Imagen de Santa María A Real do Cebreiro, con el cáliz conocido como el Santo Grial gallego al fondo. / PEDRO AGRELO
"Es una de las imágenes más conocidas del Camino Francés, aparece citada
en la mayor parte de las guías que se editan por el mundo adelante y no
hay muchos peregrinos que no entren a buscarla en la iglesia
prerrománica de Santa María A Real (siglo IX) cuando llegan a O
Cebreiro.
Su fama, durante un tiempo, obligó incluso a aferrarla a la
pared con cadena y candado por los sucesivos intentos de robo. Pero
ahora no se sabe si es la auténtica, si se trata de “una pésima
restauración o de una mala copia”.
La Virxe do Milagre, datada
oficialmente en el siglo XII, lleva tiempo puesta en duda por sus
propios parroquianos y desde enero se suma a ellos el Grupo de Acción
Cultural Patrimonio dos Ancares, un colectivo patroneado por Xabier
Moure que elabora el catálogo de los tesoros artísticos que se guardan
en 250 capillas e iglesias de la zona.
El grupo ha pedido por escrito al Obispado de Lugo que “se hagan los
estudios precisos para saber, de una vez por todas, qué parte tiene de
original y de lamentable restauración o si ya no tiene nada de
románica”.
“Sobre la autenticidad de la imagen siempre hubo dudas”, recuerda
Moure, al que varias personas han cedido fotos antiguas, anteriores a
una última y polémica restauración de 1971, que se atribuye al
escultor compostelano Alfonso Sanmartín. Aunque la imagen que se venera
ahora parece a simple vista mucho más propia del siglo XII que las que
se ven en los retratos del pasado, “llama poderosamente la atención la
brutal transformación a la que fue sometida”.
En concreto, ni la cara ni
las manos tienen nada que ver con las que aparecen en una fotografía de
1954 que se conserva en el Arquivo Histórico de Lugo y en una estampa
de devoción de principios de los años sesenta. “No se parecen en nada”,
protesta Moure, “la gente con la que hablamos, que siempre vivió en la
parroquia, está convencida de que la imagen no es la original”.
Estampa devocional de los años 60 facilitada por el escritor Luis López
Pombo al Grupo de Acción Cultural Patrimonio dos Ancares.
Se sabe, por documentos antiguos, incluso del propio Obispado de
Lugo, que la talla fue recortada de su base y su madera vaciada para
hacerla más ligera y poderla sacar en procesión, vestida, como marcaba
la moda, con trajes de tela que se rellenaban con paja para darle
volumen al tronco.
También consta por escrito que la cabeza y las manos
no son las auténticas. Pero, según Moure, “unas mujeres encargadas de
vestirla” cuando llevaba ropa, le “juraron” que el cuerpo actual,
vaciado o no, tampoco tiene “nada que ver” con el de antes. “Eran otros
tiempos, los curas tenían mucho poder”, comentan los vecinos acerca de
un hecho que tienen más que asumido.
Lo único en lo que parecen coincidir todas las imágenes, las
inmortalizadas antes de 1971 y la actual, es en que están cabizbajas. La
talla de la Virgen con el niño cuya advocación da nombre al templo que
la custodia es, entre otras cosas, célebre por su leyenda, que cuenta
que cuando era nueva inclinó la cabeza (y así se quedó) para presenciar
un supuesto milagro (la conversión del vino en sangre) acaecido a sus
pies. Entonces presidía el altar mayor (todavía se ve en la foto de
1954), también desaparecido como otras piezas, incluidas reliquias, de
la iglesia de O Cebreiro.
El Grupo Patrimonio dos Ancares también ha preguntado al Obispado
dónde se encuentra el Cristo gótico (siglo XIV) que presidía el
presbiterio. Y un responsable de la diócesis les reconoció que no se
sabe. Hasta ahora, por referencias en libros, folletos turísticos e
incluso páginas web como las del Ayuntamiento de Pedrafita y el Obispado
de Lugo, se creía que el original se encontraba en el Museo Nacional de
Escultura de Valladolid, en el de Arte Sacra de Madrid o en el también
madrileño Museo de Escultura (estos dos últimos, inexistentes).
Se decía
que el crucificado había sido depositado allí en los años sesenta. Pero
Patrimonio dos Ancares se puso en contacto con el único museo real de
los tres que aparecían referidos por escrito y el conservador el museo,
José Ignacio Hernández, devolvió la llamada a los pocos días para
decirles a los miembros del grupo que el Cristo no solo no figuraba en
sus fondos, sino que tampoco había constancia en el archivo de que en
algún momento histórico hubiese estado.
Aunque la “verdadera sorpresa”,
según Moure, fue lo que comentó el experto al ver las fotos que le
enviaron de la supuesta imitación de O Cebreiro. “Cuestionó que se
tratara de una copia”, recuerda, y dijo que “a simple vista resultaba
muy difícil asegurar que no era la original”.
El grupo cultural, que tiene entre sus méritos el haber inventariado
todas las mámoas y castros de la comarca o el haber descubierto los
primeros petroglifos conocidos de la montaña oriental lucense, envió
también un escrito al Ayuntamiento de Pedrafita do Cebreiro y al Área de
Cultura de la Diputación “para que se involucren” en este entuerto. Y
ha preparado un dossier con toda la documentación de la que dispone para
la Dirección Xeral de Patrimonio.
Imagen actual de Santa María A Real do Cebreiro. / PEDRO AGRELO
En octubre del año pasado, este mismo departamento de la Xunta obligó a
los párrocos de A Pontenova y de Riotorto a “revertir el daño” causado a
la Virgen que se venera en el santuario de Conforto, ubicado en el
primero de estos municipios lucenses.
El responsable de la restauración
era el cura de Riotorto, Antonio Rúa, que por su cuenta y riesgo, sin
pedir permiso ni al Obispado de Mondoñedo-Ferrol ni a la Xunta, cambió
radicalmente la expresión de la cara de la imagen, le repintó los ojos
originariamente azules de color marrón porque le gustaba más y le talló
una mano nueva.
En el pueblo se produjo una auténtica rebelión contra
los párrocos, incluso los acusaron de hacer desaparecer las joyas que
lucía la santa, donadas por los devotos; y el Obispado se vio obligado a
cambiar al cura que daba misa en Conforto, Xosé Anxo Fernández. Hasta
después de la visita de los técnicos de la Xunta, en la parroquia todo
el mundo creía que le habían dado el “cambiazo” a la imagen del siglo
XV, probablemente para venderla en el mercado negro.
Estaba ahí el caso
cercano y reciente del cura de Trabada, el valenciano José Emilio
Silvaje, denunciado por la Iglesia y todavía pendiente de juicio por la
desaparición de varias decenas de antigüedades, objetos litúrgicos e
imágenes. Pero en Conforto, no había expolio. “La Virgen está hecha un
cristo”, reconocía un portavoz de la Consellería de Cultura, “pero es la
misma”. (
Silvia R. Pontevedra
, El País, Santiago de Compostela
11 FEB 2015)
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