"El juicio de
Pescanova inaugura la desescalada en la Audiencia Nacional después del
parón por la covid-19. El caso estalló hace siete años cuando la
compañía no pudo presentar el balance general ante la Comisión Nacional
del Mercado de Valores (CNMV). De debajo de las piedras salieron a la
luz operaciones falseadas durante cinco años, encabezadas por el que
fuera presidente, Manuel Fernández de Sousa, y en las que están involucradas 18 personas más, entre ellas, su familia.
La Fiscalía
Anticorrupción pide casi una treintena de años de prisión para Fernández
de Sousa por un total de ocho delitos. La lista es profunda:
falseamiento de cuentas, falseamiento de información económica y
financiera, falsedad en documento mercantil, estafa, insolvencia punible,
alzamiento de bienes y blanqueo de capitales. Además, 21 millones de
euros en multas. Según el auto del instructor, la veintena de acusados
engañaron a bancos y acreedores ocultando una deuda millonaria para
poder conseguir financiación. En estas prácticas insólitas de la que fue la mayor empresa pesquera de Europa participaron su mujer y su hijo.
A Rosario Andrade,
la pareja del expresidente de Pescanova, se le atribuye un presunto
delito de alzamiento de bienes o blanqueo de capitales. Cuando el
escenario se estaba poniendo feo para la empresa matriz, Andrade procuró
enviar a través de una sucursal de Valença (Portugal) 4,5 millones de
euros. A su sucesor, Pablo Fernández Andrade, se le imputan los delitos de falseamiento de cuentas, falseamiento de información económica y financiera y delito de estafa.
Además, el juez instructor del caso, José de la Mata,
indica que las personas del equipo de confianza de Manuel Fernández de
Sousa eran los "máximos responsables" de la información financiera y
participaron "de una u otra forma" en la estrategia del presidente. La
Audiencia Nacional desestimó los recursos que presentó la exdirectiva de la entidad
y dio por terminada la instrucción del caso. De la Mata recogió que la
cúpula de Pescanova artilló un "sistema piramidal insostenible" para
poder hacer frente a las deudas. Entre ellos, el hermano del presidente,
Fernando Fernández de Sousa-Faro, que había formado parte del
órgano de administración de Pescanova; el jefe de Auditoría Interna,
Joaquín Viña Tamargo; Alfredo López Uroz, el director de Administración;
el jefe de Contabilidad, Ángel González Domínguez; Alfonso García
Valvo, el jefe de Servicio; o el director financiero de la filial
Pescafina S.A.
En un anómalo golpe
de timón, consiguieron traicionar a los inversores, accionistas,
acreedores y organismos reguladores. En 2012 se ocultaron hasta 1.939
millones de euros de deuda bancaria. La cúpula se encargaba de obtener
financiación de los bancos para tapar los agujeros de pérdidas millonarias
que no se reflejaban después en las cuentas anuales de la entidad. De
esta manera, cuando Pescanova declaraba en los documentos de 2011 un
balance de 16 millones la cuantía real era una pérdida de 290 millones
de euros.
¿Por qué empezaron
estas prácticas? Entre 2007 y 2013 la empresa llevó a cabo una fuerte
inversión, por un importe de 830 millones de euros, con el objetivo de
pasarse al negocio de acuicultura de langostino, salmón y rodaballo.
Estas inversiones se cubrían principalmente mediante créditos de la
propia compañía, de Pescanova y también de la sociedad Novapesca
Trading S.L. Pero, a partir de 2010, la compañía comenzó a recurrir a
financiación externa y como consecuencia aumentaron los préstamos
bancarios. La deuda fue creciendo y no se generaron flujos de caja
positivos.
La empresa matriz
naufragó en plena crisis económica en España, en una "situación
histórica de racionalización y restricción de crédito bancario", según
sostiene De la Mata. Por ello, necesitaban ser de nuevo financiados; la
pescadilla que se muerde la cola. Provocaron uno de los mayores concursos empresariales
de la historia de España siendo las entidades financieras las más
perjudicadas. En el concurso, la banca tomó una quita de 2.000 millones
de euros con el fin de dar continuidad a la empresa reestructurándose
como Nueva Pescanova.
Fernández de Sousa señala a los demás
Fernández de Sousa
se calificó como "el mayor perjudicado" y se lavó las manos echándole la
culpa a BDO, la empresa auditora. También a la CNMV por no
repasar las cuentas de BDO por si existían irregularidades y contó que
fueron los bancos los que se beneficiaron gracias a Pescanova. "A nadie
se le escapa que lo que hacíamos no era regular, estoy seguro que muchas
empresas en España usaron el mismo sistema", dijo el expresidente.
Como otras amistades con grandes figuras que terminan en la cárcel, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo,
y Fernández de Sousa tenían vínculo directo. De hecho, el presidente de
Pescanova consiguió en el último momento que el Gobierno autonómico
cancelase el emplazamiento de una depuradora a unos cientos de metros de
una de las piscifactorías de Fernández de Sousa para que no empañase la
imagen de su producto. La iniciativa de la Consellería do Mar tenía por
objetivo paliar un problema de los mariscadores, pero finalmente Feijóo
anunció que encontrarían otra instalación. Los vecinos de Morás, en
Xove, en la costa del Lugo, vieron desde lejos cómo el barco daba media
vuelta.
Una sola llamada
cumplía los deseos de Fernández de Sousa y, por supuesto, se había
encargado de tener de su lado a los medios de comunicación. Fue el
patrono de la Fundación Santiago Rey Fernández-Latorre, que lleva el
nombre del propietario del grupo La Voz de Galicia. Inyectaba con
grandes campañas de publicidad al resto de diarios gallegos. Exigía lo
que fuera favorable para su imagen, por ejemplo, cuando secuestraron a
un palangrero de Pescamar, una filial de Pescanova, que tenía en su
tripulación a dos marineros gallegos. En Galicia, los medios no dieron
bombo al suceso y la información no fue publicada. También exigió que,
en el caso de difundir las fotos, se ocultara el logotipo de su grupo.
Después de todo, el juicio comenzó el pasado 2 de diciembre
y se vio interrumpido por el coronavirus, pero este lunes sentará en el
banquillo a Fernández de Sousa y desfilarán ante el juez casi la
veintena de sus socios. Aún después de todos los delitos que se le
imputan, durante este tiempo continuó su vida fuera de cárcel dedicado a
la acuicultura. Es el jefe de operaciones de la empresa saudí Naqua,
llevando a cabo ambiciosos proyectos de piscifactorías. La fama de buen
gestor de Fernández de Sousa se hundió con Pescanova y de los restos
queda la sentencia de la Audiencia Nacional." (Alba Tomé Sueiro, 08/06/20)
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