"Como si de un castillo de naipes se tratara, el entramado empresarial
de Galicia se desmorona desde que le falta el comodín de las cajas de
ahorros, y arrastra con él decenas de millones de euros de una fallida
política de ayudas públicas.
La fusión y posterior desaparición de
Caixanova y Caixa Galicia han dejado a la economía gallega sin el balón
de oxígeno que la venía asistiendo, y probablemente inflando.
La
relación entre la caída de la efímera Novacaixagalia y Pescanova es
estrecha. Aunque de forma más indirecta, otras dos compañías históricas
del textil y la decoración, Caramelo y Pórtico, se tambalean sin
flotador de las cajas al que asirse.
La semana, que se completa con el
anuncio de cierre de T-Solar, la segunda mayor fábrica de placas solares
de España, no pudo ser más negra para la economía de Galicia, empeñada
en desmentir el mensaje de la Xunta de que capea la crisis mejor que el
resto.
Pescanova, Caramelo y T-Solar se hunden además con ingentes
cantidades de dinero público en sus bodegas. El primer caso es
paradigmático de la nueva economía postcajas, que en los años de
crecimiento económico, e incluso después, entraron en su accionariado y
respaldaron su política expansiva con créditos generosos.
Claro que
Pescanova no sería lo que es ni tendría a Manuel Fernández de Sousa al
mando si ya en 1995 el entonces presidente de la Xunta, Manuel Fraga, no
hubiera rescatado a ambos con 7.000 millones de pesetas (42 millones de
euros) de las arcas autonómicas, ante el intento de compra por la
multinacional Unilever.
En otras muchas ayudas en 2004 llegarían otros
cinco millones de euros para ampliar su factoría central y después un
plan acuícola a la medida.
En Caramelo, que el 15 de abril
solicitó el concurso de acreedores, no se cae solo el dinero de las
cajas o el que el multimillonario Manuel Jove obtuvo de la venta de
Fadesa, sino también el de la Xunta, que posee el 7,5% del capital y se
sienta en su consejo de administración. Esta semana se ha sabido que el
concurso de acreedores solicitado por T-Solar conlleva el cierre de su
planta en las inmediaciones de Ourense.
Nacida al amparo de las
primas a las energías renovables y en alianza de Isolux con cajas de
ahorro, su cierre entierra decenas de millones de euros de fondos
públicos de un proyecto que nació al amparo del Gobierno bipartito, la
alianza de socialistas y nacionalistas que gobernó Galicia entre 2005 y
2009.
En el caso del Grupo Pórtico, el principal acreedor se llama
Novagalicia, el banco heredero de las cajas, que no está en condiciones
de ser generoso en la renegociación de la deuda.
Cuando Jove se
decidió a entrar en Caramelo a finales de 2008, lo hizo con el apoyo de
30,5 millones de euros del bipartito, 27 de ellos en créditos y avales y
el resto, directamente al capital. Pocos meses después emprendía su
primer ERE, de 237 trabajadores.
En 2010, ya con Alberto Núñez Feijóo,
la Xunta del PP inyectó otros 5 millones de euros más vinculados al
mantenimiento de los puestos de trabajo. Se trataba de internacionalizar
la empresa, pero el modelo Inditex solo le funciona a Inditex, el
gigante gallego del textil que aguanta impasible en medio del ciclón.
La
deuda reconocida de Caramelo asciende a 100 millones de euros, el 43%
de ella con los bancos. Y sí, en efecto, Novagalicia encabeza de largo
la lista de los acreedores.
Aunque la marca Pórtico pueda resultar
menos conocida que Caramelo, su volumen de empleo es mucho mayor: 850
trabajadores frente a los 132 de la compañía de Manuel Jove y la Xunta.
Claro que 500 de ellos están en sus casas desde el ERTE de septiembre.
La crisis sorprendió a la empresa cuando comenzaba a afrontar una
inversión de 20 millones de euros en un almacén robotizado, en este caso
sin ayudas públicas de ningún tipo.
La deuda ahora supera los 30
millones de euros, según fuentes sindicales, difícil de afrontar cuando
la caída del consumo se traduce en unas pérdidas de en torno a los 10
millones de euros anuales. Con todo, la compañía está empeñada en una
difícil negociación con los bancos para tratar de salir adelante.
T-Solar,
de la que la Xunta posee el 29%, llegó a dar empleo a 250 personas en
su fábrica del Parque Tecnológico de Galicia (San Cibrao das Viñas,
Ourense). El pasado miércoles, presentó un ERE de extinción para los 170
empleados que conserva, después de continuados expedientes temporales y
de solicitar el concurso voluntario de acreedores.
El fracaso de la
compañía es el fracaso de las renovables, pero también el de una
política económica de ayudas multimillonarias sostenida por distintos
gobiernos de la Xunta.
Cuando se creó, en 2007, el Ejecutivo de Emilio Pérez Touriño –amigo
íntimo de Luis Delso, presidente de Isolux– no se paró en barras: 13
millones de euros en ayudas, cinco millones al capital social (de un
total de 17,5) y un aval de 10 millones. Las cajas, antes de la fusión,
se sindicaron para conceder préstamos por otros 20 millones.
El
Gobierno central se sumó a la fiesta de T-Solar: 6,4 millones de euros
del Ministerio de Economía, 2,6 millones de Educación, 7 millones de
Industria... La Diputación de Ourense aportó su granito de arena, en
forma de 100.000 euros. Y cuando el Gobierno de Zapatero comenzó a
retirar las primas a las renovables, entre grandes críticas de Feijóo,
la Xunta aportó cinco millones de euros más.
El golpe de gracia a
la fábrica de paneles solares se lo dio el decreto de Rajoy que eliminó
ya por completo las primas a a las renovables. Esta vez no hubo la más
mínima crítica desde el Gobierno gallego." (Pablo López, eldiario.es, Rebelión, 22/04/2013)
1 comentario:
Esto no ocurre solo en Galicia, esta ocurriendo en muschas ciudades de España. Esperemos que esta situación se vaya solucionando.
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