"Uno de los narcos más veteranos de las Rias Baixas accede a
contar "la verdad", su verdad, bajo una serie de condiciones: no revelar
su nombre ni su procedencia, no hacer fotografías y maquillar un par de
cifras y detalles para evitar que puedan identificarlo.
Habla durante
cuatro horas largas en el comedor de un restaurante, con el cierre
echado, ayudado de varios paquetes de tabaco, una frasca de licor de
café y barra libre de cerveza sin alcohol. Lo que sigue es una
reconstrucción en primera persona, ajustada a la literalidad de la
entrevista.
Nací en un pueblo de la Ría de Arousa y he sido
narco durante más de 30 años. No he tenido otro trabajo. Pasé meses en
Colombia y estuve dos veces en la cárcel. Ahora estoy en libertad condicional,
retirado. Dedico el tiempo a otras cosas, a llevar un vivero en la ría,
a dar paseos… Pero conozco a mucha gente y sigo cotizado.
Me llaman
todas las semanas para proponerme descargas con los colombianos, con los moros...
Me niego porque esto se ha puesto que da asco. Lo peor es que te
acostumbras a un nivel de vida que no puedes mantener y a veces entran
ganas de descargar otra vez. Te tientan y te lo piensas, pero no creo
que vaya a hacerlo.
Yo empecé en 1979, como tanta gente de mi quinta. La primera vez trajimos heroína desde Holanda.
Fue una cosa muy fácil y pronto repetimos. Solo teníamos que cargar los
coches allí, donde nos colocaban la mercancía unos turcos. Luego
cruzábamos Europa con el paquete, hasta Galicia. Teníamos contactos en
las aduanas por si acaso.
No había dificultad. Y te acostumbras rápido.
Al principio es mucho estrés, pero te metes en la espiral y ya no lo
notas. Tienes el estrés normal de cualquier persona que tiene muchas
cosas encima, pero el riesgo lo asumes como parte de tu vida. Alguno hay
que se enganchaba al alcohol o las drogas, pero yo no he tenido
problemas. Mi único vicio serio es que fumo tabaco.
Durante un tiempo, al principio, hice también descargas de
cigarrillos. Nos pusimos a trabajar para una compañía. Le decíamos así,
compañía, porque eran muy serios, una manera de trabajar que se perdió
con la droga. Daba dinero a mucha gente y a los aduaneros también. Y la Guardia Civil. Al principio esperábamos con pateras de 9 a 12 metros para descargar en tierra.
Luego ya empezamos a ir también con la 'xurela' hasta el mercante, al del Miñanco y a otros de los grandes, de los más importantes. Los barcos se desviaban de la ruta, cargábamos la 'xurela' con 900 o 1.000 cajas de tabaco
y luego en las planeadoras entrábamos en la ría. Hasta el año 98
estuvimos haciendo eso. Una descarga a las once de la noche y otra a las
cinco de la mañana. Pum y pum.
Con la droga se gana mucho más y claro... Lo primero grande, grande, que hicimos fue cargar un velero con 1.000 kilos de heroína en Turquía
y meterlo por Cartagena. Desde allí, pum y pum, en coche hasta Madrid.
Al estar bajando al sur como bajábamos, conoces gente. Había unos belgas
y unos holandeses que iban a Tánger. Nos pusieron en contacto con los
marroquíes y empezamos a meter hachís con un pesquero. Eran grandes
cantidades, cargas de 10.000 o 20.000 kilos.
Salíamos con torpederas de tres o cuatro motores y descargábamos. Pum
y pum. Era también muy fácil, un juego del gato y el ratón en el que
estaban todos jugando. La gente aquí sabía de que iba la historia y se
apuntaba, también los malos. Para nosotros los malos son la policía,
los que vigilan y hay que pagarles.
De los 10.000 kilos nos quedábamos
3.000, pero había que repartir entre muchos: a los de los controles
aduaneros, a la Guardia Civil, a los que te avisan si viene alguien y a
mucha más gente. Solo el armador, el que ponía el barco, se quedaba el
15 por ciento.
