17/10/18

Y en esto llegó Bescansa...

"La política gallega es un plácido remanso donde un presidente desocupado deshoja la margarita de si desembarca en Madrid ahora o después, mientras la maquinaria administrativa le atiende el negocio con el funcionamiento desganado de una gestoría y los miembros del gobierno permanecen en expectativa de destino: cargos subalternos en la Administración central (antes) o ir a la pelea por las alcaldías de las ciudades (antes y ahora).

 La oposición, En Marea, PSdeG, BNG, lucha como puede a la vez con la losa mediática y con su enorme querencia por la centrifugación y por pegarse tiros en los pies. Y en esto llegó Carolina Bescansa.

Podemos, con 11.000 inscritos, es quizá el partido con más adheridos en Galicia (el PP afirma tener 101.000, pero para votar en las primarias de las que Pablo Casado salió presidente solo se apuntaron 4.564). 

Y de los que tienen representación parlamentaria, no es precisamente el más relevante. Tiene dos de los cinco diputados del subgrupo gallego de Unidos Podemos en el Congreso (aunque ni se sientan juntos) y siete de los 14 miembros del grupo parlamentario autonómico de En Marea, aunque uno ya lo ha abandonado, y otra, precisamente la que había sido elegida como candidata a la presidencia de la Xunta si el partido se hubiese presentado en solitario, ha dimitido, sin que se haya notado mucho la diferencia con su etapa anterior. 

En lo que va de legislatura autonómica y de mandato de las corporaciones locales, uno de los anhelos de Podemos era reclamar un lugar al sol, empezando por lucir las siglas en las contiendas electorales. Para unos (pocos), como en la actualidad, dentro de En Marea, un teórico partido instrumental. Para otros, aliándose con personalidad propia con los partidos que actualmente integran En Marea, y para unos terceros, por su cuenta y riesgo (y candidaturas propias).  

La actual secretaria general, Carmen Santos, no tenía demasiadas, por no decir ninguna, opción de continuar. El recambio era Antón Gómez-Reino, Tone, parlamentario de En Marea en Cortes, en donde se sienta prácticamente al lado de su ahora competidora. Cumplía todas las expectativas para el más que necesario puesto de pacificador. (1) Una excelente relación personal con Pablo Iglesias, pero también (2) con Marea Atlántica, la organización que gobierna en A Coruña, de la que fue fundador. Y (3) un pasado nacionalista. Que (1) le garantizaba no solo la potestas, sino la autorictas (aunque delegada), (2) le aseguraba un sólido anclaje con uno de los pilares locales del municipalismo (con el que su antecesora estaba enfrentada) y (3), sin ser necesario, nunca está de más, sea para reivindicarlo o incluso para reprobarlo, cuando una de las tres patas del barco mareante, Anova, se define así, y está en disputa el espacio electoral colindante con el nacionalismo de izquierdas. Gómez-Reino es, para la dirección de Podemos, con todas las diferencias que quieran, un Xavier Domenech. Alguien que consolida el partido y extiende su proyección en una confluencia multiorgánica.

Con un bonus importante, Antón Gómez-Reino no tendría, o al menos no se le suponen intenciones de ser el próximo candidato a la presidencia de Galicia (“Mi objetivo es reordenar Podemos Galicia, que ya es bastante tarea”, confesó a CTXT). Eso sería un consuelo relativo para el actual portavoz de En Marea, Luis Villares, sino fuese porque el futuro secretario general de Podemos pondría toda la organización en el asador para que el candidato fuese el actual alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro, o el de Santiago, Martiño Noriega, si alguno da finalmente el paso, y dependiendo de lo que pase en las próximas municipales.

 Antón Gómez-Reino sería compensado, por ejemplo, con un puesto en el podio de la candidatura en las elecciones europeas. Con ello –y siento parecer un comercial vendiendo un producto, pero es así– se produciría un beneficio añadido: se evitaría el debate de cómo se confeccionan las listas, si con En Marea como socio o como añadido, tal y como pasó con las del Congreso. Y en esto llegó Bescansa.

En teoría, la cofundadora del partido morado llegó a sugerencia de la secretaria saliente, que usó la rueda de prensa de despedida, el pasado domingo, para pedir que optara a su puesto. Bescansa viajó al día siguiente a su ciudad natal, Santiago, y anunció que se tomaría unos días para pensárselo. No se tomó más de uno.

 El martes ya lo confirmaba. Es de creer que si aceptó la propuesta, contestó, por primera vez en meses, a un Pablo Iglesias más que molesto, que cuestionó su idoneidad para el cargo por su residencia en Madrid (“una gallega no deja de serlo porque emigre”, replicó ella en Twitter) y confirmó su candidatura en un lapso de menos de 48 horas, la diputada por Madrid llevaba ya algún tiempo midiendo sus fuerzas y sus apoyos en la militancia gallega de Podemos antes de dar el salto. O en analogía sanchista, coger su Peugeot y recorrer Galicia, que es lo que está haciendo.
Desde luego, si ha llamado a los mismos teléfonos que yo, lo va a tener más que difícil. 

