"La faena fue bien, incluso genial, pero no tan de
lujo como la pinta la Xunta. Eso es lo que se deduce de la encuesta
turística difundida ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Puestos sobre un lienzo, los números dibujan en varios aspectos el
mejor agosto de la historia para el sector en la comunidad.
No obstante,
el paisaje en ese cuadro dista bastante de parecerse al que había
trazado el Gobierno autónomo, usando acuarelas propias, dos semanas
atrás. Más que en un Sorolla, todo luz, la cosa se quedó en un
Caravaggio, con sus claros, muchos, y sus oscuros, también.
Por primera vez desde que existen registros
fiables, los hoteles gallegos acogieron el mes pasado a más de
seiscientas mil personas. Exactamente, reposaron en sus dependencias
626.265, 48.769 más que en el mismo período del 2013. Y eso equivale a
un aumento de la demanda bruta del 8,4 %, un dato muy positivo en sí
mismo y fantástico si se compara con lo ocurrido en paralelo en el
conjunto de España, donde el incremento se quedó ligeramente por debajo
de los cinco puntos porcentuales, al pasar los clientes de 10,7 a 11,2
millones.
El volumen de ocupación de las plazas en los
establecimientos del gremio también mejoró, aunque menos que en el resto
de comunidades, hasta un nivel todavía demasiado bajo y, sobre todo, a
un ritmo infinitamente inferior al anunciado por el Ejecutivo de Alberto
Núñez Feijoo. De acuerdo con el estudio difundido por el organismo
estatal, los negocios de Galicia, por lo común, lograron mantener llenas
sus camas al 55,7 %, frente al 54,4 que habían conseguido colocar en el
mercado el año anterior.
Dicha marca, no obstante, constituye la cuarta
peor desde 1999, una serie durante la cual han llegado a constatarse
valores del 59, el 63, el 65 y hasta el 69 %. ¿Y cómo puede ocurrir eso
cuando acaba de romper su techo la cifra de viajeros recibidos?
Se debe,
en esencia, a dos factores: los que vienen ahora se quedan menos tiempo
que antes (apenas 2,13 días por cabeza) y, fundamentalmente, producto
de sucesivas aperturas de hoteles sin mucho control de las
instituciones, en estos momentos existe un grave problema de
sobreoferta. Esto es, con 19.425 más que a principios de la década
pasada, sobran camas en las que dormir. Donde en el 2001 había 55.881,
en el 2014 hay 75.306.
Ese porcentaje de éxito del 55,7 % certificado
por Estadística, además, se encuentra muy lejos de igualar la ocupación
del 70,6 que, según guarismos divulgados por Feijoo el 11 de septiembre,
se había producido en Galicia este agosto. Contado de otro modo, el INE
viene a desinflar en 14,9 puntos (un 21,1 % en términos relativos) el
bum hotelero avalado por la Xunta.
Asimismo, mientras en esta autonomía se producía
un ascenso de 13 décimas en el promedio de habitaciones con huésped, en
las demás tenía lugar un avance de 21, progresando las estancias
contratadas desde el 71,9 hasta el 74 % de las totales.
Solamente en
seis comunidades, ninguna de ellas con mar, hubo tantos cuartos vacíos
como aquí: Navarra, Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y
León y Aragón. En las sobrantes, números de escándalo; varias de ellas
en la franja de los 80 y Baleares, incluso por encima del 90 %.
Con la ocupación en cotas tan modestas, la
rentabilidad de los negocios tampoco fue de esas que sirven para sacar
pecho. Por cada habitación disponible, los propietarios de alojamientos
ingresaron 34,54 euros diarios. Representan un 2,6 % más que los
facturados en el octavo mes del 2013. Sin embargo, se antojan pírricos
en relación con la media española (66,7). Redondeando, un hotelero
gallego tarda dos noches en ganar lo que uno del resto del país amasa en
una." (La Voz de Galicia, 24/09/2014)
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