Galicia ha perdido a uno de los grandes líderes de la lucha por las libertades en España. Rafael Pillado, histórico dirigente del Partido Comunista de España y del sindicato Comisiones Obreras, ha fallecido a los 80 años de edad, víctima de una dolencia pulmonar provocada por el amianto. Con él muere una época. Un tiempo en el que la defensa de la democracia estuvo marcada por un inquebrantable criterio moral: el de los que, como Pillado, y rechazando tajantemente cualquier privilegio para sí mismos, dedicaron la vida a buscar, para el país entero, una sociedad más tolerante y solidaria, un futuro mejor.
Nacido en San Cibrao (Cervo) en 1942, en plena posguerra, Pillado pasó la mayor parte de su infancia en el pueblo ferrolano de San Felipe, a donde su familia se trasladó para estar cerca de su progenitor (militante comunista también), que permanecía encarcelado en el castillo que da nombre al lugar.
A los 15 años de edad, Rafael Pillado comenzó a trabajar en Bazán. Y poco después, en 1960, ya ingresó, en la clandestinidad, en las Juventudes Comunistas. Tras cumplir el servicio militar viajó en secreto a la Alemania del Este y empezó a tener ya un papel muy activo en la lucha contra el régimen franquista. Y en estrecha colaboración con el recordado Julio Aneiros (un auténtico referente moral, al igual que Pillado, no solo para la izquierda, sino para personas de todas las ideologías), impulsó, a mediados de los años sesenta, el nacimiento de las Comisiones Obreras de Bazán y de las Comisiones Obreras de Galicia.
En 1972 Pillado fue uno de los líderes de las protestas del 10 de marzo, que hicieron de Ferrol, ante Europa entera, un símbolo de la lucha por la libertad. Aquellos sucesos costaron la vida a dos trabajadores de Bazán, Daniel Niebla y Amador Rey, víctimas de los disparos de la policía. Y a punto estuvieron de costarle la vida, también, a Julio Aneiros, que resultó gravemente herido. Rafael Pillado, tras ser detenido de nuevo (algo habitual por aquellas fechas, cuando la presión de la policía sobre él era constante), ingresó en prisión, de donde ya no saldría hasta la amnistía de 1976. En 1979 sería elegido secretario general del Partido Comunista de Galicia.
Dos años más tarde, la noche del 23-F, durante el golpe de estado, rechazó tajantemente la posibilidad de abandonar el país o de ocultarse. Y se presentó en el Concello de Ferrol, en un gesto de público compromiso con la democracia. «Se queren vir por min —dijo— que me atopen aquí».
Gran amigo de Santiago Carrillo, a quien siempre fue leal, Pillado formó parte durante un tiempo del grupo de Gobierno del Ayuntamiento de Ferrol, como integrante del grupo socialista, cuando la alcaldía de la ciudad la ostentaba Couce Pereiro. pero con el paso de los años comenzó a alejarse, progresivamente, de la política activa, para concentrar toda su actividad en impulsar todo tipo de causas solidarias, así como en la defensa del medio ambiente, en la reivindicación de los derechos de las víctimas del amianto (la terrible plaga que acabaría costándole también a él la vida, como a tantos otros trabajadores del sector naval) y en el movimiento cultural, a través de la asociación Fuco Buxán.
Hace exactamente un año, y tras hacer público que también él era víctima del amianto, Pillado emprendía una batalla judicial contra Navantia, con la que quiso sacar a la luz no su propio dolor, sino el inmenso drama de miles de trabajadores del sector naval cuyas vidas se han visto golpeadas (y en cientos de casos cercenadas) por el más silencioso de los enemigos: un aislante, extraordinariamente cancerígeno, que fue de uso común en los astilleros durante largo tiempo: en una época en la que ni uno solo de aquellos trabajadores podía sospechar que el material que los rodeaba acabaría por devorarles los pulmones.
