“Los ayuntamientos españoles se quejan, no sin razón, de insuficiencia crónica de recursos. (…)
Si lo anterior es generalizable para el conjunto de España, en el caso gallego resulta exacerbado. La extraordinaria dispersión poblacional que padecemos eleva sustancialmente el coste de los servicios locales desplegados en red (alcantarillado, alumbrado, recogida de basura...). Y una cultura fiscal subdesarrollada en el pasado, al amparo de relaciones clientelares perversas, les convierte en los peor financiados de España. Mayores necesidades de gasto per cápita y menores recursos forman un cóctel explosivo.
Entre otras consecuencias: incapacidad para contratar recursos humanos en cantidad y calidad, que puedan encargarse de la redacción y ejecución de buenos planes de urbanismo, del diseño y evaluación continua de políticas públicas, o de la elaboración y liquidación de los presupuestos; servicios públicos locales de baja calidad; y unos alcaldes siempre al borde del infarto financiero y que han de dedicar buena parte de su tiempo a buscar recursos de forma desaforada. Este es el retrato robot de la mayoría de los municipios gallegos.
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