"El cartón de leche sigue ejerciendo de reclamo en las estanterías de
las grandes superficies a 0,48 céntimos. La industria paga entre 0,27 y
0,28 céntimos por litro a los ganaderos gallegos mientras estos se
quejan de que no pueden producirlo (con el gasóleo y los piensos en
plena escalada de precios) por menos de 36 céntimos.
Y los productores
han dicho basta. Para hoy ha organizado una huelga de entregas que no
tiene fecha de finalización. Dicho sin eufemismos: tirarán su mercancía.
Prefieren arruinarla y llamar la atención de las distintas
administraciones que seguir cavando su propia tumba para beneficio de
terceros.
La protesta la respaldan los tres sindicatos del campo (Unións
Agrarias, Sindicato Labrego Galego y Xóvenes Agricultores) que anoche
intentaron buscar una solución al futuro del sector sentándose por
enésima vez a la mesa con representantes de las industrias lácteas, las
grandes cadenas de distribución y la mediación de la conselleira de
Medio Rural, Rosa Quintana. Hasta última hora esperaron que se sumara a
la reunión el presidente, Alberto Núñez Feijóo, que declinó participar
en el encuentro.
Los ganaderos piden erradicar unas prácticas tan extendidas como
ilegales: que se siga vendiendo la leche con pérdidas, a precios que no
cubren los costes de producción todavía hoy disparados, evitar la
entrada de cisternas de terceros países (generalmente Francia y
Portugal) que surten a los hipermercados y que se regule la figura del
mediador para que se pronuncie cuando productores e industrias no se
ponen de acuerdo en el precio.
Las reivindicaciones no son nuevas: el ansiado contrato homologado
—que al menos garantice la subsistencia de los productores y ponga fin a
prácticas cuasifeudales como que sean las empresas las que determinen
el precio del producto semanas después de haberlo recogido— sigue siendo
una quimera.
Y las granjas ya no ven salida. De las 95.000 explotaciones que había
hace 15 años subsisten a duras penas 11.000 que se han modernizado
—muchas a costa de endeudárse con créditos para financiar la maquinaria—
y ya producen el doble de toneladas que entonces.
La paulatina
reconversión que se acometió sin ningún plan de ayudas públicas puede
devenir en desastre. Y las explotaciones más amenazadas son las que han
gastado más en mecanizar la producción, ahogadas ahora por los intereses
de los bancos.
De los 315 ayuntamientos de Galicia, la mitad tiene en la leche su
principal activo. Si se rompe ese pilar que sustenta la vida de más de
un centenar de municipios gallegos se amenaza el delicado equilibrio de
las pequeñas poblaciones: detrás caerá el pequeño comercio y con él el
empleo en un círculo vicioso que redundaría en la despoblación del
interior.
Eso es lo que repiten las centrales sindicales, con la sensación de
estar clamando ya en medio del desierto. Desde Unións Agrarias, Roberto
García repite cada día que de la leche viven 60.000 personas y que si
hay ayudas a Citroën o incentivos para Mistubishi tiene que haberlas
también alguna atención para el sector primario.
Las 11.000 granjas
están llamadas desde hoy a tirar los seis millones de litros de leche
que producen al día. Los sindicatos estiman que al hacerlo cada
explotación perderá 250 euros diarios. Pero aseguran que es su último
S.O.S. O se ofrecen soluciones ahora o será el fin. Las centrales
plantearon entregar la leche a entidades benéficas pero la normativa lo
impide: exigiría un control sanitario y sobre la trazabilidad que
imposibilitaría la protesta." (El País, 26/11/2012)
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