Nuestro trabajo era organizar bien la logística marina. A mí el mar me gusta. Se trataba de meter la mercancía en tierra
y almacenarla hasta que se hacía el reparto. El hachís daba más dinero
que el contrabando y los malos no se lo tomaban muy en serio.
Si por
descargar tabaco se pagaban 10.000 pesetas cada noche, con el hachís
eran 500.000. Eso los más pringados. El patrón del barco se llevaba cinco millones por descarga,
el mecánico tres millones y cada marinero a bordo 2,5. Aun así, había
gente que empezó a engañar a los moros y vinieron problemas.
Ellos, es claro, empezaron a buscar otras maneras y a reducir los
márgenes. Y nosotros espabilamos también. Para ahorrarnos el 15 por
ciento que se llevaba el armador del barco, empezamos a comprar zódiacs
semirrígidas. Las teníamos desmontadas, dobladas, hasta el día del
trabajo. La primera que encargué yo fue una de 12 metros y tres motores Yamaha, que son los mejores para estas cosas.
Los moros estaban hasta los putos huevos de que los españoles les engañásemos y empezaron a irse con los holandeses y los franceses
de Tánger. Ellos controlaban el hachís y cambiaron el trato. Dijeron
que la mercancía ya era toda para ellos, que se encargaban de venderla
en España o donde fuera con su gente. Así que solo te pagaban el
transporte, a unas 30.000 pesetas por kilo.
Seguía siendo mucho
dinero. Vivíamos en una burbuja de lujos, putas, cochazos. Lo primero
que hacíamos con el dinero era comprar un cochazo. El más tonto tenía
uno grande. La policía se pone muchos méritos pero era mucho culpa
nuestra, que éramos unos burros y les dábamos todo hecho. Terminábamos
una descarga y nos íbamos todos a putas.
Llegábamos allí y la putita de turno era confidente y
ya sabía si uno era fuerte en hachís y otro en coca. Les contabas de
todo para fardar, a veces hasta exagerando. Había algunos muy tontos.
Además íbamos todos cargados de oro, con un Porsche o un BMW. ¿De dónde
saca dinero un pescador para todo eso? A mí me lo preguntaron en un
juicio y me quedé callado porque no sabía qué decir.
El dinero del hachís y la heroína se clareaba fácil. Nos pagaban en
libras inglesas y en florines holandeses. Nosotros íbamos a Portugal con
eso y nos traíamos pesetas. El coche lleno de pesetas.
Se colaboraba. La Guardia Civil se llevaba entre 12 y 14 millones por
cada descarga, a repartir entre tres o cuatro de ellos. No eran los que
más ganaban, pero tampoco tenían que hacer nada.
En aquellos años nosotros éramos ya más o menos grandes, de los grandes de la zona. Éramos tres jefes y teníamos unas 25 personas trabajando con nosotros.
Con ese operativo ya planteamos meternos en la blanca, que era un salto
a más. Contactamos gente de un clan de aquí de la ría y nos dijeron de
meter 4.000 kilos.
Se habló de cómo hacer el transporte, nunca de
comprar o vender droga. Eso no lo hacen ni los grandes porque los
colombianos tienen aquí y en Madrid oficinas y gente. El narco gallego
se quiere poner al mismo nivel que los colombianos pero es otra cosa.
Aquí hemos sido mayormente transportistas.
Para ese trabajo en concreto nos preparamos bien y llegamos con una
semirrígida de siete metros y cinco motores Yamaha, que son los más
fiables. El trato era ir a las Azores a recoger "el marisco" que traía
un pesquero viejo que después mandaron a pique. Cuando llegamos al barco
a mi me empezó a oler a chapuza.
El pesquero no tenía
gasolina para darnos y nosotros íbamos muy justos, así que pusimos tres
motores en lugar de cinco y fuimos despacito. Pum y pum. Se navegó bien y
llegamos hasta las pateras que teníamos a 15 millas de la costa. Nos
salió perfecto pero esa gente nunca pagó. Ahí es cuando decidimos que en
la blanca no íbamos a trabajar ya para nadie.
