"En la Diputación de Ourense de José Manuel Baltar los afines al PP
ya no copan empleos en la institución sino en las empresas a las que se
externalizan servicios
El nuevo baltarismo se distancia al menos en un formalismo del viejo
baltarismo. El hijo-sucesor de José Luis Baltar, condenado por un delito
de prevaricación basado en el enchufismo, no coloca a dedo a los afines
en las dependencias de la abarrotada institución ourensana, salvo
excepciones.
En su mandato, los parientes de cargos del PP acaban en su
mayoría empleados en las empresas mixtas en las que va parcelando la
extenuada Diputación de Ourense. Militantes del PP y descendientes de
enchufados del fundador de la estirpe recalan en los empleos de las
empresas desgajadas del organismo provincial.
Los centros ecuestres,
Aquaourense y el servicio de recogida de basuras —Baltar ha anunciado
también la externalización del servicio de Vías y Obras— empiezan a
cubrirse de una red de afines como la que en su día permitió a su padre
el control del poder político ourensano y su influencia en el PP de
Galicia.
La primera tanda de enchufados del neobaltarismo se consumó apenas
iniciada la sucesión dinástica. Con la institución impedida —rozaba el
endeudamiento legal— para hacer contrataciones, el nuevo presidente
anunció que tomaba el toro por los cuernos: deploró la herencia del afán
empleador de su progenitor y se lanzó a un ERE para despedir a 32
trabajadores, aunque mientras colocaba a una veintena de militantes y
afines en la misma institución a través de un convenio subvencionado por
la Xunta.
El ERE fue ruidoso y judicializado (la justicia desmontó su
razonamiento) pero mientras Baltar apelaba los fallos insistiendo en que
así saneaba las cuentas, recontrataba a algunos de los despedidos.
No
computan como enchufados al modo tradicional: los rescató como autónomos
para realizar asistencias técnicas en la misma Diputación de la que los
había echado. Con un gasto similar en personal, el nuevo baltarismo
consiguió reducir el importe del capítulo 1 a cambio de engordar el 2,
al que fueron a parar los gastos de asistencias técnicas, asesores y
convenios entregados a dedo.
Mientras emprendía su particular saneamiento de personal, el sucesor
contrataba a dedo al gerente de la fracasada empresa urbanística de la
Diputación, Urbaourense, José Cudeiro. Fue pionero en la larga lista de
asesores —y “asesores de los asesores” en expresión del BNG— enchufados
en la presidencia.
A Cudeiro lo nombró “asesor técnico”. A su lado
colocó a un “técnico asesor” (funcionario), a un asesor de comunicación
(Fernando Rodríguez, miembro de la ejecutiva provincial del PP), a un
auxiliar de oficina (funcionario), a un asesor de política deportiva (el
concejal del PP en Ourense Bernardino González) y a un asesor de
política cultural (el portavoz del PP en Ribadavia, Celso Fernández).
Junto a ellos, puso a un auxiliar de política cultural y deportiva.
El
personal dedicado a la presidencia se completa con un jefe de secretaría
particular, un auxiliar de presidencia y un gestor de documentación. En
breve se sumarán un oficial de administración, un auxiliar de servicio y
dos porteros-operarios de limpieza.
Mientras tanto, el sucesor del baltarismo mantiene una larga lista de
empleados vinculados a su partido en Aquaourense, la empresa mixta
creada por su padre para gestionar el ciclo del agua en la provincia,
una labor que asumía la Diputación hasta que cedió la mayoría del
capital, el 67%, a Aquagest. Parientes de concejales del PP forman el
entramado laboral de la empresa que en sus dos primeros años duplicó su
plantilla y triplicó su gasto en personal hasta superar los 286.000
euros, aunque los beneficios apenas alcanzaran los 40.000.
En Aquaourense figura como jefe de control analítico el hijo de un
jubilado del departamento de Vías y Obras de la Diputación . La hija de
uno de los dos chóferes de la Presidencia de la Diputación (conductor a
quien Baltar ha asignado un salario de 34.968,63 euros anuales) está
empleada como analista.
En el laboratorio figura la hija de una
apoderada del PP de Verín. La lista la completan la hija de otra
empleada, vecina de Baltar en Esgos; el hijo de un electricista del
Ayuntamiento de Pereiro de Aguiar; el descendiente de un exconcejal del
PP de Punxín y parientes y militantes del PP de Pereiro de Aguiar. Junto
a ellos, la novia del hijo del portavoz del grupo popular en la
Diputación, alcalde de Muiños y secretario del Ayuntamiento de Pereiro,
Plácido Álvarez, presidente del consejo de administración. Álvarez
sostiene que el personal no lo pone él ni la Diputación “sino la
empresa”: “Nosotros nos enteramos en el consejo de administración y no
interferimos” en la selección, añade.
Un secretario que pide enchufes
La Diputación de Ourense se deshizo del servicio del agua para
compartirlo en minoría con Aquagest en la empresa mixta Aquaourense. La
firma privada se quedó con el concurso público, al que concurrieron
otras tres empresas, por la “generosa oferta de medios materiales y
humanos” que hizo, explicó en su momento las razones de la selección el
secretario de la institución ourensana, Francisco Cacharro, hijo del
expresidente del PP y de la Diputación de Lugo.
El caso Pokémon ha desvelado el papel de Cacharro en la gestión de la
empresa mixta y sus peticiones personales de enchufismo. En un correo
incluido en el sumario judicial fechado en noviembre de 2012, Cacharro
agradece al entonces director de Aquagest en Galicia, Henry Laíño, que
haya dado pasos para emplear a su exmujer: “Parada llamó ya a Sonia el
mes pasado (Sonia es la madre de mi hijo) y ella le ha enviado el CV. A
ver si hay suerte y llegan a un acuerdo con ella”.
En ese correo le pide
que le “encuentre un hueco” en la filial de Chile “al hermano de mi
socio Miguel”, en alusión al abogado Miguel Diéguez, a quien Baltar
contrató para redactar la ordenanza de selección de personal de la
Diputación. Y acto seguido le anuncia que está “tratando” de convertir
Aquaourense “en algo diferente a lo que es”. “Algo que le permita asumir
sin cortapisas la gestión delegada de servicios de los Ayuntamientos
como una auténtica concesionaria”, detalla.
Laíño se movilizó para satisfacerlo. Escribe al director general de
la firma urgiéndole la colocación y comenta a su delegado en Santiago:
“Lo único que faltaba es que quedemos mal con Cacharro”. Cacharro
reconoce que medió “por un par de personas” de su “confianza” pero
matiza que no lo hizo “a cambio de algo”. “No se cumplió el objetivo en
ningún caso”, sostiene Cacharro." (
Cristina Huete
, El País, Ourense
10 NOV 2014)
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