Karina Fálagan en 1993 / ANXO IGLESIAS
"Fue durante muchos años la atracción de los congresos del PP gallego.
En medio de los recatados militantes conservadores, surgía una mujer
con rotundos escotes y tocada siempre con pamelas interminables, que
hacía felices a los fotográfos achuchando a besos a un complacido Manuel
Fraga.
Caridad Fálagan García, Karina Fálagan (Castrotierra
de la Valduerna, León, 1946), era la reina de la noche de Vigo, donde
falleció ayer víctima de una enfermedad intestinal que la tenía
hospitalizada desde hace días, y una orgullosa y activa militante
primero de Alianza Popular y después del PP. El escritor Francisco
Umbral la definió como "una mezcla entre Matahari y Urtain". Ella se
autotitulaba "la alcaldesa del Atlántico".
Regentó varios clubes de alterne muy populares en Vigo, que ofrecían
además espectáculos musicales con grandes figuras de la farándula, de
Sara Montiel -que llegó a ser buena amiga suya- a Julio Iglesias, Rocío
Durcal o Chavela Vargas. Sus elogios a Fraga no se detenían ante nada.
En una ocasión, en una entrevista en el diario Faro de Vigo, llegó a decir de él: "Un hombre que sabe hacer bien el amor también tiene que gobernar bien".
Sus shows en los congresos gallegos del PP incluían una demostración
de las prestaciones de unas cafeteras británicas marca Cona (palabra que
en gallego significa coño) de las que, según aseguraba, era la
representante en España. Se las vendió a muchos famosos, incluido Julio
Iglesias.
En 1993, protagonizó un sonado incidente en el Parlamento
gallego, donde se presentó para abofetear a una diputada socialista que,
tiempo atrás, en medio de un acalorado debate, había afirmado que el PP
tenía entre sus militantes a "prostitutas como Karina Fálagan". El
Parlamento gallego la denunció en el juzgado, pero fue absuelta.
Llegada de León, se estableció de joven en Vigo, donde se hizo
propietaria de un local nocturno llamado Lady Hamilton y después del más
célebre, el Jonathan Livingston Seagull, un bar restaurante ubicado en
plena playa de Samil.
Una vez al año, organizaba un concurrido concurso
de castillos de arena que acabó convirtiéndose en una tradición en Vigo.
Por su local desfilaban personajes muy conocidos de la ciudad, y mucha
gente de la política, especialmente del PP, donde logró gozar de una
influencia que iba más allá de una simple militante de base." (El País, 29/05/2013)
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