"24 de julio de 2013. Pasan sólo seis segundos de las 20.41 de la
tarde. Un Alvia S-730, con 13 vehículos, ocho de ellos de pasajeros, descarrila a una velocidad de 179 km por hora
en un tramo que tiene una limitación de 80.
En él viajan 227 personas y
"un número indeterminado de menores de cuatro años", según el informe final de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios (CIAF), dependiente de Fomento, publicado hace un mes. Diez segundos más tarde, todo había acabado.
Se hizo entonces "un silencio sepulcral, horrible", según cuenta hoy una de las víctimas. Un silencio que se cobró 80 vidas.
Secuelas, a cerca de un millar, si se contabiliza a los familiares
directos. Se cumple esta semana un año de aquel drama. Y las víctimas lo
viven con tristeza, dolor y enfado. Algunos, como comenta uno de ellos,
"querrían acostarse el día 23 y no levantarse hasta el 25".
Otros van a
estar el próximo jueves 24, desde las 7 de la tarde, en Angrois. Allí
van a celebrar su homenaje a las víctimas, en un día que quieren que sea
de respeto y de silencio, según explica Jesús Domínguez, presidente de la Plataforma de Víctimas del Alvia 04155.
"Un año después, lo que la gente quiere es saber la verdad", sostiene.
Lo quieren, lo piden, con algo que sobrepasa en muchos casos la
indignación.
"Cuanto más
sabes del asunto es peor", resume Domínguez, que viajaba en ese Alvia
con su mujer y dos sobrinas. Ellos son afortunados, sostiene, porque
salieron vivos, aunque aún están pendientes de operaciones y
rehabilitación. "Hasta el fiscal y los abogados nos han dicho que menos
mal que no estamos en el juzgado para escuchar todo lo que allí se dice,
porque se ve la chapuza que hicieron", señala.
Las palabras de este hombre describen un despropósito tras otro.
Algunos conocidos -como el cambio del proyecto original del trazado y el
adelanto de su inauguración, bajo el mandato de Pepe Blanco, o el hecho
de que un jefe de maquinistas informara ya en 2011 de la peligrosidad
de la curva de Angrois-, y otros no tanto: "Los expertos denominan a ese tren 'Frankenstein': se
trata de un Talgo al que, al ir por vía electrificada y no
electrificada, le pusieron dos vagones con gasoil, uno detrás de cada
cabecera, que pesan 40 toneladas.
Sin esos vagones, la cabeza no hubiera
descarrilado. Personas de Renfe y Adif que no se atreven a hablar en
público nos han dicho que no estaba homologado. Tienen el certificado,
pero parece que algún ingeniero firmó 'en barbecho', es decir, sin que
estuvieran aportadas todas las pruebas de seguridad, por ejemplo, las de
la compatibilidad del sistema ERTMS con la vía.
El tren hay que homologarlo en su conjunto,
no sirve el certificado de las partes, y al de Santiago se le había
hecho una modificación que según la legislación europea debería haber
llevado a que volviera a pasar la homologación".
La
asociación que preside Domínguez habló con el fiscal en mayo para
pedirle que investigara este punto. En agosto, prevén hacer lo mismo con
el nuevo juez instructor que sustituirá a Luis Aláez, Antonio Lago. Todas las personas con las que ha hablado El Confidencial
alaban la labor de uno y muestran confianza en la del otro, que tiene
por delante la lectura de 50.000 páginas, más de 45 tomos.
El cambio,
sin embargo, "retrasará aún más el proceso. Y no queremos que en esto
pase como con el Prestige: en 10 años, dónde estarán José Blanco y Ana Pastor", como relata Domínguez.
Minutos antes del descarrilamiento, una mujer hablaba desde el Alvia
por teléfono con su hija, en Madrid. "Vamos a cortar, que entramos en el
túnel. En seguida llegamos a Santiago". Después, el silencio. Hoy, su
hermano, Óscar Nicolás, habla de 81 víctimas, no 80, porque asegura que
todos los informes médicos sobre su cuñado, que estaba también en aquel
tren, señalan que su muerte se deriva de lo que allí ocurrió. Un año
después, ha abierto una petición en Change.org
para reclamar una Comisión Parlamentaria de Investigación por el
accidente, algo que reclama también la Plataforma de Víctimas y que ha
sido rechazado repetidamente por el Congreso.
