"Adrián Gallero Moreiras (02/03/1990, Madrid) es uno de los
miembros del Colectivo Agrocuir da Ulloa. Según él mismo se define:
«Viviendo entre dos mundos: campo-ciudad, sueños-realidad,
pausa-acción».
Fue habitante de la Comarca de la Ulloa hasta los 18
años, cuando se mudó a Madrid para seguir sus estudios, actualmente vive
en la capital, en donde forma parte de un proyecto para difundir la
economía social y solidaria por todos los barrios de la Madrid.
El Festival Agrocuir da Ulloa
es un evento anual por la diversidad sexual y afectiva que se celebra
en el mundo rural, en la comarca de Ulloa, en el municipio de
Monterroso, provincia de Lugo, desde hace cuatro años. De carácter
intergeneracional y reivindica valores como «el ecologismo,
el feminismo y la libertad para que cada una sea como quiera ser».
Dos
días de música, teatro, cuentacuentos, talleres, mesas redondas… Para
seguir desarrollándo este evento, la organización ha lanzado una campaña de crowdfunding para financiarlo.
— ¿Qué le llevó hace unos años a iniciar una aventura como el Agrocuir?
— Desde hacía unos años veníamos creando, con el paso
de los años, un grupo de amigas intergeneracional y diverso que en 2015
se consolidó y que, de un mes a otro, entre risas e ideas, decidimos
organizar en Granxa Maruxa una fiesta, un festival para visibilizar la
diversidad sexual en el rural y hacerlo de la mano de una propuesta
cultural de calidad. Así que principalmente fueron la amistad y las
ganas de hacer algo juntas.
También nos gustaba la idea de que alguien que
quisiese celebrar el orgullo en Galicia, y concretamente en el rural, no
tuviese que irse a Madrid a celebrarlo: que pudiese hacerlo cerca y de
una forma más vinculada a su modo de vida. No existía esta alternativa y
el hecho de que hayan ido apareciendo iniciativas similares en pueblos
gallegos es prueba de que estos espacios son necesarios y reclamados.
— ¿Por qué es necesario visibilizar a la comunidad LGTBI en el mundo rural?
— En primer lugar, porque siempre se ha
asociado lo LGTB a la cultura urbana. Se ha dado por hecho que si eres
homosexual, bisexual… el rural no te va a acoger, no es para ti. Con
este festival queremos demostrar que siempre ha habido diversidad sexual
en el rural (como en cualquier otra parte), que en el rural te puedes
sentir realizado afectiva y sexualmente y queremos mostrarnos a nosotras
mismas.
Se trata de generar un discurso alternativo al existente
mayoritariamente en la sociedad, que tiene tintes bastante rurálofobos y
clasistas. Frente a ello, construir una agenda LGTBIQA+ rural. Esto
lleva su tiempo y es complejo, porque incluso las personas que habitamos
el rural hemos sido educadas con esquemas de pensamiento
urbanocéntricos.
¿Qué implica ser transexual en el rural?
¿Qué
representa ser mujer, ganadera y lesbiana en una aldea? Ir reflexionando
en torno a estas preguntas nos permite, en parte, conocernos mejor a
nosotras mismas y por tanto saber quiénes somos y cómo podemos avanzar
en nuestras reivindicaciones.
Es también necesario porque urge reivindicar un rural
vivo y en el que ocurren muchas cosas muy bonitas. Urge porque es
fundamental frenar el éxodo rural. El Festival Agrocuir es un ejemplo
más de que se puede vivir en el rural seas como seas y hagas lo que
hagas. También queremos plantear una nueva forma de relacionarnos entre
las personas y con el entorno, basada en la sensibilidad. También por
ello es importante nuestra iniciativa.
Además, visibilizarnos como comunidad lgtbiqa+ rural
contribuye también a mostrar que hay otra forma y otro concepto lgtb:
uno no basado en el consumo y en los excesos, sino en la tranquilidad,
la recuperación de los saberes populares, el intercambio… Prueba de ello
es nuestro afán de no ser un festival que cada año crezca y crezca
hasta convertirse en un macro festival, así como el hecho de no cobrar
entrada este año y ofrecer una programación cultural de calidad
accesible a cualquier persona.
