"La romería de Santa Marta de Ribarteme, en As Neves (Pontevedra), es una foto de portada garantizada, no solo en la prensa gallega. Suenan las campanas y un puñado de ataúdes abiertos, en los que se desplazan devotos para cumplir promesas, va y vuelve en procesión, de la iglesia al cementerio y del cementerio a la iglesia. Participan devotos de Santa Marta, y también no devotos. De hecho, empezó a detectarse que había más de estos últimos.
Desde que en 2013 el reportero de 'National Geographic' Darren McMullen se infiltrara como un ofrecido más (se metió en un ataúd) para hacer un reportaje, muchos dejaron de ver en la romería su significado religioso. Entre ellos, el todavía cura de la parroquia, que arrastra un enfrentamiento a cara de perro con muchos vecinos por tratar de conservar el espíritu de la ceremonia. El religioso, claro.
Una edición excepcional, no solo por la pandemia
Lucro o no lucro, esa es la cuestión
Un factor fundamental del descontento es el comercial. Lo desveló este mismo martes el sacerdote titular de la parroquia de Santa Marta, Sergio Gómez. “Con lo que sí he acabado es con el comercio que existía en torno a los ataúdes, y con que se cobrase por su alquiler y por portear a personas ofrecidas”, asegura en declaraciones a 'Faro de Vigo'. “No se puede cobrar por actos de piedad y de fe”, explica Gómez, que atribuye el rechazo hacia su persona a la introducción de cambios que “acaban con el negocio que existía alrededor de la procesión de los ataúdes de Santa Marta”. No obstante, asegura que el futuro del desfile con féretros “no corre ningún riesgo”, pero “debe contar con unos límites para evitar que se convierta en un carnaval”.
El origen de ese comercio de ataúdes, que algunas fuentes sitúan en 100 euros por el alquiler de cada uno, se debe a una decisión adoptada por el anterior cura de Santa Marta, que trataba de alejar de la procesión a falsos ofrecidos sin devoción real. Sergio Gómez quiere acabar con esa costumbre, y reconoce que ha entablado negociaciones con una funeraria que proporcionaría los ataúdes de forma gratuita, “de modo que habría suficientes para las personas ofrecidas sin que tuviesen que alquilarlos”.
Gómez es quien se ha enfrentado con mayor ímpetu a la supuesta pérdida de rigor religioso de la romería, lo que ha provocado un distanciamiento con los parroquianos del que de momento no ha salido bien parado. Tras el conflicto del pasado año, el obispado decidió que fuera sustituido por otro cura, aunque él sigue siendo el sacerdote titular. “Me sustituye un compañero hasta que las cosas se calmen”, afirma. El obispado de Tui-Vigo ofrece una versión distinta, y apela a aguardar “al párroco que sea nombrado” para decidir “qué se puede y debe hacer en las circunstancias de años venideros”. Los responsables de la diócesis, no obstante, reclaman evitar que la procesión “sea un espectáculo folclórico y no devocional” y que las procesiones “primen sobre los sacramentos”: “El centro del cristianismo es Cristo y no los santos”.
Santa Marta y San José
Al menos oficialmente, el conflicto de 2020 estalló no por las restricciones al alquiler de féretros, sino por el traslado de la Cruz de Santa Marta al Museo Diocesano de Tui y por el cambio de ubicación de la imagen de la santa en la iglesia. Meses antes de la romería, desapareció del altar central para aparecer en un muro lateral. Los feligreses reaccionaron con indignación. Se celebraron manifestaciones silenciosas durante la festividad de Santa Marta e incluso se inició una recogida de firmas para que la santa recuperase su emplazamiento habitual.
“Queremos que Santa Marta esté en su sitio. Nosotros hemos cuidado la iglesia y fregado de rodillas, tenemos derecho a opinar y a que se nos pregunte antes de hacer el cambio”, afirmó un portavoz vecinal. El sacerdote defendió la conveniencia de situar en el lugar central a San José por ser el patrón de la parroquia. Las protestas vecinales también se extienden a la ejecución de obras con levantamiento de tierras que provocaron la aparición de restos humanos o a la destrucción de una placa dedicada a un párroco de otra época admirado en la parroquia, así como a supuestos cánticos franquistas en espacios públicos.
La indignación vecinal ha hecho mella en el obispado, que además de apartar a Sergio Gómez de la actividad parroquial, ha decidido que tanto la Cruz de Santa Marta como la imagen de la santa en la iglesia vuelvan a sus lugares tradicionales. Pero mientras el cese del actual sacerdote como titular no sea oficial, la tensión se mantiene y crece a medida que se acerca una festividad, la de Santa Marta, que este jueves se vuelve a celebrar sin sus célebres ataúdes." (Pablo López, El confidencial, 29/07/21)
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