"En Galicia, el sector social de población que no se sentía
representado por el bipartidismo PP/PSOE tenía como única opción
electoral el BNG. El BNG acogía íntegramente el voto nacionalista, pero
también aquel no nacionalista que lo consideraba un espacio de ruptura.
Históricamente, cuando el BNG fue capaz de mostrar un rostro de mayor
preocupación por las dinámicas sociales, obtuvo sus mejores resultados.
Al contrario, cuando transmitía mayor preocupación por cuestiones
identitarias despertaba mayor rechazo. El declive que se inicia en el
bipartito tiene que ver, en gran medida, con la progresiva deserción de
los votantes prestados del sector menos nacionalista.
Entre las muchas
razones que llevaron al fracaso del bipartito, probablemente, la mayor
fue la desafección de unos votantes que vieron frustrados sus anhelos de
cambio social real, relegados por polémicas estériles sobre cuestiones
identitarias.
El estallido del 15M abrió una posibilidad de superar la dicotomía
nacionalismo/no nacionalismo asumiendo propuestas de mínimo denominador
común enfocadas sobre todo al cambio social. El BNG no conseguía ampliar
su base nacionalista mientras iba perdiendo a su votante no
nacionalista que acrecentaba su orfandad.
Tal nicho de desencantados fue
el que aupó a AGE. Su relativo éxito fue el de proporcionar una voz a
un sector desilusionado que necesitaba una nueva fuerza de ruptura. AGE
no fructificó por razones diversas, entre las que no fue menor su
incapacidad para trabajar juntos y aunar las divergentes culturas
políticas de los partidos que conformaban la coalición.
Posteriormente, la emergencia de Podemos abría la posibilidad de
recuperar a todo ese magma de excluidos del nacionalismo y ofrecía lo
que parecía la opción más sencilla: un partido, el BNG, que podría
aspirar a aglutinar todo el espacio nacionalista, y otro, Podemos (+IU),
que podría ocupar un espacio hasta entonces huérfano y crecer sobre
todo a costa del PSdeG. Podría ser algo parecido a la situación de Bildu
y Podemos en Euskadi.
La hipótesis de En Marea vino a frustrar lo que parecía la opción
natural. En Marea surge con la idea ambiciosa de aglutinar esos dos
grandes nichos electorales; de proporcionar un espacio superador de la
disyuntiva nacionalismo/no nacionalismo que pudiese convertirse en una
opción electoral mayoritaria.
La mentira original: El espejismo de la participación popular
Como resulta obvio, para ocupar un espacio hay que desalojar a los
cuerpos que anteriormente lo ocupan. Así, la hipótesis En Marea requería
que se cumpliesen al mismo tiempo dos premisas:
1) La automutilación de Podemos.
2) La implosión y desaparición del BNG.
Ambas acciones necesitaban de una legitimación previa. Y esta función
la cumple el mito fundacional de En Marea: la mentira original del
“mandato popular” y el “partido hecho desde abajo”. Desde su génesis
hasta día de hoy no hay ni una sola acción importante de En Marea que no
haya sido ordenada, organizada, dirigida y comandada por un pequeño
grupo de militantes y personajes selectos.
Desde su aparición como
coalición electoral, a la elección de sus órganos directivos, desde la
elección de los miembros de su coordinadora y la propia elección del
cabeza de lista electoral que podría resumirse con la frase: “Cuatro
tíos se juntaron y eligieron a otro tío”, todos sus acontecimientos
tienen la firma de media docena de personas reunidas en conciliábulo
masculino.
No hace falta entrar en detalles acerca del proceso constituyente de
En Marea, por quién fue tutelado y dirigido. Un solo detalle da la
medida. Para inscribirse en la web que refrendaría lo ya acordado
previamente, había que aceptar un manifiesto escrito por tres personas
en lo que recordaba a viejos juramentos de aceptación de sacros
principios. Item más.
En Marea ya no es que carezca de mecanismos
realmente participativos sino que es una organización opaca y que se
mueve en el peor de los secretismos. Secretas son las actas de su
coordinadora, secretas las personas que la integran y secreto cómo se
eligen; secretas las reuniones para las “listas de consenso”, secretas
las contrataciones de personal y secretos los criterios utilizados para
estas.
Mientras tanto, los panegiristas de En Marea se esforzaban por
falsificar esta realidad con una inacabable producción de palabrería
hueca, confluencias 4.0 y metáforas marinas. Pero en ni uno solo de
estos textos se concretaba cómo esos “de abajo” podían protagonizar la
nueva formación, o qué mínimos mimbres de denominador común podía tener
esta. El objetivo, obviamente, no era construir realmente un proceso
participativo sino, al contrario, enmascarar una organización
obscenamente vertical." (Jorge Armesto
, Diagonal, 17/01/17)
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