Pillado ganó el juicio contra la empresa, que fue condenada a indemnizarlo con 128.000 euros. Pero el hecho de que los representantes de la compañía no acudiesen a la vista oral, fue utilizado posteriormente por estos como argumento para reclamar la nulidad del juicio. Pero él, que era perfectamente consciente de que iba a morir, y que miró a la muerte cara a cara, con el valor de quien siempre estuvo convencido de que la verdadera medida de un ser humano la da la manera en la que le hace frente a su destino, no se rindió jamás.
La capilla ardiente ha quedado instalada esta noche en el tanatorio San Lorenzo. El entierro será el miércoles, a las 11 horas, en el cementerio municipal de Catabois.
El alcalde de Ferrol, Ángel Mato, en nombre del Concello y de la ciudad, ha lamentado públicamente el fallecimiento de Pillado, recordando, también él, su permanente compromiso con la defensa de la libertad y de los derechos de los trabajadores.
A Pillado, hombre de una austeridad absoluta, inquebrantable, nadie le oyó quejarse nunca, a pesar de que, hasta la llegada de la democracia, y tras una infancia extraordinariamente dura, su vida fue un rosario incesante de detenciones, cárcel, represalias y persecución. Deja un inmenso legado: ese verdadero ejemplo de entrega a los demás que fue su vida entera. Y sus memorias son un documento imprescindible para entender tanto la Galicia de los últimos años de la dictadura y la de la transición, como nuestro propio tiempo. Su recuerdo perdurará." (
"El histórico sindicalista ferrolano Rafael Pillado ha fallecido este lunes a los 80 años a causa del cáncer que le provocó el polvo de amianto que respiró durante años en el astillero de Navantia.
La empresa pública fue condenada el pasado septiembre a indemnizarle con 128.000 euros por no haberle protegido adecuadamente de los efectos nocivos de este material. Pillado fue un reconocido luchador antifranquista, cofundador de CCOO y de la plataforma que defendió los derechos de los miles de trabajadores afectados por la asbestosis en Ferrol.
Vecino del barrio de Caranza y militante comunista, empezó a trabajar en el astillero de Bazán siendo casi un niño y allí desarrolló su carrera sindical. Fue uno de los detenidos en la manifestación de obreros de la factoría del 10 de marzo de 1972, en la que la policía franquista mató a tiros a dos de sus compañeros, Amador Rey y Daniel Niebla.
Pillado desveló a finales de 2021 que sufría un mesotelioma, un tumor muy agresivo, con una esperanza de vida de entre 12 y 21 meses, que la medicina vincula a exposiciones prolongadas al amianto. El sindicalista se veía así golpeado por la misma enfermedad que él había ayudado a destapar. A principios de 2000, denunció en la prensa local de Ferrol que los obreros de los astilleros estaban enfermando y muriendo por culpa de ese material al que él llamaba el “asesino silencioso”. Su lucha y el apoyo a los afectados le valió incluso problemas con sus camaradas. En una entrevista con este periódico, Pillado contó que el entonces responsable del comité de empresa de Bazán, compañero de Comisiones Obreras, lo acusó “de generar alarma social”.
“Mi enfermedad no va a ser clandestina. Voy a presentar una demanda contra Navantia [heredera de Bazán] y a convertir mi juicio en un juicio para desenmascarar a los responsables de llenar España de este asesino silencioso aprovechando la dictadura. Aunque se hayan muerto todos, tuvieron cómplices y los siguen teniendo”, anunció Pillado cuando le detectaron el cáncer. Él estaba convencido de que ya en los años ochenta la dirección de la antigua Bazán era consciente del daño que había producido este material cancerígeno en la salud de los obreros, pero optó por ocultarlo.
El
juicio se celebró finalmente en septiembre pasado y Navantia ni
siquiera se presentó. En la vista, Pillado recibió el efusivo apoyo de
familiares y numerosos compañeros de fatigas, entre ellos la abogada
laboralista Cristina Almeida. En septiembre del pasado año el Juzgado de
lo Social número 2 de Ferrol admitió de manera parcial su reclamación y
condenó a la compañía a indemnizarlo con 128.000 euros, una cantidad
alejada de los 379.000 euros que él reclamaba. Su abogado afirmó que
presentaría recurso." (Sonia Vizoso , El País , 20/02/23)
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