría de Ferrol. Tras pasar en lancha bajo un puente sin señalización,
se escucha un fuerte pitido procedente de la imponente planta de gas que
se levanta en el corazón de esta ensenada. Las cámaras de la empresa, Reganosa, nos han visto y las tuberías dejan de verter.
Hace cinco meses una estampa similar dejó “impactadas” a la liberal
Angelika Werthmann y a la verde Tatjana Zdanoka, eurodiputadas por
Austria y Letonia respectivamente. No daban crédito a la suciedad que se acumula en la ría.
El lodo —una sustancia pastosa y marrón que los pescadores creen de
origen fecal—, la espuma, residuos industriales, tuberías rotas y el monstruo
de Reganosa, problemas recogidos en informes de la UE, se asoman entre
los astilleros, barcas y calitas. “No somos químicas ni biólogas pero
algunas casas están a tan solo 100 metros. Eso no puede ser bueno”,
coinciden las diputadas.
Una comisión de 15 personas entre asistentes, traductores y eurodiputados
de diferentes partidos viajó hasta esta localidad coruñesa para ver “el
impacto de la planta de gas” sin hablar de posibles vertidos, según el
Partido Popular Europeo (PPE), y “el grado de contaminación de la ría",
según los liberales y verdes. Werthmann y Zdanoka declararon hace 15
días la guerra al PPE paralizando el informe de la contaminación en las
rías por no dar suficiente espacio
a la de Ferrol que, junto con la de O Burgo (A Coruña) y la de Vigo, al
sur de la región, es la más afectada.
Este documento, cuyas
conclusiones y recomendaciones no son vinculantes para nadie, es la
única vía que le queda a los pescadores de la zona para canalizar años
de denuncias sobre los vertidos que contaminan su medio de vida.
El paseo de los eurodiputados fue por una de esas carreteras
diminutas y sin arcén que bordea la costa. Desde la pequeña colina tras
la planta de gas, en la que Werthmann y Zdanoka percibieron un olor
artificial tan fuerte que incluso marea, es complicado ver bien la
suciedad que inunda esta parte de la ría.
Los vertidos, sobre los que
Reganosa se limita a decir que no salen de sus tuberías, transforman
parte del agua en un mar de espuma y dejan una perfecta línea blanca
nuclear tatuada en las rocas. Pero a pesar de la escasa visibilidad
desde esa carretera, estas dos mujeres emprendieron su lucha verde.
Desde un despacho de la más alta burocracia de Bruselas, entre
votación y votación, la liberal austriaca de 50 años Angelika Werthmann
encuentra un hueco y hace un esfuerzo para recordar. “Fue hace bastante
tiempo y el programa era muy apretado, pero la visita a Ferrol fue la
más corta de todas las que hicimos durante aquellos dos días”, admite.
Aunque habla en otro idioma, se advierte una mezcla de tristeza y
preocupación en su voz. “La contaminación [de la ría de Ferrol] es
mínima”, replica el eurodiputado del PPE Francisco Millán Mon por
teléfono, presente en la misma visita.
Al ver la polución en las
inmediaciones de Reganosa, la comisión, cuyo líder es el francés Philip
Boulland (PPE), que tiene la última palabra sobre lo que se incluye o no
en el informe, puso pies en polvorosa ante la estupefacción de una de
las eurodiputadas en guerra, Tantjana Zdanoka. “Cuando todo lo
que vimos era ya un hecho innegable, nos sacaron de allí. Fue todo
demasiado rápido”, añade con un fuerte acento ruso. Otros asistentes a
la visita admiten que “el asombro fue general”.
La polémica está servida. Un mes antes de la visita oficial, algunos
políticos de Bruselas, entre los que se encontraba Carlos Iturgáiz
(PPE), acordaron con el desconocimiento de parte de la delegación que se
desplazó hasta Ferrol —incluidas Werthmann y la verde Zdanoka— evitar
en su informe la situación de esta ría por “cuestiones formales”. No
obstante, “a modo de cortesía porque andábamos por allí”, cuenta Millán
Mon, el grupo paró en Ferrol.
Para Manuel Rodríguez existe un “muro de silencio respecto a la
planta”. Él es la voz del Comité Cidadán de Emerxencia para a Ría de
Ferrol, que denuncia la peligrosidad de Reganosa. “La planta tiene una
capacidad energética 120 veces superior a la bomba de Hiroshima”,
exclama.
Reganosa, que se construyó con el beneplácito de PP, PSOE y BNG,
ya está en la agenda europea. Pero la ría sufre otros muchos problemas:
una petroquímica, una fábrica de pegamento y dos depuradoras (una en
cada orilla) de dudoso funcionamiento.
“Llevan ahí [las depuradoras]
años, pero comenzarán a funcionar en 2013 y 2018 respectivamente”,
cuenta Virginia Souto, la patrona mayor de la Cofradía de Barallobre.
También hay una siderúrgica (Megasa), varias industrias menores y un
arsenal militar. Todo esto supone una bomba de relojería para una planta
que trabaja con gas a no más de 100 metros de las viviendas.
Unos 900 buques gaseros entran al año en la estrecha ría flanqueada
por los castillos medievales de San Felipe y La Palma, con el riesgo de
quedar encallados cuando hay bajamar. El PP defiende la limpieza de la
planta. “Reganosa no es, bajo ningún concepto, fuente de contaminación
de la ría”, afirma Millán Mon.
“Solo emite agua más fría de lo normal,
pero dentro de los parámetros establecidos”, añade citando fuentes de la
Xunta. La emisión de sus aguas, seis grados por debajo de lo habitual y
completamente esterilizada después del tratamiento que recibe de la
regasificación, daña el ecosistema marino y marisquero del que viven más
de 500 familias, rebate Rodríguez.
El informe final sobre la contaminación de las rías que el PPE
pretende aprobar en la Eurocámara (no vinculante para nadie) y al que ha
tenido acceso EL PAÍS elude señalar el origen de los vertidos en
Ferrol. Solo hay una tímida alusión a Reganosa y a su proximidad a las
casas. Las eurodiputadas de Letonia y Austria aún gozan de un par de
semanas para continuar su guerra y conseguir trasladar a Bruselas lo que
vieron en Ferrol." (El País, 09/07/2013)
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