"Allí hubo una falta
terrible de negligencia, y deben investigarse las responsabilidades
políticas. Porque el comercio, el querer vender 'trenecitos', se sobrepuso a la seguridad y a las vidas de 81 personas", señala.
Nicolás
incide también, como Domínguez, en la actuación de la
Administración. "Es evidente la falta de colaboración de Fomento con el
juicio. Se ha retrasado la entrega de documentos.
La comisión que ha
investigado el accidente depende del Ministerio, cuando no se puede ser
juez y parte. El Fiscal se ha opuesto a la imputación del personal de Adif hecha
por el juez (actualmente, se delibera sobre su recurso). ¿Y si no se
les imputa a ellos, a quién vamos a imputar? ¿Al que vendió los
billetes? ¿Al que llamó al maquinista? ¿O a los que siguieron a los
helicópteros para llegar al lugar del accidente y levantaban mantas en
busca de sus familiares?
Desimputarlos supondría que el Estado está en contra de las víctimas".
La tragedia del Alvia dejó a dos hijos sin padres, a dos nietos sin
abuelos y a Nicolás, desde ese día, levantándose cada mañana para
leer las noticias y "luchar para que se conozca la verdad".
Domínguez habla del maquinista del tren, Francisco José Garzón,
como el "último eslabón de una cadena. Aún estamos en la fase de
instrucción. Hay que investigar y no sólo culpar al maquinista, como
pretendieron Fomento, Adif y Renfe desde el primer momento".
Su
asociación denunciará al Gobierno de España en otoño ante la UE y no va a
acudir a la recogida de la medalla que la Xunta destina a los vecinos
de Angrois, los profesionales que colaboraron en la ayuda y las propias
víctimas: "Primero, porque las víctimas no tenemos mérito, y nos parece
una instrumentalización del dolor.
Nos niegan una comisión, no colaboran con la justicia y encima nos quieren dar una medalla".
La concesión, según confirmaban el viernes fuentes de Presidencia de la
Xunta a este periódico, se hará el día 25 (como tradicionalmente) y no
el 24, como se pretendía en un principio, algo que soliviantó a buena
parte de las víctimas. "Es un día de mucho dolor. Queremos silencio y
respeto", recalca Domínguez.
Cristóbal González, presidente de la otra gran asociación de víctimas, Apafas,
sí estará en esa entrega, puesto que lo considera un "deseo de los
gallegos de recordar y homenajear a las víctimas. Aunque entiendo otras
posturas, creo que no ir sería una falta de respeto. No hay que tomarlo
como que tenga un cariz político". Hace un año, decidió coger un tren,
ese tren, para finalizar el Camino de Santiago.
No llegó: quedó herido
en Angrois, con varias costillas rotas, con heridas, y ha sufrido
problemas neurológicos. Hoy hace ese mismo Camino, y el 24 cogerá el
mismo tren, en un nuevo intento de aceptar lo que ocurrió. "Anímicamente
no me he recuperado. Con el tiempo es peor. Vas recordando, vas
teniendo sentimientos acerca de lo que ocurrió. Cada noche, es como si el sueño me invitara a montarme en ese tren".
González
repite las palabras que en su día le dijo el juez: "Confianza,
confianza, confianza". Cree que se sabrá finalmente gran parte de la
verdad, si no toda. Espera, también, que la fase indemnizatoria "no
vuelva a ser otro drama". "Respecto a los fallecidos, el Seguro
Obligatorio de Viajeros (que el Gobierno ha anunciado que se duplicará hasta
los 72.000 euros por fallecimiento) creo que se ha pagado a todo el
mundo.
A la gente se le está cubriendo rehabilitaciones y traslados con
más o menos dificultades", relata Domínguez. En cuanto al Seguro de
Responsabilidad Civil, las indemnizaciones, habrá que esperar al final
del jucio. Mientras, las víctimas aseguran que seguirán luchando para
que se conozca la verdad y para que un accidente que consideran que
podría haberse evitado no vuelva a suceder." (El Confidencial, 19/07/2014)
No hay comentarios:
Publicar un comentario