Pruebas de ello son también el hecho de
no contar con grandes marcas patrocinadoras y el propio formato del
festival, que replica de alguna manera las romerías populares como forma
de festejo tradicional. Una fiesta diurna e intergeneracional, bajo la
sombra de robles y castaños, con una gran comida popular con mesas
corridas en torno a las que compartir.
— Más allá de las
reclamaciones LGTBI, el Agrocuir es también un momento para reivindicar
algunos problemas en materia medioambiental en Galicia. ¿Cómo va el tema
de los Eucaliptos y los incendios?
— Creemos que no tiene sentido reivindicar
únicamente los derechos LGTBIQA+ si dejamos que paralelamente el planeta
que habitamos se sigue degradando o si seguimos permitiendo que el
rural sea expoliado y vaciado. No somos únicamente lesbianas, bisexuales
o gays, somos también personas del rural, dependientes de la
naturaleza, con una lengua propia, etc. Es necesario impulsar luchas
comunes y hacerlo desde la sensibilización: poco importará avanzar un
pasito en algo si el problema de fondo es que el camino se acaba.
Queremos encontrar soluciones colectivas, creativas y alegres para
conseguir organizar comunidades y territorios en los que se pueda vivir
dignamente independientemente de quién seas y en donde afrontemos los
retos ecosociales de las formas más democráticas posibles, sin que nadie
se quede por el camino.
En lo que va de año ya llevamos unos cuantos
incendios. Este problema es fruto de lo anterior: cada año menos gente
habita el rural, cada año la gente se hace más mayor, cada año hay menos
ganado y menos capacidad de trabajar la tierra. En muchas ocasiones, la
solución más sencilla para obtener dinero a corto plazo es plantar
eucaliptos, a sabiendas incluso de que perjudica a la tierra donde
siempre has vivido.
No se puede abordar este reto desde el juicio y el
señalamiento, hay que hacerlo desde la comprensión del contexto
socioeconómico en el que vivimos. Ese es el verdadero drama: que muchas
veces no existen alternativas o no son accesibles para las mayorías. Y
aquí es donde hay que mirar a los poderes políticos y económicos: no es
aceptable que se siga invitando a Galicia a las grandes empresas
multinacionales papeleras y mineras a que sigan expoliando y destrozando
nuestra tierra.
Los beneficios económicos que eso genera repercuten
únicamente en los propietarios de todas esas grandes empresas. En
nuestra comarca, en 10 años hemos visto triplicada la masa de eucalipto.
Si vienes de fuera te parecerá que hay mucho bosque autóctono, pero la
tendencia es aterradora.
Hay que luchar contra el modelo único de desarrollo
rural que nos proponen desde las administraciones: el del monocultivo.
Hay muchísimas más posibilidades y desde hace años se incide
políticamente y desde la calle en este sentido. Incluso aunque se
analice únicamente desde una óptica economicista, está demostrado que,
en el medio plazo, son mucho más rentables otras propuestas basadas en
la recuperación del bosque autóctono. Pero si no hay reacción política,
hay que organizarse y desobedecer. En este sentido, el Colectivo
Agrocuir da Ulloa, junto con muchas otras organizaciones gallegas, forma
parte de la Plataforma Cousa de Raíces, que estos días organiza las II
Jornadas de Deseucaliptización, jornadas en las que se organizan grupos
para arrancar acacias y eucaliptos. En la primera que se hizo se
arrancaron más de 200.000 en apenas un día.
La gente no es una ignorante, y nadie mejor que quien
lleva toda la vida trabajando la tierra para observar y experimentar
los efectos del monocultivo de eucalipto. Pero eso no es suficiente
cuando se trata de llegar a fin de mes. Recomendamos la película “O que
arde”, de Oliver Laxe que la semana pasada obtuvo el Premio del Jurado
en Cannes.
— ¿Qué acogida tiene el festival por la gente de la comarca de Ulloa?
— Cada vez están más familiarizados con el
festival. Mucha gente de la zona se acerca ya con su comida al festival
como siempre se ha hecho en las romerías. El celebrar un festival que
pretende también seguir el espíritu de las fiestas tradicionales creemos
que explica el hecho de que a la gente de la comarca le guste este
festival. A nivel empresarial (hostelería y alojamiento), cada vez están
más contentos porque el pueblo se llena y los beneficios repercuten.