Yo tenía un
contacto en Madrid y, gracias a él, me fui a Colombia a negociar
directamente un porte. Aterrizamos en Medellín, nos recibieron, nos
explicaron… Estuvimos casi un mes allí. No puedo contar mucho de
aquello, pero te lo puedes imaginar. Estábamos a 'gastos pagos' un mes
entero: putas, fiestas, caralladas, conociendo hoteles y
en mansiones. Al final se acordó hacer un transporte de 3.000 kilos al
30 por ciento. Y de aquella sí que cobramos. Fue una fortuna, aunque
hubo que repartir mucho.
¿Cómo se hace? Es una cosa muy seria, un trabajo difícil. Se iban a
Hong Kong a comprar remolcadores, que siempre estaban en el mar. De un
lado para otro. Cuando había descarga se quedaba a una hora en un punto
determinado, a unas 100 millas de la costa, por ejemplo de Venezuela,
Brasil o Ecuador. Se esperaba en las coordenadas que te decían y ellos
bombardeaban la mercancía desde aviones.
Caía del cielo y se quedaba toda la droga flotando con boyas.
Algunos dicen que lo hacían fondeando con sacos de sal, aunque yo eso
nunca lo vi. Dicen que metían pesos de sal y, cuando se disolvía, el
paquete subía solo. Luego recogías la mercancía, la acercabas en un
pesquero y luego con las gomas la traías a tierra. Pum y pum.
Aquella cosa
fue bien y yo volví a viajar a Colombia como lugarteniente. Negociamos
traer 5.000 kilos. Me tiré un mes en Medellín, luego subí a Cartagena,
de allí pasé a Venezuela y me entrevisté con el capitán de la
organización. Acordamos las coordenadas para la subida de los 5.000
kilos. Hice bien los deberes, volví a Galicia y dejamos allí a alguien
de confianza, a cuerpo de rey, como fianza humana.
La
cosa iba adelante y me dieron 60.000 euros para empezar a montar el
operativo y prepararlo todo. Ya lo tenía listo cuando empezamos a notar
seguimientos, cosas raras en los teléfonos. Yo decidí echarme para atrás
y mira, al poco tiempo cayeron otros, también con 7.000 kilos. Menos
mal.
Estuvimos con una cosa y con otra, pero la última vez que
intentamos traer 'blanca' fue hace cuatro años, cuando fuimos a
quitarle 2.000 kilos a un carguero. La cosa ya te digo que es cada vez peor
y ahora no te ofrecen ni para gastos. Tuvimos que poner el dinero de
nuestro bolsillo para preparar la descarga y al final nos chulearon. Me
olió mal desde el principio porque nos prometían el 40 por ciento, una
cosa que no te da ya nadie.
Preparar una descarga es una inversión muy gorda. Hacen falta por lo
menos 300.000 euros para que salga medio bien. Por ejemplo, hay que
tener un tío en el aeropuerto de Santiago y otro en el de Vigo, para controlar cuándo salen aviones con radar,
los 'paxaros'.
También hay que conseguir teléfonos limpios. Esos se
compran en Portugal, donde no piden DNI; o se contrata a pringados a los
que les das 30 euros por sacar una tarjeta a su nombre. Hay que pagar
también a toda la gente que vigila en tierra y te lleva días ir
apuntando los horarios de las patrullas para ver cuándo es mejor
hacerlo.
Luego hay que alquilar las naves, almacenes, cerca del
mar para esconder la mercancía. Y hay que montar la barca, que son unos
200.000 euros. Cada motor son 2.000 y luego toda la gasolina, que se
saca de poco a poco para que no cante. Se deja todo desmontado porque si
lo montas te lo pueden lapar los malos y ya te tienen localizado. Y los
todoterrenos también escondidos para que no los lapen, claro. Ya te
digo, por menos de 300.000 euros no descargas.
Así lo hicimos aquella vez. Teníamos todo cargado, el combustible, la
gente repartida y nos subimos a la goma con los pasamontañas. Echamos el
bicho al agua. Pum y pum. A las dos millas me pongo en contacto con el
hijo de puta del barco. Le digo que estoy a una hora y media de cenar
con él y me contesta que me quede quieto que se encarga él de traer el
marisco.
