19/11/13

Yo lo vi todo negro

"Yo vi las rocas de Santa María de Muxia untadas de negro.  Vi a centenares de voluntarios llegados de medio mundo y media España sin medios para combatir la marea negra, sin guantes, sin gafas sin protección. Allí ya estaban soldados del Ejército belga, perfectamente equipados para luchar contra la contaminación preguntándose dónde estaba el Ejército español.

 Yo vi al  Rey bajar a la playa de Coído de Muxía, negra como el tizón, seguido de un renqueante Manuel Fraga.  Una enorme mancha de seis metros de largo y dos de ancho llegó con las olas para saludar a los visitantes.

Yo vi a mariscadores de Laxe llorar mientras un manto de fuel cubría su sustento.Yo subí a la chalana Segundo Duro para zarpar en un mar embravecido hacia la isla de Sagres con el percebeiro Manuel González Sampedro a recoger a mano el chapapote flotante. Vi crear en la lonja de Aguiño enormes espumaderas para recoger el engrudo a paletadas. Vi la paradisiaca isla de Sálvora empañarse de los hilillos de plastilina.

 Las manchas llegaron a Ons ante mis ojos. Vi  a pescadores, marineros vomitar con sus ropas salpicadas de negro. Mareados. Exhaustos. Con el penetrante fuel aromático en sus pulmones y pegado a sus pituitarias. Vi a la entonces periodista en activo Letizia Ortiz, hoy Princesa, haciendo directos desde Galicia para TVE.

Vi un enjambre caótico de  voluntarios vestidos con monos blancos y botas de goma recogiendo el lacre viscoso en las rocas de la isla norte de las Cíes. Escuché a un mariscador hundido hasta los tobillos en chapapote gritar “¿es que aquí no hay Dios ni Gobierno?”. Vi zarpar barcos de todo porte de Cangas, Moaña, Vigo… 

Estuve en la barca A Xesta con dos capazos, tres palas, un rollo de plástico y tres pares de guantes enfrentarse a las olas para echar una mano en el combate de la marea negra.

Yo trepé a las barricadas construidas en la embocadura de las lagunas y marismas de Carregal y Vixán para resistir el embate del chapapote. Caminé por las arenas del parque natural de Corrubedo,  donde el fuel se había escondido bajo dos centímetros de arena. Salí en lancha de la Escuela Naval de Marín, con 200 alumnos de la escuela, para ver amanecer en las Cíes y colaborar en la limpieza.

Desayuné con Mariano Rajoy en el hotel María Pita A Coruña, cuando se puso al frente del dispositivo. Y lo vi mirar fijamente a Jaume Matas. “Es el ministro de Medio Ambiente”, me recordó con un punto de su ironía. Lo vi desesperarse en Santiago con lo que pasaba y veía. Allí siguió.

Yo subí al promontorio del faro de Fisterra para ver llegar tres enormes manchas “de aspecto irisado” (de 4,6 kllómetros de radio la más pequeña, de 15,7 kilómetros la más grande) que habían brotado del barco hundido a 246 kilómetros de la Costa de la Muerte, a tres kilómetros de profundidad. 

Vi un delfín muerto entre las rocas de Corcubión. Vi llorar a mejilloneros sobre sus bateas, familias de percebeiros (la de Claudina) maldecir su suerte cuando ya faltaba nada para la temporada de Navidad, la alta.

Yo vi a surferos portugueses patrullar en la desembocadura del Miño. Los vi llegar remando sobre sus tablas para avisar de la llegada del chapapote. Vi un frailecillo de pico rojo recubierto de fuel sobre un rastrillo. Muerto. Paseé por las playas aún limpias de Foz do Miño con José Eduardo Marins, secretario de Estado portugués de Medio Ambiente, con sus barcos ya listos.

Conocí a decenas de voluntarios de los miles que llegaron, militares, alcaldes, ministros, soldados … Vi pegarse parte de las 77.000 toneladas que llevaba el Prestige en su panza antes de partirse y hundirse. Pasé por Carnota, Corcubión, Muxía, Fisterra, Laxe, Aguiño,  Laxe, Ribeira... viendo llegar la marea negra. 

Vi tomar decisiones, y hacer y no hacer nada.  Recorrí la costa sinuosa desde A Coruña hasta a Caminha, en Portugal. Vi cómo se llevaban el barco partido al quinto pino, sin Gobierno, en un temporal de esos que dieron su nombre a la Costa da Morte. Fue hace once años.

Todo eso pasó y ya está.  Ahora sé que no fue culpa de nadie. Quizás lo vi demasiado negro."                    (Jorge A. Rodríguez, blogs El País, 13/11/2013)

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