Desde A Coruña, José Buitrón, senador en la mini legislatura de 2016, miembro del Consejo Estatal de Podemos, respondía al tuit: “A ver si lo entiendo, @CBescansa. Tras décadas fuera de Galicia y 5 meses después de querer ser la número 2 a la Asamblea de Madrid, queres vir a gobernar Podemos Galicia, seguramente como plataforma para atacar a @Pablo_Iglesias más tarde, que es a tu pretensión. Seriedad por favor”.

“Esto ha cogido por sorpresa a todo el mundo, y puede ser un problema. Viene a romper En Marea, sin lugar a dudas. Dentro de la gente movilizada Carolina no tendría nada que hacer, pero con tantos inscritos no se sabe”, dice un antiguo líder morado, ahora apartado. 

En efecto, con la candidatura “oficial” están la mayoría de los cargos públicos y orgánicos de Galicia, y no solo de Galicia. La secretaria de organización de Podemos-G, Natalia Prieto, denunció presiones de Pablo Echenique (antiguo valedor de Carmen Santos) y otros líderes de Madrid y pidió neutralidad a la dirección estatal. De todas formas, en Podemos se está haciendo costumbre dar las bofetadas a la dirección rostro ajeno.

Tone no quiere entrar a definir el modelo de relación jurídica que deberían adoptar las fuerzas rupturistas en los próximos comicios. “Yo creo que a todos nos conviene que exista un Podemos fuerte y unido, que sea el motor del conjunto del espacio de cambio”, asegura Gómez-Reino, que reivindica su candidatura como “de encuentro, porque llevamos mucho tiempo”, dice, “trabajando en coser distintas sensibilidades. La candidatura de Carolina es legítima, pero rompe la unidad”. 

Carolina Bescansa ha dedicado las últimas horas a asegurarles a los “alcaldes del cambio” (A Coruña, Santiago y Ferrol) que no solo respetará la autonomía de los respectivos movimientos locales, sino que tampoco torpedeará la actual confluencia de Podemos con IU, Anova e independientes. En declaraciones públicas, lo que asegura es que no hará causa de las relaciones jurídicas.

 También ha dicho que conservará su escaño en el Congreso, aunque no se ha pronunciado, ni nadie le ha preguntado, si seguirá residiendo en Madrid y dirigiendo el partido desde allí. Gómez-Reino tampoco ha dicho que hará con el escaño que tiene casi pareado con el de su rival. En resumen, ambos quieren un partido fuerte, pero no especifican para qué (salvo para avanzar en las municipales de 2019 y echar a Feijóo en 2020, obviamente).

“Esto va a ser como Alien vs Predator, gane quien gane, nosotros perdemos”, ironiza una dirigente de En Marea no adscrita. “Si gana Carolina, gana la línea más jacobina y centralista, e intentará separar los espacios [los distintos partidos que conforman En Marea] cuanto antes, con la ventaja de que sería un divorcio civilizado y rápido. Tone, desde luego, no es anticonfluencia, pero si gana facilitará una entente de los grandes partidos para fagocitar En Marea”.

Bescansa fue la negociadora de Podemos en las anteriores elecciones gallegas, en las que su partido iba a concurrir solo, cosa que evitó in extremis un tuit de Pablo Iglesias. Entonces, la socióloga compostelana llegó a argumentar que el método D’Hondt no perjudicaría a las candidaturas de la oposición si se presentaban por separado. Uno de los probables damnificados es Luis Villares, el exmagistrado que fue candidato a la presidencia de la Xunta y ahora es, no sin contestación, portavoz de la En Marea.

 Villares confía en que “los compañeros escojan con inteligencia, y también espero que quien salga actúe con lealtad a los principios políticos que nos trajeron hasta aquí, que son la unidad en la diversidad. Gracias a ellos fuimos los únicos en plantarle cara a la derecha aquí, y creamos unos expectativas que se fueron frustrando por decisiones ajenas a los postulados de En Marea, como no facilitar un Gobierno de Pedro Sánchez en 2016, lo que posiblemente nos costó después las elecciones gallegas”.

La opinión publicada echa mano estos días del ejemplo de Manuel Fraga, otro emigrado que volvió a cosechar los laureles que se le negaban fuera. Es un caso de éxito en más de un aspecto. En primer lugar porque ganó (ayudado en un primer momento por el Gobierno de Felipe González, pero ganó). 

Y en segundo porque, independientemente de sus intenciones primaras, una vez en el cargo se lo creyó y experimentó un proceso que guarda cierta similitudes con el de aquel bárbaro longobardo, Droctulft, que, según contaba Borges en Historia del guerrero y de la cautiva, en el asedio de Rávena, seducido por aquel mundo desconocido, cambió de bando y murió defendiendo la ciudad que había atacado (aunque, en el el caso fraguiano, sin dejar de ser bárbaro).

De todo este puzle se podrá empezar a tener una visión de conjunto el 24 de octubre, cuando concluya la votación telemática que comienza el 18. No serán siete días de octubre que conmoverán al mundo, pero sí sacudirán Podemos en Galicia."                (Xosé Manuel Pereiro, CTXT, 05/10/18)  

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