"En agosto de 1997, el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) dirigido por Luis Rubí Blanc anunció una redada para cazar al contrabandista gallego Marcial Dorado Baúlde, el último de los grandes tabaqueros que quedaba por detener en las Rías Baixas.
Esta operación se preparó en plena amistad de Dorado con el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, entonces titular del Insalud y exnúmero dosde
la Consellería de Sanidade del Gobierno de Manuel Fraga.
El arousano
llevaba años esquivando a los aduaneros y ya había traspasado las
fronteras gallegas utilizando otros puntos de la Península para meter
millones de cajetillas en cada atacada.
Sin embargo, la operación, que
se llegó a bautizar como Cabeza de Vaca en alusión al conquistador
español de El Dorado, fue desactivada a los pocos meses con la
destitución de Luis Rubí y de todo su equipo en enero de 1998.
La Dirección General de Aduanas había nombrado un año antes a Rubí
jefe del servicio con el fin de que este joven inspector de Hacienda
acabase con el contrabando. “Marcial Dorado tenía el perfil de tabaquero más respetado,
más poderoso y yo creo que protegido. A raíz de mi cese yo barajé la
posible hipótesis política”, afirma el exinspector.
“Había intereses
económicos fortísimos, negocios de una rentabilidad enorme y tal vez
pidió ayuda porque éramos incómodos. Yo admito que me sacaron de en
medio y ahora veo las razones con otra perspectiva”, añade Rubí. El
joven licenciado en Icade recuerda con nitidez su efímera pero intensa
etapa en Aduanas que se convertiría en una especie de obsesión por
descabezar el negocio tabaquero en Galicia.
Recibe a EL PAÍS en su
despacho del prestigioso bufete de abogados que ahora dirige en Madrid,
dedicado a detectar alertas en operaciones fraudulentas en bancos y
empresas multinacionales como experto en blanqueo de capitales, en
excedencia de la Agencia Tributaria. “Dorado tenía un grupo muy potente y
la mayor estructura empresarial, en realidad movía una fortuna”,
afirma.
La investigación llevó al SVA a conocer uno a uno sus negocios,
incluso las amistades que frecuentaba. “Es cierto que se relacionaba con
políticos y esto es algo que nunca me ha dejado de sorprender, porque
en realidad era una práctica extendida y aceptada”, comenta Rubí.
El
exdirector de Aduanas asegura que en su etapa en el organismo advirtió “
un gravísimo error en determinadas autoridades” de la Xunta de Manuel Fraga con el contrabando de tabaco.
“Muchos hablaban de los tabaqueros con benevolencia, con buena o mala
fe, vamos a dejarlo así.
Pero algunos políticos se dejaban querer
pensando que eran buenos. Y a mí me sorprendía esa permisividad de que
no era para tanto. Pero si ustedes son permisivos en esto, al final es
un tema de mercado, al final va a derivar hacia negocios más rentables
como el blanqueo o el narcotráfico”, enfatiza Rubí, quien tacha también
de “inadmisible” el argumento de que “no es lo mismo el narcotráfico que
el contrabando”:
“Quizá, porque yo nunca pude verlo, estos empresarios,
entre comillas, algún tipo de ayuda o financiación daban a los
políticos. Esto son indicios, sospechas que teníamos por lo que estaba
ocurriendo”.
El exinspector de Hacienda llegó a la dirección del SVA con aires
reformistas. Se propuso potenciar el departamento con unidades
especializadas en delitos económicos, después de su experiencia como
administrador judicial de la Audiencia Nacional en la gestión del
patrimonio embargado a narcotraficantes, como es el caso del pazo de
Baión, de Laureano Oubiña, o el de Vista Real, del clan de Los
Charlines.
En pocos meses los cambios impulsados por Rubí comenzaron a resultar
incómodos para la vieja guardia del SVA, pese a lo cual él decidió pisar
a fondo el acelerador contra los contrabandistas. En un momento de las
investigaciones los agentes se acercaron un poco más a Dorado.
“Detectamos un contacto, un político que hablaba con él y teníamos una
intuición. Después me dieron algunas claves de qué personaje podría
tratarse pero en aquel momento no pudimos llegar a ninguna conclusión
clara. Ahora, al ver las fotos con Núñez Feijóo, pensé que podría ser
él. Creo que era más una relación personal que empresarial”, recuerda.
A costa de subir la presión a los tabaqueros, en año y medio el
equipo de Rubí logró reducir a la mitad la entrada de tabaco. “Cuando me
informaron de que Marcial se codeaba con algunos políticos, pensé que
había que andar con cuidado porque ellos veían en otro plano el tabaco y
a estos señores se les valoraba como empresarios”.
Sin embargo, optó
por “pisar el acelerador” en sus investigaciones y anunció la detención
de Dorado. “Siempre me quedó la duda. Las fechas de las fotos son muy
significativas y no he podido evitar el pensamiento de que por apretar
el acelerador alguien pudo plantear mi cese”, confiesa el exdirector del
SVA. Las pesquisas de Rubí y su equipo nunca acreditaron negocios del
contrabandista arousano con altos cargos de la Xunta.
Después de que Aduanas enviara la advertencia a Dorado Baúlde
de que iban a por él, uno de los abogados del contrabandista se
entrevistó con el entonces fiscal anticorrupción para exigir
explicaciones. En enero de 1998 Rubí y sus colaboradores fueron
destituidos y, aunque se habían ganado muchos enemigos en el cuerpo, él
siempre pensó que había sido un error intentar detener a Marcial Dorado.
“Sí, lo pensé todo este tiempo, tal vez toqué una fibra sensible y el
botón equivocado. Le pegamos durísimo al contrabando. ¿A qué políticos
perjudicabas con ello? No lo sé”, señala Rubí. “Nunca recibí ninguna
instrucción de paralizar nada pero a mí me cesaron y la operación de
Marcial quedó ahí. Nunca se le llegó a detener por contrabando. Aunque
también reconozco que puse el servicio patas arriba y contaba con pocos
apoyos para cambiar las cosas”, se lamenta.
Días después de su destitución, la Dirección General de Aduanas
esgrimió para explicar su cese que Rubí “hiizo unas cosas muy bien y
otras muy mal”. El hombre que anunció el arresto de Dorado por
contrabando en 1997 dejó tras su destitución Aduanas para administrar
judicialmente el Atlético de Madrid y posteriormente decidió ejercer
como abogado.
“Yo no puedo decir que Marcial Dorado me cortó la cabeza
pero advertí cierta inquietud cuando le mandamos el mensaje de ‘cuelga
las botas que vamos a por ti’. Lo que pasa es que tenté un resorte
delicado, probablemente político, pero no puedo apuntar a nadie. Solo
intuyo que si hubo un hombre equis para cesarme, Núñez Feijóo solo
estaba en el entorno y habría otros más importantes por encima”, aclara." (El País, 14/07/2013)
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