Ahí ya supe que nos estaba chuleando porque
¡qué coño quedarse quieto! ¿Para qué? Justo en eso me llamó el de Vigo y
me dijo que había salido un 'paxaro'. Yo creo que nos vieron, pero
íbamos vacíos. Y nos volvimos corriendo.
Los cabrones nos usaron para despistar y echar la mercancía por otro
lado. No es solo el dinero, es el riesgo. Si te pillan en esas, cargas
el muerto, aun yendo vacío. Te pueden trincar por muchas cosas:
por salir a la mar sin permiso, sin tripulación regulada, con ese
operativo y los pasamontañas. Te hunden y les da igual. Cuando te usan
como señuelo, tienes suerte si solo pierdes la pasta. Es fácil acabar
cargando culpas. Después de aquel golpe decidí retirarme.
Ya te
digo que es un negocio difícil. Te tienes que cuidar de los chivatos, de
los malos, de las traiciones, de los radares térmicos, de los
'paxaros'... Ahora tienen radares que saben hasta la comida que llevas a
bordo. Antes no se enteraba nadie de lo que hacías fuera,
ahora el mar está muy controlado por satélite. Te piden hacer descargas
cada vez más difíciles y la gente que hay ahora metida no tiene palabra
como se tenía antes.
El negocio ahora es que los colombianos tienen mucha mercancía en África.
Tienen almacenes llenos en Guinea Bissau, en Senegal... Ellos
piensan que una vez que la tienen en África ya está en Europa y no es
así. Se están dando cuenta ahora. Tienen muchísima droga en África y no
saben cómo sacarla de allí. Allí lo tienen muy fácil porque trabajan directamente con los ejércitos
de esos países, en sus propios almacenes.
Y lo que te ofrecen ahora es
ir a buscar la droga a África. Arriesgadísimo. Si lo hago yo, estoy
muerto. Son 2.500 millas de navegación... Los colombianos se tiran de
los pelos porque nadie quiere hacer ese trabajo. Lo que consiguen meter
ahora es con los rusos o por contenedores. Eso es un cachondeo.
¿Cómo
se hace? Pues por los puertos. Está fuerte en Bilbao, Barcelona,
Valencia... Se trabaja mucho con el gancho ciego. Para que lo entiendas,
te lo explico. Imagina que en un puerto de Ecuador, de Argentina, de
Brasil o Venezuela pagas a alguien para que saque mercancía del
contenedor de una empresa gorda y meta en su lugar mochilas con 'blanca'
o con lo que sea. Sobre todo lo hacen con productos secos y congelados.
Hay que cuidarse de meter el mismo peso, porque lo calibran. Cuando el
contenedor llega a España tienen alguien aquí en el puerto que falsea el
doble precinto y sacan las mochilas con droga. Los guardias mismos te lo dan fuera del puerto.
Entra mucho ahora mismo así. Otra cosa es el hachís, que sigue entrando
por el sur, como siempre. Allí se trabaja siempre con la Guardia Civil.
O eso, o estás muerto. Normalmente se compra al capitán y él te dice el
día y la hora en la que hay que entrar para que no te pillen. No como
antes pero sigue habiendo mucha corrupción.
De mi experiencia en Colombia tengo muchos recuerdos, pero nunca contactas con Pablo Escobar o con la Condesa,
sino con gente de segunda o de tercera. No he visto la serie esa de
'Narcos' y no sé qué dicen, tampoco he leído libros del tema porque me
lo sé mejor yo que el libro. ¿Para qué cojones voy a leerlo? Pero te
digo que nadie tiene línea directa aquí con los grandes de allí. Esos están en la montaña y no usan nunca un teléfono para hablar contigo. Tú con quien tratas es con su gente en la ciudad, sus segundos o terceros, en mansiones en Medellín y esas cosas.
Los
colombianos también trabajan ahora mucho con los rusos en el Pacífico,
con esos y los mexicanos son los únicos con los que hablan de tú a tú. Y
con esa puerta de entrada ya tienen la mercancía en toda Europa. De lo
que llega por Rusia aquí hay chavales que siguen moviendo mochilas y
haciendo alguna descarga, pero no como antes.
