18/10/11

Se empieza a mentar al sr. Méndez, el de la caixa... a buenas horas, tras 'tres décadas de poder intocable'

"Las personas que estos días se sorprenden o indignan por las multimillonarias prejubilaciones pagadas en Novacaixagalicia se preguntan cómo demonios nadie les puso freno. (...)

"Ha reventado la cañería y empieza a salir toda la porquería", describe uno de los pocos consejeros beligerantes. (...)

Sin mayores explicaciones, Novacaixagalicia se devaluó un 88% dejando boquiabiertos a economistas, políticos y a los 7.000 empleados. (...)

Esta historia fue forjada por dos hombres, y no precisamente los directivos que están ahora en la picota. El primero se llama José Luis Méndez, una de las personas con más poder en Galicia durante las últimas décadas. Convirtió a Caixa Galicia, una entidad provinciana en la que había desembarcado en 1981, en la sexta del país.

Se despidió el 16 de septiembre del año pasado entre grandes aplausos de sus consejeros, cerrando la puerta a 29 años de servicio. Sabía que el Banco de España no lo consideraba un "gestor adecuado", para ocupar un cargo en la caja única gallega. En su defensa dejó, dice, unas cuentas sin tachas en las auditorías.
Él más que nadie sabe mover los resortes que proporciona el dinero. En Galicia nadie se atrevía a toserle, ni en público ni en privado. Tampoco al segundo protagonista, Julio Fernández Gayoso, quien durante cuatro décadas pilotó Caixanova.
Un alcalde franquista lo aupó a la Caja de Vigo en 1965. Se jubiló como directivo a los 75 años (ahora tiene 80 y es copresidente), perpetuándose por encima de las limitaciones de edad que marca la normativa. (...)
Don Julio, como se le conoce en Caixanova, hizo en Vigo lo que Méndez en A Coruña: construir a medida el consejo de administración. Porque en Galicia las cúpulas de poder de las cajas no están politizadas, son una extensión de la influencia de los directores.

Encontrar un ayuntamiento que no esté financiado por Caixa Galicia o Caixanova es casi imposible. El 90% paga alguna de sus actividades culturales a través de las cajas, que también apoyaban cualquier proyecto para mayor gloria de los alcaldes. En consecuencia, los representantes de las corporaciones en la asamblea contaban antes con el visto bueno de los banqueros.
"Levantar la mano en una reunión se hacía extraño. Pedir información, una deslealtad", reflexiona un consejero retirado. Los puntos importantes del orden del día se despachaban hacia el final, tras largas explicaciones de cuestiones menos relevantes.
Nadie osaba molestar a Méndez ni a Gayoso, que se asignaban sus propios sueldos. Ni siquiera lo hacía la Xunta. Hasta hace dos años se olvidaba sistemáticamente de nombrar a sus representantes en las comisiones de control.
"¿Cuánto cobraba Méndez? No lo sabemos. El único contrato que vimos de él se firmó hace 20 años", ilustra un delegado del sindicato nacionalista CIG. (...)

Quizá la imagen que mejor lo resume es la de Méndez canturreando una estrofa popular con letra de su cosecha. Ay Sálvora, ay San Vicente, hay cosas en Galicia que solo las hace Méndez. Fue en 2007. Acababa de firmar la compra de una isla con dinero de la caja." (El País, 09/10/2011, p. 23)

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