'Galicia es una tierra increíble, condenada a desaparecer' (Juan Tallón)... La herencia de Fraga...
14/6/18
Feijóo reactiva el mausoleo de Fraga que paralizó en 2013 con un edificio de 17 M
"La Ciudad de la Cultura de Galicia es ese complejo imaginado por Manuel Fraga
sobre un monte de Santiago que debía discutirle el protagonismo a la
mismísima catedral. Corría 1999 y nadie en el PP osaba cuestionar lo que
disponía don Manuel; ni siquiera Alberto Núñez Feijóo, que, como vicepresidente del último Gobierno de Fraga, dejó atado en un Consello de la Xunta de julio de 2005, cuando el PP ya había perdido las elecciones,
la contratación de los dos últimos edificios.
Las obras quedaran
inacabadas porque, ya como presidente, y apenas un año después de
enterrar al fundador del partido, Feijóo decretó su paralización. Ahora
acaba de anunciar que se reanuda aquel “enorme y costoso elefante blanco”, como llegó a calificarlo el periódico 'The Guardian', con la creación de un nuevo edificio de uso universitario.
“La Galicia que decidió hacer el proyecto era la de
la bonanza y la que yo gestiono es la de la crisis”, sentenció en 2013
el presidente de la Xunta para explicar la paralización de las obras,
que llegó cuando el gasto ya se había disparado por encima de los 300 millones de euros,
200 millones más de los presupuestados.
Ahora apela al 'sentidiño'
económico para justificar una decisión “responsable para las arcas
públicas”: la de construir sobre la estructura de lo que iba a ser el
Teatro de la Ópera la sede del hasta ahora inexistente Consorcio Universitario de Galicia.
Es “la más económica de todas las alternativas disponibles”, sostuvo,
ya que construirlo en otro lugar “costaría 30 millones” y su gasto
excede en apenas siete millones el presupuesto necesario para derruir lo
construido.
El nuevo edificio que Feijóo acaba de anunciar tiene un notable valor simbólico,
aunque su presupuesto se mueva en unos parámetros muy inferiores a los
que inicialmente aceptaba su antecesor en el PP de Galicia. Lo que es
más discutible es su utilidad, como se ha encargado de subrayar la
oposición. “Seguir dilapidando 17 millones más en terminar el mausoleo de Fraga.
¿Esta quiere ser la guinda de la era Feijóo en Galicia?”, se preguntó
Ana Pontón, del BNG, que recordó que las obras se paralizaron mediante
un acuerdo en el Parlamento de Galicia aún en vigor.
Xoaquín Fernández Leiceaga,
del PSdeG, dijo que 17 millones serían una “cantidad importante” si se
sumasen a otros fines como “la financiación de la investigación”, y Antón Sánchez, de En Marea, criticó el regreso “al despilfarro” y precisó que “debe haber otras prioridades”.
Más que un símbolo de la bonanza, la Ciudad de la Cultura lo fue de la opulencia. Su creador, el arquitecto estadounidense Peter Eisenman, reconoció en una entrevista en 2010 que no se cansó de advertir de que la cosa no saldría barata.
“Nosotros decíamos que sería demasiado caro. Él [Manuel Fraga]
respondía: ese no es su problema. Decíamos que en la biblioteca cabían
250.000 libros y pedían un millón. Eso hemos hecho”. Tampoco los
sobrecostes asustaban al fundador del PP.
“El tiempo pasa y las cosas
tienden a subir”, se justificaba. Lo importante para él era que, una vez
acabada, Galicia tendría, “además del Pórtico de la Gloria y las torres
barrocas de la plaza [del Obradoiro], algo que será capaz de sonar en
todo el mundo”.
En ese contexto de polémica se movió siempre el
proyecto. El Consello de Contas, por ejemplo, concluyó que el Gobierno
de Fraga “abdicó de la gestión prudente de los recursos públicos”.
Durante la comisión de investigación impulsada durante el breve mandato
del Gobierno bipartito (2005-2009), se puso de manifiesto que el
responsable máximo de controlar ese presupuesto era el cuñado de Mariano
Rajoy, que accedió al puesto de director financiero de la Fundación
Cidade da Cultura sin apenas experiencia profesional.
Se trata de Manuel Fernández Balboa, hermano de Elvira, la mujer del hoy presidente del Gobierno,
que accedió al cargo a los 29 años con un currículo que cabía en un
folio. Su experiencia profesional se limitaba a becario por un año en
Caixa Pontevedra y jefe de explotación provincial del Grupo Dragados. En
su formación académica, solo constaba una licenciatura en Ciencias
Económicas y Empresariales y un máster MBA.
Del entorno de íntimos de Rajoy, lo que en círculos
políticos se conoce como el clan de Pontevedra, surgió también otro
nombre importante de la Ciudad de la Cultura: el de Alfredo Díaz Grande, marido de la diputada Pilar Rojo,
a quien se encomendó la coordinación del concurso internacional que
encargó a Peter Eisenman el proyecto, de acuerdo con el empeño personal
de Fraga.
En su intervención ante la comisión, Díaz Grande aseguró
carecer de memoria suficiente para explicar su contrato ni sus
retribuciones, y dejó sin respuesta todas las preguntas que le
formularon los portavoces del PSdeG y del BNG. “Han pasado ocho años y
no me acuerdo de más historias”, zanjó.
El informe final de la comisión de investigación, que se aprobó con el voto en contra del PP, atribuyó todo lo sucedido con la Ciudad de la Cultura a “un sueño” de Fraga,
recogiendo una expresión del propio expresidente en su comparecencia
ante la comisión.
“Un sueño del entonces presidente que no fue fruto de
ningún proceso racional de estudio, reflexión y participación”, sino que
fue creciendo “impulsado por directrices políticas y partidarias
carentes de racionalidad económica y administrativa, en especial a
partir de las elecciones de 2001”.
Tras escuchar a los más de 30 comparecientes y
examinar los miles de documentos remitidos por la Xunta al Parlamento,
el informe aprobado denunciaba las deficiencias de contratos y adjudicaciones relacionadas con el proyecto,
así como el vínculo establecido por la fundación con empresas en cuyos
órganos directivos figuran antiguos altos cargos de la Xunta.
En la comisión de investigación salió a relucir otro
de los aspectos más borrosos de la Ciudad de la Cultura, el de la piedra
rosada que debía revestir los seis edificios del complejo, una cuarcita
que se extraía en la cantera del entonces alcalde de Ortigueira, Antonio Campo,
del Partido Popular. Según deslizó la Xunta, por decisión de Eisenman.
Según desvelaría este después, por orden del Gobierno gallego. Ocurrió
que en 2008, a mitad de la obra, tal y como habían advertido varios
informes, se agotó el filón de la piedra y hubo que buscar un material de características similares en el estado brasileño de Minas Gerais para traerlo desde allí." (Pablo López, El Confidencial, 30/05/18)
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