6/11/10

La visita del Papa: Decepción entre fieles y empresarios


Vista general de la plaza del Obradoiro, donde el Papa oficia una misa (Foto: EFE, Chema Moya)

"El Gobierno gallego ha invertido unos tres millones de euros con la convicción de que Galicia iba a convertirse hoy en el centro de la atención mundial, pero horas después, es la decepción de comerciantes, hosteleros y fieles la que inunda Santiago

6.000 policías. Horario de 24 horas para los bares. Tiendas de souvenirs abiertas desde las siete de la mañana. Santiago ha amanecido preparado para recibir al aluvión de 200.000 católicos anunciado por la Xunta y el Ayuntamiento para ver y escuchar al Papa. El Gobierno gallego ha invertido unos tres millones de euros de dinero público con la convicción de que Galicia iba a convertirse hoy en el centro de la atención mundial. Pocas horas después, es la decepción de comerciantes, hosteleros y fieles la que se traslada en masa por las calles de la capital gallega.

Desde primera hora, los accesos a la ciudad han estado semidesiertos, sólo unos 300 de los 1.200 autobuses previstos habían llegado al mediodía a los macroaparcamientos habilitados para la ocasión, según fuentes de Protección Civil.

"Los únicos que me han comprado recuerdos de la visita son unos policías sevillanos y unos bomberos de Barcelona. Los peregrinos se han asustado", cuenta Óscar, encargado de la tienda Recordos A Rúa, en el centro histórico de la ciudad y a unos cuantos metros de la plaza del Obradoiro, la zona cero de los pomposos actos organizados por la comisión especial creada por la Xunta para este "acontecimiento histórico". Joseph Ratzinger estaba a punto de aterrizar, y las expectativas de negocio alimentadas desde que hace unos meses anunció su visita se han esfumado." (El País, 06/11/2010)

"Fumata negra en hostelería y comercio por un negocio ruinoso. La visita papal dejó telarañas en las cajas registradoras. A media tarde muchos restaurantes cerraron.

"Xa lle dixen ó vendedor de Coca Cola que non veña nin esta semana nin a que ven". Esa frase de un hostelero resume a la perfección la sensación que dejó la visita papal. Restaurantes y bares se prepararon ante la avalancha que se esperaba. Compraron más mercancía de la habitual. Las autoridades habían cifrado en 200.000 el número de visitantes que llegarían a la ciudad. Pero ni de lejos.

A primera hora de la mañana los quejidos provenían de la plaza de abastos. Los puestos que abrieron coincidían en calificar el día como un sábado pobre. Un aspecto desolador demostraba que esas palabras no eran ninguna invención, aunque para ser sinceros hay que aclarar que las ventas del viernes fueron superiores a las habituales gracias a quienes temieron circular ayer en coche.

Y de la plaza al comercio. Comprar en cualquiera de las tiendas de la cadena Zara en Santiago era sencillo. Ni empujones, ni peleas por hacerse con una prenda. Lo mismo sucedía en otras cadenas textiles que también notaban la falta de clientela. El Ensanche no era una excepción. A las flojas ventas en el comercio se sumaba la estampa de una larga fila de taxis a la espera de usuarios.

Poco antes de comer, y ya con el papa, Benedicto XVI, en la ciudad, no resultaba complicado saborear un aperitivo. Locales de reconocida fama como la Taberna do Bispo, con Ernesto Montes al frente, contaban con un espacio que la mayoría de los días le falta. Lo mismo sucedía en El Patio, en donde la polaca Evelina Zaremba había trabajado toda la noche para servir sobre todo tapas a base de tortilla y tostas calientes, pero ni una sola ración. El Galeón de A Raíña también mantuvo abiertas las puertas toda la noche aprovechando la libertad de horario que se había concedido. El pago a camareros extras no se vio compensado con las ventas.

Después de una mañana en la que la decepción se adueñaba de comerciantes y hosteleros, llegaba la hora de comer, en la que había puestas muchas esperanzas, pero no se cumplieron las expectativas. Restaurantes como A Barrola, que contabilizó 8.500 clientes en un magnífico agosto en su local de la calle de O Franco, había comprado más mercancía de la habitual pero no le dio salida ni a la mitad. Y lo mismo sucedió en establecimientos de las afueras. Los anuncios sobre las dificultades para el tráfico en la ciudad y alrededores atemorizaron a todo el mundo.

Otros empresarios como Germán González, que dirige El Celme do Caracol, A Casa do Medio y Los Caracoles en la emblemática calle de A Raiña, señaló que no se cumplieron para nada las expectativas. De hecho, decidió cerrar alguno de los establecimientos a las cuatro de la tarde por falta de clientes.

Y qué decir de las tiendas de recuerdos. Muchos se preguntan que harán ahora con las banderas del Vaticano y las camisetas con la imagen del Papa que le sobraron. En Trasnos, Chus Vázquez, hablaba de la falta de gente, mientras que en plena plaza de Platerías, la propietaria de Argalladas, Sonia Freire, reconocía que apenas había tenido un puñado de clientes.

Más policías que visitantes, mucha mercancía que apunta al congelador, bocadillos a la basura, recuerdos de la vista papal al almacén... El único consuelo se centra en esperar que la promoción de la ciudad con esta visita sea un negocio de futuro. Es la única esperanza que le queda a comerciantes y hosteleros tras una jornada nefasta en la que la inversión para nada se corresponde con la recaudación." (El Correo Gallego, 07/11/2010)

"La visita del Papa reunió a apenas 30.000 visitantes en Santiago.

La previsión de visitantes fue desde el principio clara: se esperaban 200.000 fieles. Una cifra que dieron por buena y repitieron desde el Arzobispado, la Xunta, el Gobierno y el Ayuntamiento.

Sin embargo, echar cuentas una vez finalizada la visita resulta más difícil: las administraciones públicas consideran que no les corresponde esa tarea y la Iglesia no contesta. "Decenas de miles" y un casco histórico "abarrotado" es la respuesta vaga del titular de Presidencia, Alfonso Rueda, el único que amagó con traducir el día en números.

La realidad es que no se cumplieron las previsiones y las cifras que manejan fuentes de las policías local y nacional estiman entre 20.000 y 30.000 las personas que se acercaron a Santiago." (El País, ed. Galicia, Galicia, 09/11/2010, p. 1)

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