13/2/12

¿Por qué ese regusto de 'asco' en la garganta del sr. Fernández Latorre, editor jefe de La Voz de Galicia, y gurú de la opinión gallega?. El miembro de la desaparecida tríada que gobernó Galicia... susurra a los caballos su asco. Que no el nuestro.

Quizás, ¿porque existe un 'nulo optimismo en torno a la supervivencia de Novagalicia' (según comentan hoy en El Correo Gallego?

Y con ella se va la última brizna del poder de la troika coruñesa. Y la ilusión. 

¡Ay! Aquellos tiempos en, que entre todos, encerraron en la torre del muella a un Aznar herido por el Prestige; allí le presentaron un papel en blanco, que firmó, obedientemente.

De ahí surgió el cénit de su poder. El inmenso despilfarro del Puerto Exterior de La Coruña. Se pagaría con la recalificación de los terrenos del puerto coruñés, operación que convertiría en millonaria a media Coruña... susurraba La Voz. 

Todos sentían quién era el amo de papel.

 Tiempos idos, pero ¡qué tiempos!

Menos mal que lograron que Feijoo hundiese también Caixavigo, porque si los vigueses la hubiesen conservado (algo perfectamente posible), y Coruña se hubiese quedado sin nada... ¡sería como para desesperarse!

Menos mal que no.

 De ahí el asco del sr. Fernández-Latorre.

 Y en Galicia, además, la ruina. La del saqueo de los fondos europeos, la del ladrillo, la del agujero de las cajas, la del Puerto Exterior, la del Gaiás, la de los gastos suntuarios de la Xunta, la del caciquismo, la de la leche, la de la pesca, la del naval, la del campo...

La ruina cocinada a fuego lenta durante treinta años, por esa troika que eran cuatro: el sr. Méndez, los del Pastor, los de La Voz... y Fraga.

De ahí el asco, el nuestro.

Son dos 'ascos' muy diferentes.

Leamos, pues, el 'quejío', a deshora, del sr. Fernández Latorre, el de La Voz:


"Asco. Esa es la palabra que más se repite estos días para definir lo que está pasando en un país abandonado al despropósito. En la peor situación que se haya vivido nunca en Galicia y en España, la valentía y el coraje han desaparecido por la puerta de atrás, mientras cobra presencia omnímoda un doble juego inadmisible, que se ensaña con la clase media, pero mantiene y acrecienta inservibles estructuras de la Administración y opulentos privilegios de los que deberían ser servidores públicos.



La ineficiencia y la irresponsabilidad han sido los denominadores comunes desde que empezó la crisis, y sus consecuencias están bien a la vista: las empresas en la asfixia, el desempleo en tasas inasumibles, las expectativas de los jóvenes totalmente desbaratadas y gran parte de las familias con notorias dificultades de supervivencia.
¿Y se ha hecho algo para aliviar el sufrimiento de la gente? Nada. (...)

 Tras dejar que se hundiesen sectores claves como el pesquero, el agrario, el lácteo o el naval, se ha instaurado una política de remiendos tan desnortada que la sociedad no puede más que quedarse atónita cuando conoce que se destina dinero público a proyectos irreales y fallidos como el de Manzaneda.

O cuando se apoya sin ningún tipo de explicación a empresas inviables e insolventes, dando oxígeno a experimentos quebrados, como sucede en la industria y en algunos medios de comunicación. (...)

Ahora -no hay más que verlo en Galicia- vuelven a la carga los políticos con más atentados contra el bolsillo de una gran parte de la sociedad. Los empleados de la sanidad y la educación y el resto de los funcionarios, ya machacados, se enfrentan a nuevos ajustes, mientras en las alturas continúa el desfile de fastos, oropeles y despilfarros pagados con dinero público. (...)

Ni explicación ni estrategia ni propósito de enmienda. El Gobierno gallego sigue empecinado en recortes a la clase media, en dejar famélicas a las universidades y en estrechar servicios esenciales como la sanidad y la educación. (...)

Por eso resulta intolerable el doble rasero que aplican los políticos y los que revuelan a su alrededor. Y bochornosa su forma de repartirse las prebendas. Se acaba de ver, sin ir más lejos, en el traspaso de poder de padre a hijo en Ourense. Ante el silencio o incluso el aplauso de muchos, se ha disfrazado de simple apariencia de democracia la consumación de una herencia de naturaleza puramente caciquil. (...)

 Algunos, que solo ven la crisis que padecemos como un festín para sus garras, se han aprovechado bien de la situación y de la ineptitud del gobernador del Banco de España, y pretenden adueñarse a precio de ganga de mercados que les rehuían.

Otros, con salarios más altos que el valor de sus entidades, se van para casa ahora con las bolsas repletas, a la espera, curiosamente, de más privilegios y homenajes. (...)

Pero el tiempo se ha acabado. Es hora de que los responsables de la gestión pública pongan fin a sus aberraciones, asuman su liderazgo y busquen soluciones en lugar de parches. Ni Galicia ni España ni Europa pueden esperar más. Hay que acabar con la desesperación y el asco."            (Santiago Rey Fernández-Latorre: Acabar con la desesperación, 12 de febrero de 2012)

¿Se meterá a 'indignado'? O se trata, simplemente, de la pelotera de un marginado...

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