"Es para estar preocupado, aquí en los círculos patronales no se habla de otra cosa. Menuda lista de muertos…".
La frase, pronunciada estos días en una conversación privada, resume
una idea que se repite en los últimos meses entre la clase empresarial
de Galicia: su industria está en serios problemas. Es una situación que
ha puesto alerta a los expertos e inquieta a la Xunta, afrontada sin
tapujos por un Alberto Núñez Feijóo que ya reconoce su gravedad de forma abierta. "Nunca estuve tan preocupado por la política industrial como lo estoy ahora", confesó el presidente días atrás.
Las palabras de Feijóo estaban motivadas por la crisis de las plantas de Alcoa en San Cibrao (Lugo), en la que se tambalean 1.700 puestos de trabajo, pero hay más. El reciente y sorpresivo anuncio del cierre de la planta de Endesa en As Pontes (A Coruña) ha sido otro jarro de agua fría; no en vano, llegó a dar trabajo a 4.000 familias, y su influencia económica se extiende de Ferrol a la frontera con Asturias.
En el sector naval acaba de caer una histórica, Factorías Vulcano,
y se tambalea un gigante, Hijos de J. Barreras, el mayor astillero
privado de España, en preconcurso de acreedores. Naturgy ha anunciado el
cierre de su térmica de Meirama. Ferroatlántica, Isowat, Poligal,
Siemens-Gamesa, Reganosa e incluso la incertidumbre que pende sobre
Ence, debido al posible fin anticipado de su concesión en la ría de
Pontevedra, son otros factores de un panorama que excede lo coyuntural.
"Las perspectivas no son buenas", asume José Francisco Armesto Pina, economista del Foro Económico de Galicia. "Hay un pesimismo arraigado
por lo que ocurra con las grandes industrias, porque las pequeñas ya
cayeron con la crisis", subraya.
Lo cierto es que Galicia acumula nueve
meses consecutivos de caídas interanuales del índice de producción
industrial, al confirmarse un descenso en agosto del 6%
respecto al dato del año anterior, frente al 0,5% estatal. Hay que
remontarse a noviembre del pasado año para encontrar un dato interanual
positivo. Son malos presagios, pero la opinión mayoritaria de los
expertos es que lo peor está por llegar. Cuando se trasladen a las
estadísticas casos como el de As Pontes, la situación como es lógico
empeorará.
Los economistas distinguen entre la industria en general y la
manufacturera en particular, un sector que se defiende mejor, y que
sigue en crecimiento en Galicia pese a estar todavía lejos de los
niveles precrisis. El resto, dominado por las grandes, es un
conglomerado diverso que atiende a estímulos distintos, lo que dificulta
cualquier análisis pero no impide que se levanten voces contra la falta
de previsión de las instituciones.
"En el Foro venimos pidiendo
reflexión sobre la política industrial desde hace años", apunta Armesto,
que cita el ejemplo de las térmicas. "La descarbonización nos ha pillado por sorpresa,
como si nadie hubiese querido atender los avisos que llevamos años
escuchando". Pero no todo son malas noticias. "Hay sectores que se
defienden muy bien, como el de la alimentación, el conservero o el
textil, más allá de Inditex".
El catedrático de Economía de la Universidad de Vigo Xosé Henrique Vázquez
coincide en que ha faltado reflexión, y también en salvar de la quema a
sectores que están "en parámetros normales". Sin embargo, el volumen de
las que están en crisis ensombrece todo lo demás. Y responde, en
efecto, a varias causas, pero la fundamental, la que ha extendido la
desconfianza entre los empresarios y la propia Xunta, tiene que ver con
la energía y el CO2. "Son factores que no son nuevos, a nadie puede
sorprender estas dificultades, porque Alcoa consume 3,5 millones de
megavatios, el 20% del consumo total de Galicia. Era previsible que
entrara en dificultades".
El caso del sector naval, con la quiebra
de Vulcano y el preconcurso de Barreras, ambas en la ría de Vigo,
también requiere en opinión de los expertos un análisis aparte. "Más que
un contexto de crisis, lo que se ha producido es una mala gestión",
señala Armesto, que contrasta esa situación con la de otros astilleros
menores que resisten y tienen carga de trabajo, como Freire, Metalships o
Cardama. Pero la imagen del imponente Azora, encargado por The
Ritz-Carlton y empantanado en las gradas de Barreras a medio construir,
es una imagen demasiado poderosa como para no ensombrecer el panorama. La mayoría de los 1.000 trabajadores a
los que afectan los problemas de la centenaria factoría naval están
subcontratados a empresas auxiliares y ya han perdido su empleo.
Otro rasgo de la industria gallega es la llegada masiva de capital extranjero, pero en unas condiciones peculiares. "Vienen a por empresas ya consolidadas, pero no con nuevos proyectos de inversión", lamenta Armesto. La lista es extensa: el nuevo hospital de Vigo, Iberconsa, Barreras, Cupa, Hijos de Carlos Albo o,
muy recientemente, el policlínico Povisa, la segunda empresa de Vigo en
número de empleados.
