"Queda aplazada sin fecha la operación inmobiliaria en A Coruña con la
que el Ministerio Fomento contaba inicialmente recuperar hasta un
tercio de la abultada factura de la construcción del puerto exterior en
Punta Langosteira, que se disparó hasta 789 millones de euros.
Esta
costosa infraestructura, decidida en 2004 en compensación por la
catástrofe del Prestige, no solo pretendía retirar de los viejos muelles
situados en el corazón de la ciudad los tráficos marítimos de
mercancías peligrosas y molestas, como los hidrocarburos de uno de los
principales clientes del puerto, Repsol, sino a la vez, con la
liberación y venta de los terrenos que ahora ocupa la petrolera,
reconvertir para su uso residencial y de disfrute ciudadano una zona a
pie del mar y con vistas privilegiadas de la ría. Y de paso obtener
parte de la financiación que requiere la nueva dársena, la obra pública
más cara de Galicia.
Pero el reciente acuerdo que establece la mudanza parcial, dentro de
cinco años, del 60% de las actividades de Repsol a la nueva dársena
deja en suspenso ese desarrollo urbanístico que tanto anhela el
Ayuntamiento coruñés.
Tardará décadas en ser algún día una realidad
aquel ambicioso plan diseñado por el urbanista Joan Busquets que prevía
la reconversión del viejo puerto en áreas de esparcimiento, edificios
públicos y de viviendas en el corazón de A Coruña.
Es más, en el convenio hecho público ayer, 15 días después de su
firma, la Autoridad Portuaria y Repsol acuerdan que hasta que no se
libere la totalidad de los 98.323 metros cuadrados que ocupa ahora la
petrolera en los muelles del centro no se procederá a “remediar” ese
suelo. Esto es, a descontaminarlo —lleva dedicado medio siglo a
almacenar productos petrolíferos— y tratarlo para que pueda ser
reconvertido en urbanizable.
De momento, sólo está acordado, con el
traslado parcial a Langosteira dentro de cinco años, que la compañía
libere y desmantele antes de 2020 instalaciones, básicamente enormes
tanques de crudo, en 26.397 metros cuadrados, es decir un 27% de la
superficie que ahora ocupa en el viejo puerto interior.
“Dada la
ubicación” de esos terrenos que quedarán libres pero encajonados entre
otras actividades portuarias de mercancías peligrosas, “y con ese
entorno” —Repsol seguirá utilizando el puerto del centro para exportar
la producción de su refinería coruñesa—, “no tiene sentido hacer un
desarrollo urbanístico por partes”, confirmó Enrique Losada, presidente
de la Autoridad Portuaria.
Explicó que “tampoco se sabe la afección, ni el estado del subsuelo”
en esos terrenos. Habrá que realizar una prospección para determinar qué
debe hacer la concesionaria a fin de devolver los terrenos “al nivel
que tenían” antes. Dado el coste que todo eso puede suponer, es mejor,
insistió Losada, esperar a que Repsol se vaya totalmente del centro, lo
que aún no tiene fecha, para recuperar la totalidad del suelo.
No
obstante, el acuerdo establece una excepción: en caso de que la
Autoridad Portuaria permita “a un tercero y para cualquier actividad o
por cualquier titulo” ocupar esos 26.000 metros cuadrados que liberará
Repsol en 2018, esta última se compromete a “remediar” en un año ese
suelo pero “exclusivamente a condiciones de uso industrial”.
Reconvertirlo luego en apto para usos urbanos y residenciales, como
establecía el convenio de 2004 de Fomento y el Ayuntamiento de A Coruña
para construir en los muelles y lograr “un tercio de los costes globales
del nuevo puerto exterior”, obligará a un nuevo desembolso de dinero
público y años de demora.
La crisis ya había puesto en tela de juicio la
operación urbanística, y este nuevo aplazamiento refuerza su
inviabilidad, al menos en un futuro próximo. Cuando el Puerto obtuvo un
crédito de 250 millones para garantizar la viabilidad, incluía en sus
cuentas recaudar 200 millones por la venta de los viejos muelles del
centro.
“El objetivo de la Autoridad Portuaria es ahora que se ejecute en su
totalidad el traslado de Repsol a Langosteira”, comentó Losada,
insistente en reseñar su convencimiento de que la petrolera acabará por
mudar “lo antes posible” la totalidad de sus instalaciones. “No puedo
aventurar fechas”, admitió. Pero se mostró convencido que la dificultad
que entrañará operar desde dos terminales acabará por llevar a Repsol a
acelerar su mudanza total." (El País, 29/10/2013)
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