"Un letrero situado al comienzo de la Ciudad
Jardín de A Coruña reza: Avenida de la Habana. Placa costeada por los
exresidentes en Cuba. La ciudad y el puerto herculinos han estado
interconectados con América y las Antillas durante siglos, en relaciones
económicas que incluyen el tráfico de tabaco, azúcar o también
esclavos.
Una afinidad que tenía su vertiente social: en 1931 el 7% de
la población cubana era originaria de Galicia, según el historiador
gallego Bernardo Máiz.
Muchos de ellos volvieron. La pérdida de las colonias en 1898 supone
la repatriación de gran cantidad de emigrantes gallegos, algunos de los
cuales habían hecho fortuna.
Conocidos como indianos, tendrán un papel
destacado en la vida económica y social de los lugares donde se
asientan, ayudando a transformar en muchos casos las urbes. En Galicia
suponen un fenómeno generalizado a lo largo de toda su franja costera,
destacando especialmente su presencia en la parte cantábrica.
Una imitación del espacio
Hace unos noventa o cien años se plantaban en los jardines de Méndez
Núñez las decenas de palmeras de variedad canaria que hoy destacan sobre
el jardín, concentradas especialmente en dos hileras junto al Kiosco
Alfonso, el Hotel Atlantico y el edificio la Terraza.
Este conjunto era
un lugar de recreo a imitación de los paseos de la Habana o Santiago de
Cuba, símbolo de una nueva y pujante sociedad, y remataba un proceso
comenzado cincuenta años antes con el derribo de las murallas y el
inicio del relleno portuario en la cara sur del istmo herculino.
Al final de la céntrica playa de Riazor se fraguaba un proyecto
distinto que iba a permitir a la burguesía residir cómodamente cerca del
corazón de A Coruña: la ciudad jardín. Diseñada por el arquitecto
Eduardo Rodríguez Losada, su construcción comienza a principios de los
años veinte. Las villas más lujosas de la urbanización se concentran en
la evocadora Avenida de la Habana, donde hoy el perfil de las torres y
las palmas está complementado por nuevas viviendas de estilos
rupturistas.
En el proceso imitativo llevado a cabo por el fenómeno indiano, la
palmera canaria es un factor muy reconocible, no sólo por su clara
relación con el urbanismo y la ciudad sino por el valor que muchos de
los ejemplares más antiguos han adquirido por mérito propio.
Además de
los ejemplares de los jardines de Méndez Núñez, podemos ver palmeras
señeras en lugares destacados de la ciudad como la Capitanía General, el
Hospital del Socorro, la Tabacalera, el cementerio de San Amaro, la
Hípica o Villa Felisa, entre muchos otros.
La plaga
Por desgracia, la imagen imponente de las antiguas palmeras puede
llegar a su fin con la llegada al norte de Galicia de un insecto voraz:
el escarabajo picudo rojo. Originario del sudeste asiático y asentado en
la península desde 1993, este coleóptero se ha expandido por la
geografía ibérica y la de muchos otros países alimentándose de estos
árboles, preferentemente de la variedad canaria.
El Rhynchophorus ferrugineus
coloniza las palmeras, llegando a habitarlas por millares y
devorándolas hasta que, no quedando más alimento, pasan a otro ejemplar.
Las noticias sobre el avance de la plaga nos recuerdan a una película
de muertos vivientes: en Galicia es detectado por primera vez a
principios de 2014 en Gondomar, al sur de la provincia de Pontevedra. A
partir de ahí su avance es demoledor, llegando a finales de 2015 hasta
Vilagarcía de Arousa, a las puertas de la provincia de A Coruña.
Para
entonces, el concello de Tui reconoce que el 90% de las palmeras de su
localidad están afectadas, mientras en Vigo van muriendo los ancianos
ejemplares del Areal, cementerio de Pereiró u Hotel Universal. La
Estación Fitopatolóxica do Areeiro, centro dependiente de la Diputación
de Pontevedra recomienda “en caso de ejemplares pequeños, estos se
pueden cortar en trozos in situ y enterrar todos los restos a una
profundidad no inferior a dos metros”.
El proyecto
El trabajo, del cual presentamos una selección de veinte fotografías,
busca conservar la memoria de los ejemplares significativos de palmera
canaria existentes en el municipio coruñés a través de un catálogo de
fotografías que las relacionan con la arquitectura y el entorno, además
de concienciar a la sociedad para demandar la coordinación de medidas
que eviten su desaparición.
La serie recalca la interacción social,
urbanística, paisajística pero también puramente emocional que conecta
estos árboles, hoy ante un peligromanifiesto, con la sociedad que los
plantó.
Si el proyecto se convirtiera en un catálogo de seculares palmeras desaparecidas, entonces habría fracasado en parte." (Jorge Barrecheguren , FronteraD, 23/06/16)
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