"Galicia tiene que hacer un esfuerzo para que ese
dinero que llega lo haga asociado a nuevos proyectos. Algo no estamos
haciendo bien cuando se emprenden nuevas inversiones con capital
extranjero en el Norte de Portugal y aquí, a este lado de la frontera,
solo vienen para comprar", opina el miembro del Foro Económico de
Galicia.
Precisamente, del país vecino es de donde aconseja Xosé Henrique Vázquez
tomar nota para prevenir lo que pudiera convertirse en una crisis
generalizada en el sector secundario. "La experiencia de los últimos
años en Portugal debería enseñarnos muchas cosas. Todo el mundo habla de
lo que ha ocurrido allí, y si es un país atractivo para nuevos
proyectos empresariales la razón es que ha hecho las reformas de
carácter institucional necesarias y ha apostado por la innovación",
relata el catedrático.
El 'ranking' de competitividad regional de la Unión Europea ya refleja las dificultades que asfixian a Galicia, que cede 16 puestos y cae hasta el 197 de
las 268 regiones evaluadas, con suspensos en mercado laboral e
innovación, columnas vertebrales del tejido industrial. La relación de
las grandes industrias en problemas o abocadas al cierre pinta un
panorama nada alentador. Estas son sus cinco principales víctimas:
Alcoa. El futuro de la planta de Alcoa en San Cibrao (Lugo) se decide en Pittsburgh,
donde la multinacional anunció su intención de deshacerse de más
activos y también que revisará la capacidad de producción en algunas de
sus plantas. Es una "situación límite", en palabras del 'conselleiro' de
Industria de la Xunta, Francisco Conde, en una comunidad autónoma en la
que la compañía cuenta con 2.200 empleados.
El
pesimismo se ha instalado entre los trabajadores y es compartido por la
Xunta. "A Mariña desaparecerá industrialmente si Alcoa se va, pero este
no es un problema exclusivo de una provincia, es un problema de toda
Galicia", ha advertido Feijóo.
Endesa As Pontes. Endesa anunció el pasado 27 de septiembre el cierre anticipado de su térmica de As Pontes, clave para una localidad de 11.000 habitantes,
para la comarca y para toda una franja que atraviesa Galicia de Oeste a
Este.
Las movilizaciones de los vecinos, que siguieron masivamente una
huelga general el pasado día 16, da muestra de la preocupación existente
por una noticia que no se esperaba a corto plazo, tras la inversión
emprendida por la empresa en 2018 de 217 millones de euros para reducir
sus emisiones. La escalada en las cotizaciones de los derechos de emisión de CO2 han llevado a la compañía a anticipar el fin de la planta.
Barreras.
La del astillero Hijos de J. Barreras, el mayor privado de España, es
una crisis inesperada, porque llega cuando tenía encima de la mesa una
importante cartera de pedidos. El preconcurso de acreedores que acaba de
emprender constata el fracaso de la operación Pemex, la compra por la petrolera mexicana del 51% del capital de la factoría naval viguesa por 5,1 millones de euros,
pilotada por Feijóo.
Barreras no ha cumplido los plazos de entrega ni
se ajusta a los presupuestos comprometidos en el barco que construye
para The Ritz-Carlton y tiene serios problemas con otros dos, lo que la
ha llevado a una situación que amenaza con arruinar a la industria
auxiliar. Sin tesorería y sin posibilidad de realizar cobros relevantes a
corto plazo, debido a los graves errores de diseño que paralizaron en
julio la construcción y los cobros de dos grandes buques para Havila, no
se atisban soluciones para el astillero privatizado en 1995.
Vulcano.
Factorías Vulcano acaba de entrar en proceso de liquidación y de
emprender el despido de todos sus empleados en el año de su centenario,
con una deuda de 209 millones de euros. El del
astillero es un caso similar al de Barreras, al sucumbir a una
desastrosa gestión que le ha enfrentado a dos concursos de acreedores en
los últimos 20 años.
La tercera crisis ha sido la definitiva,
ya con la Xunta dispuesta a no consumir más recursos públicos en una
compañía que ha sido víctima de aventuras empresariales descabelladas.
Aunque llegó a alcanzar el millar de trabajadores, su plantilla se fue
reduciendo progresivamente, por lo que su impacto en el empleo se
producirá sobre todo en la industria auxiliar.
Meirama. Naturgy anunció en enero el cierre de la
central térmica de Meirama, para sumarse al cambio ciclo energético que
tutela la Unión Europea. El desmantelamiento de la histórica instalación
de Unión Fenosa, inaugurada en 1980 por Adolfo Suárez, durará entre dos
y tres años, y permitirá salvar, al menos por ese tiempo, unos 40
empleos. El resto de los 77 trabajadores se irán a la calle a través de salidas pactadas.
Como en otros casos, el impacto del cierre trasciende al del empleo
directo, y tiene un fuerte componente simbólico: el fin de una era de
producción energética que resultó especialmente significativa para la
industria gallega." (Pablo López, El Confidencial, 26/10/19)
No hay comentarios:
Publicar un comentario