Nuestro reto sigue siendo que venga más gente de la
zona, y que no solo aumente el número de personas que viene de otros
territorios. Por eso este año el tema central del festival es la
comunidad, lo cual se traduce en primer lugar en que trasladamos el
festival de la granja (que estaba a 4 kilómetros de Monterroso) al
propio pueblo. Además, no vamos a cobrar entrada para hacer que sea más
sencillo y accesible el acceso al festival para toda persona que desee
hacerlo aunque sea un rato.
— ¿Echa en falta colaboración por parte de las administraciones públicas gallegas?
— Evidentemente existe una necesidad enorme de que
desde las administraciones públicas se destinen muchos más recursos a la
lucha contra la violencia machista, a la sensibilización en educación
sexual, a la revitalización del ámbito rural… ¿Cómo avanzar en esto?
Creemos que es desde el ámbito municipal donde las personas y colectivos
tenemos mayor capacidad de influencia.
Es fundamental implicarnos allí
donde vivimos, porque si no harán la política por nosotras. Seguimos
teniendo unos esquemas de pensamiento que contemplan a los partidos
políticos y a las administraciones como solucionadoras de nuestros
problemas. Y esto no es así: es necesario visibilizar nuestros
conflictos, reivindicar nuestros derechos y poner en práctica nuestros
deberes, organizarse y construir alternativas. Si no lo hacemos, cada
vez perderemos más.
En este sentido, muchos pequeños municipios gallegos,
gracias al trabajo de numerosas organizaciones del colectivo LGTBIQA+,
están empezando a organizar en los últimos años jornadas, fiestas y
eventos de visibilización de la diversidad sexual y de género. Moaña,
Cangas, Ribadumia, Carnota, Sarria, Lalín, son ejemplos de ello.
— ¿Tienen relaciones con otros festivales o eventos LGTBI?
— Crear nuestra asociación y organizar este
festival representa una oportunidad para conocer a un montón de
proyectos y personas de todos lados que hacen un montón de cosas. En
este sentido, en los últimos años hemos participado en multitud de foros
temáticos y de actividades en las que hemos ido conociendo al tejido
asociativo LGTBIQA+ y a muchas otras iniciativas culturales, feministas y
ecologistas con las que cada año intentamos generar sinergias y
vínculos.
Todo el asociacionismo LGTBIQA+ gallego estamos en
comunicación y nos invitamos a los respectivos eventos que organizamos:
orgullos críticos, espacios de reflexión… También vamos poco a poco
estableciendo vínculos con otras iniciativas cuir rurales como son el
Basati Queer en el prepirineo navarro, el Orgullo Rural de Luanco en
Asturias, el Orgullo Serrano de Cádiz, la asociación Alliberem-nos en
Olot, el colectivo MariOla en Alicante, etc.
— ¿Qué valoración hace del
Orgullo LGTBI de Madrid o Barcelona? ¿De barrios como Chueca o el
Eixample? ¿Hasta qué punto la parte comercial se está llevando por
delante las reclamaciones?
— El Orgullo es necesario. Por mucho que no
nos guste que se haya convertido en un escaparate de grandes empresas
que utilizan el evento para publicitarse, es la única ocasión en la que
cientos de miles de personas salen a la calle a reivindicar este
orgullo. Ahora bien, es responsabilidad de las administraciones y de los
medios de comunicación el difundir y apoyar a todos los otros orgullos
que se celebran en multitud de lugares: en los barrios periféricos de
las ciudades, en pueblos medianos, en aldeas…
Hay que fomentar la vida de proximidad e implicarse
en nuestras aldeas, barrios y comunidades de vecinas. Nos cuesta mucho
entender que acciones como conocer a nuestros vecinos y vecinas,
consumir en pequeñas tiendas o conocer mejor nuestros territorios tienen
un impacto transformador enorme, y que ahí es donde tenemos realmente
capacidad de transformar las cosas y construir sociedades diversas,
amables y prósperas en las que consigamos huir del “sálvese quien
pueda”.
Barrios como Chueca o el Eixample representan para
nosotras la contraposición a lo que nos ocurre en el rural. Mientras que
en las aldeas todo el mundo te conoce y se relaciona en mayor o menor
medida contigo, resulta complejo pasar inadvertida/o y existen pocos
referentes, los barrios urbanos como Chueca o el Eixample se han
convertido en reductos en donde impera el anonimato y en donde solo
puedes vivir si tienes mucho dinero, lo que además está generando que en
estos barrios se concentran cada vez más miembros del colectivo
LGTBIQA+ favorables a aspectos que en nuestra opinión no solo traicionan
la lucha histórica del movimiento LGTBIQA+ sino que además atentan
contra los derechos de las mujeres.