Antes medio pueblo estaba metido, ahora ya no.
Ahora son traquetos, que compran un kilo y hacen diez mezclándolo con
tetracaína y mierda. También en Madrid hay muchos laboratorios donde se
mezcla y se hacen cosas. Está más ahora en Madrid que en Galicia, porque
allí hay muchos panchitos, como les llamo yo a los sudamericanos, pero
con respeto.
En Marruecos es diferente. Con los moros se trataba más
directamente. Yo conocí en persona a los grandes. Me recibían en grandes
casas pero no se dejaban ver fuera. Allí todo está comprado, todo se
puede comprar con dinero, más que en España. Solo se torció un poco cuando la UE presionó al Mohamed, al rey, porque le dieron dinero a cambio de meter mano al hachís. Y al menos un poco de teatro ha tenido que hacer.
He
estado preso varias veces, muchos años en total, en un sitio y en otro.
Pum y pum. La primera vez cogieron con 15 kilos de heroína, poca
cosa, a un turco al que yo estaba esperando en un hotel de Madrid y nos
cazaron a todos. Luego resulta que de los 15 kilos que se llevaron, la
policía apareció con dos. Se guardan mucha droga para pagar confidentes
en especie y para sus trapicheos.
La siguiente vez fue más
grave. Nos cazaron con 10.000 kilos de hachís, de los cuales aparecieron
8.000. Aquella vez fuimos entregados directamente porque pillaron la
mercancía ya en tierra. Alguien cantó... Lo peor de este mundo, para mí, no es la cárcel.
A eso te adaptas. En España las cárceles no son duras. Si te
mentalizas... Si vas de humilde y ayudas a la gente, no te pasa nada. No
hay que ser fantasma, ni fanfarrón, y te respeta todo el mundo. Hay
códigos. De mi experiencia te digo que hay más gente de palabra en
prisión que fuera.
Pero te decía que eso no es lo peor. Si pudiera volver a empezar no
me dedicaría a esto, pero no por la cárcel, sino por las ratas, por las
traiciones. Ahora cada uno salva su culo y te vende.
Por eso muchos estamos prácticamente retirados, porque no hay ya ley del
silencio como antes. Así no se puede trabajar. De la gente grande al
que más admiro es al Viejo Charlin. Y es por eso, porque siempre ha
respetado el código. Ni se caga, ni se lleva a nadie. Él no habla ni de
Dios.
Violencia sí que hubo, no te voy a contar mucho de eso, pero te puedo decir que la hubo tenía que haber sido el doble. Se han cobrado pocas víctimas,
menos de las que se tenían que haber cobrado con las barbaridades y
traiciones que se han hecho. Las ratas son ratas. Lo que quiero decir es
que si hubo un 30 por ciento de violencia, tenía que haber sido un 60
por ciento. En mi entorno tenía que haber habido más de la que hubo, es
lo que te puedo decir.
Una de las cosas que dan más pena es que al clarear el dinero hemos jodido a la pobre gente
que te hacía un favor y acababa en problemas serios. A mí me han
respondido todos, no me ha tirado nadie. Hacienda en los últimos seis
años ha empezado a controlar en serio y están llevándose muchas cosas,
te levantan mucho dinero. Una manera de clarear era comprar o montar
empresas ruinosas, que después facturaban el dinero de la droga. En
Madrid hay muchos abogados especializados que te lo arreglan. En Galicia
ahora también. Algunos no se fían y lo tienen en billete, en casa...
Depende.
La tecnología es buena para casi todo, pero para este negocio es muy mala. El móvil es muy peligroso,
no lo quiero ni ver. A veces el chivato es un tonto que simplemente
mete un móvil apagado en una reunión... Cuando me pillaron. Los malos
tenían 14 tomos de nuestro caso, casi todo eran grabaciones. Estaba todo
lo que habíamos dicho ahí, incluso los 7.000 kilos de cocaína." (Ángel Villarino , El Confidencial, 16/10/16)
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