Amalia Martínez fue desahuciada y lleva un año en la calle. Esta semana fue al albergue a pedir una habitación.
"La viguesa Amalia Martínez, de 41 años,
fue desahuciada hace un año de un piso de Sanjurjo Badía, la Federación
Vecinal la apoyó en agosto pero, a día de hoy, sigue viviendo en la
calle con su pareja.
A principios de esta semana fue operada para
retirarle una placa de su muñeca lesionada pero, al salir del hospital,
no halló camas libres en el albergue para ella y su novio y durmieron
bajo un abeto en el monte de O Castro. «Salí de Povisa con dolor, que
luego fue más fuerte y hoy, en O Castro, me levanté fatal, con los ojos
hinchados y mi pareja se asustó», relata.
En el 2015 la atropelló un coche y le
pusieron placas en brazos y piernas. La clavícula quedó rota. «Aún estoy
esperando que me indemnicen», dice. Su mano se infectó y necesitó una
segunda operación para retirarle la placa porque «me hacía daño, los
médicos me dijeron que a los bichos les gusta el metal».
Tras despertarse al raso en O Castro, se
sentó ante la puerta del albergue municipal de Marqués de Valterra para
solicitar que le concedan una habitación donde pernoctar por razones de
salud y que la ayuden con el papeleo de obtener ayudas sociales.
Martínez relata que trabajó «toda la
vida» como limpiadora de Linorsa e hizo un curso de cocinera pero ahora
vive en la calle. Ser mujer en Vigo es una desventaja añadida para
dormir en Vigo por falta de sitios idóneos.
Por un lado, se ha cerrado
el dormitorio femenino de la residencia de los Hermanos Misioneros de
Teis por ejecución de obras. «Podían haber empezado en verano y no ahora
que hace frío», dice. El otoño templado ayudó: «Durante meses he
llevado el saco de dormir al Castro», dice.
Otro problema para las indigentes es
que, según dice, un albergue particular de la calle Toledo tolera que
hombres y mujeres duerman en colchones contiguos en el suelo, separados
por una silla. «No son condiciones», dice.
El refugio municipal tampoco permite
pernoctas de más de diez días seguidos, en horario de 20.00 a 8.30
horas. El resto de la jornada está cerrado. «Es increíble que el
albergue no tenga una salita de juegos o una televisión para que la
gente pueda estar dentro por el día sin pasar la barbaridad de frío que
hace fuera. Muchos están en desintoxicación pero es difícil salir si
estás en la calle; con un refugio abierto todo el día lo lograrían»,
afirma.
Teme
que el albergue municipal, que pasará a Cruz Roja, elimine la cama
cero, esas plazas libres que se adjudican a indigentes que agotaron su
estancia y hacen cola por las vacantes. «El otro día quedaron tres
chavales fuera. Si nos quitan la cama cero, será terrible», lamenta." (Kaos en la red, 05/12/16)
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