Por ejemplo, el tema de la gestación
subrogada, que no es más que la comercialización con seres humanos, una
explotación más. Este modelo de barrio, en el que se reproducen los
valores neoliberales desde la A hasta la Z, no es para nada un referente
a seguir.
Estos barrios se han utilizado además para decir que
en la ciudad es mucho más sencillo ser homosexual, cuando se siguen
dando año tras año multitud número de agresiones y suicidios. En la
ciudad, si no cumples los cánones normativos (ya seas heterosexual u
homosexual) te sigues exponiendo continuamente a miradas despectivas,
descalificaciones y, en el peor de los casos, agresiones. En la ciudad
es mucho más sencillo agredir y pasar inadvertido, porque vivimos en el
anonimato. Hoy mismo es noticia que han aumentado un 30% las agresiones
homófobas en Barcelona en lo que va de año.
Por eso, nosotras este año trasladamos el festival al
completo al pueblo de Monterroso, y por eso no cobramos entrada: porque
queremos habitar y visibilizarnos en el espacio público, y porque
queremos que dicho espacio sea accesible para todo el mundo. No vamos a
privatizar las plazas y los bosques de nuestra comarca cobrando una
entrada. En este sentido, este año hemos optado por financiar esta
edición a través de una campaña de microfinanciación con Goteo.
En estos momentos nos quedan 11 días de campaña y necesitamos conseguir
en torno a 100 personas cofinanciadoras más. Del éxito del crowdfunding
dependerá en gran medida la celebración de la próxima edición del
festival los días 30 y 31 de agosto.
— Rodrigo Cuevas, Baiuca… Por
el Agrocuir han pasado distintos artistas de nivel que, a raíz de ahí,
han evolucionado en sus carreras. ¿Qué criterios siguen para escoger la
programación?
— ¡Contamos con una red clandestina de
agentes agrocuirs por todo el territorio! Se infiltran en el mundo del
baile, la música tradicional, las músicas del mundo, el circuito
cultural de teatro, etc. y nos van avisando en primicia de artistas que
puede ser interesante que actúen en el festival. Además, algo que nos
alucina es la cantidad de propuestas que nos llegan cada año. Ojalá
poder ir incluyéndolas año a año en nuestras programaciones.
Por otro lado, creemos que nuestra propuesta de
festival resulta bastante atractiva para muchos artistas que desde hace
años reivindican en los escenarios la importancia de poder expresarse
tal y como son. En este sentido, el Festival Agrocuir ofrece un espacio
absolutamente afín y entregado.
Nos sentimos muy felices de que muchas
de estas artistas (Silvia Penide, Mercedes Peón, Davide Salvado, Rodrigo
Cuevas…) hayan ya pasado por la Ulloa. Además, todas ellas representan
personas no solamente maravillosas en el plano personal, sino que además
son ejemplos de que es posible estar en los circuitos internacionales y
al mismo tiempo seguir viviendo en las aldeas y hacerlo con humildad.
No somos muy favorables a establecer criterios
puristas en la selección de artistas. Este tema del purismo ha hecho
mucho mal a la música tradicional en todo el Estado español. Es
fundamental dar cabida y defender las propuestas más tradicionales, y es
también esencial dar cabida a nuevas propuestas que tratan de poner en
valor la cultura tradicional a través de nuevos lenguajes musicales.
Todas son igual de necesarias.
— Como integrante de la organización del Agrocuir desde su fundación, ¿cuál ha sido el momento más especial del festival?
— Me quedo con muchos: desde todos los premios a la
visibilidad que hemos entregado (a vecinas de la comarca, a jóvenes
youtubers que difunden lo cuir, a parejas casadas homosexuales que
habitan el rural cercano y se visibilizan como homosexuales, a la
asociación gallega de familias de menores trans…), pasando por esos
momentos de catarsis colectiva que siempre tienen lugar en los
conciertos, hasta con todos esos momentos en los que ves a personas del
pueblo de toda la vida que se acercan a formar parte del festival y a
construirlo con nosotras.
Queremos que esta iniciativa forme parte de la
identidad de nuestra comarca y queremos construirla de la mano de todo
el mundo." (Sato Díaz, Cuarto Poder, 03/06/19)
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