"La de esta empresa es la historia del textil gallego más allá de Inditex: ese auge, decadencia
y, en su caso, salida a flote que han marcado los últimos 40 años del
sector. La recesión mundial y la competencia asiática estuvieron a punto
de acabar con el negocio que el matrimonio formado por Ana Muñiz y José
Luis Fernández Reboiras levantó desde la planta baja de la casa
familiar a finales de los setenta.
Pero una feliz idea para diversificar
la producción los ha puesto en la senda del crecimiento y hoy
confeccionan bolsos y ropa para firmas de lujo cuyos nombres no desvelan
en virtud de un contrato de confidencialidad.
La quiebra de Lehman Brothers
pilló a la peletera Ana Muñiz con una planta de 800 metros cuadrados en
el Ayuntamiento coruñés de Dodro, a 40 kilómetros de Santiago, y una
producción de prendas de piel de marca propia (chaquetas, vestidos y
pantalones) que se comercializaban en toda España.
Pero llegó el
desplome del consumo y los lamentos de sus representantes, cansados de
patear la Península sin apenas resultados. "No nos compensaba ni lo que
nos costaba el muestrario con las pocas ventas que hacíamos", recuerda
Fernández Reboiras, administrador de la firma, sobre aquel momento
crítico.
Comenzó entonces la lucha por la supervivencia. La empresa
creó primero otra marca para salir al mercado internacional y se adentró
en Estados Unidos y Japón con sus colecciones de gama media-alta. En
este tiempo empezaron también a cerrar tratos con las firmas de lujo.
Tal y como relatan desde la empresa, aquellos trabajos ayudaban "a pagar
las nóminas en tiempos complicados", aunque era difícil imaginar que
acabarían convirtiéndose en su tabla de salvación.
Los costes del mercado internacional acabaron por hacerse
insoportables y los gestores de la peletera gallega decidieron dedicarse
en exclusiva al lujo. El cierre masivo en España de talleres de piel
por la crisis económica propició que los encargos a esta firma de Dodro
crecieran como la espuma, aunque la aparente prosperidad llegó con un
importante inconveniente: la carga de trabajo se concentraba solo entre
abril y agosto.
Esa estacionalidad hacía inviable un negocio con unos
elevados estándares de calidad que exigen una mano de obra bien formada y
entrenada, imposible de mantener solo cinco meses al año.
Hace tres años la empresa le planteó el problema a las
marcas con las que trabaja. El lastre de la estacionalidad, les
advirtió, acabaría por hundir el proyecto si no encontraban un remedio.
Una de estas firmas propuso una salida: encargarle a la fábrica de Dodro
la confección de sus exclusivos bolsos, una línea de producción que sí
los mantendría ocupados todo el año. Hoy, desde la planta fabrican
modelos cuyo precio supera en tiendas los 500 euros.
Más inversiones
La transformación ha supuesto la compra de maquinaria
—"hacer una chaqueta y un bolso no tienen mucho que ver"—, unas
inversiones para las que han contado con ayudas de la Xunta de Galicia
por estar la fábrica en un área rural.
En el caso de algunos modelos, la
factoría gallega compra la piel y entrega la pieza terminada; en otros
—la mayoría—, las firmas de lujo les envían todos los componentes y
ellos solo realizan el montaje gracias a la habilidad de sus operarias.
La materia prima la adquieren "sobre todo a fabricantes de curtidos
españoles, pese a que no quedan muchos", sobre todo en Cataluña y
Valencia.
Es precisamente esta pericia de las trabajadoras de Ana
Muñiz la que ha atraído al sector del lujo. "El made in Spain funciona.
Muchas marcas han vuelto influidas por los baremos de calidad, sobre
todo aquellas que no fabrican cantidades muy grandes de cada modelo y
para las que el ahorro en China no es tan importante", explica el
administrador de la peletera sobre unos productos exclusivos de los que
se elaboran a lo sumo unas 300 prendas por modelo.
La plantilla está formada en buena parte por aquellas
mujeres que en su día fueron costureras en los numerosos talleres
textiles de esta comarca del Sar que, como ocurrió en otros muchos
rincones de la cuna de Zara, desaparecieron por la competencia asiática.
"La formación se la damos nosotros. Son mujeres que dominan la máquina y
que en cinco o seis meses ya dan niveles de calidad muy buenos",
explica Fernández Reboiras. "Pero si las marcas no se comprometen con la
estacionalidad, esto [la cualificación de la mano de obra] no será
sostenible y no habrá calidad".
Debido a los contratos de confidencialidad, en Ana Muñiz
desconocen si existen otras fábricas en España dedicadas a abastecer a
marcas de alta gama. Sospechan que en Ubrique (Cádiz) funcionan talleres
que también surten a estos clientes, pero solo de marroquinería, no de
prendas de vestir. Con la diversificación de la producción, la peletera
ha pasado de facturar menos de 400.000 euros en 2010 a prever el cierre
de 2017 con 1,5 millones.
Hace siete años la factoría contaba con una
media de 18 trabajadores, una plantilla que se ha duplicado y que
esperan aumentar antes de que termine el año. "Nos encantaría recuperar
la marca propia, pero a corto plazo es complicado", concluye Fernández
Reboiras. "Inditex y Mango venden prendas de piel, pero los demás no".
En 12 metros cuadrados
Perfil. Ana Muñiz y José Luis Fernández Reboiras, fundadores de Ana
Muñiz, SL, arrancaron con su negocio a principios de la década de los
ochenta. Ella, costurera que hasta entonces le hacía la ropa a sus
vecinas, aportó sus conocimientos de moda y diseño.
Él, trabajador de Picusa, una empresa de curtidos del municipio coruñés de Padrón, puso su experiencia con la piel. Empezaron vendiendo cazadoras de ante con cuello de punto en el bajo de su casa de 12 metros cuadrados. Treinta años después han sobrevivido a la competencia de Asia y a la Gran Recesión.
Proyectos. Ana Muñiz, SL está "en crecimiento, en el buen camino", dicen sus gestores, que pretenden aumentar su línea de producción de bolsos y ampliar plantilla. En el horizonte se mantiene el objetivo de volver a tener una marca propia." (Sonia Vizoso , El País, 23/06/17)
Él, trabajador de Picusa, una empresa de curtidos del municipio coruñés de Padrón, puso su experiencia con la piel. Empezaron vendiendo cazadoras de ante con cuello de punto en el bajo de su casa de 12 metros cuadrados. Treinta años después han sobrevivido a la competencia de Asia y a la Gran Recesión.
Proyectos. Ana Muñiz, SL está "en crecimiento, en el buen camino", dicen sus gestores, que pretenden aumentar su línea de producción de bolsos y ampliar plantilla. En el horizonte se mantiene el objetivo de volver a tener una marca propia." (Sonia Vizoso , El País, 23/06/17)
No hay comentarios:
Publicar un comentario