"El lunes amaneció soleado en toda España. Mariano Rajoy
se despertó temprano, como todos los días. Era una persona grata. Hizo
sus ejercicios físicos habituales, desayunó, se acicaló y se lanzó al
mundo real en su coche oficial, con la serenidad con que afronta cada
jornada desde que es presidente del Gobierno.
Un día más, como otro
cualquiera en la agenda “muy libre” del señor de Pontevedra. Cuando
llegó a la madrileña callé Génova, dispuesto a presidir el Comité
Ejecutivo Nacional del Partido Popular, le comunicaron que el
vicealcalde de Valencia, Alfonso Grau acababa
de ser detenido por un delito continuado de cohecho.
“Buenos días a
todos”, dijo el presidente en funciones con una cara muy seria. Y habló
de la corrupción, tal como relató Margallo a la salida
de la reunión: “Por supuesto que el presidente habló de la corrupción:
dijo que nos ha perjudicado mucho a todos y que siente desconfianza en
muchos políticos”.
En la pausa para el café, poco antes de mediodía, alguien le comunicó a Mariano Rajoy que, según informaba la Cadena SER, su amigo Francisco Camps
era “el recaudador” de la “organización criminal” creada por el Partido
Popular en Valencia.
Rajoy se puso dos terrones de azúcar y recordó,
con una media sonrisa, una frase suya para la historia: “Este es el modelo (el de Camps) que yo quiero aplicar para el Gobierno de España”. Removió el café y tomo un sorbo pequeño que le quemó ligeramente la punta de la lengua.
Mientras Rajoy soplaba, el ministro del Interior hablaba de una
conspiración y ponía en duda la imparcialidad del sistema judicial: “No creo ni en la casualidad ni en la espontaneidad”,
afirmó el político que tiene un ángel de la guarda y ve fantasmas.
“No
somos el único partido con casos de corrupción y lo que es llamativo es
que los únicos casos que salgan en estos momentos tan sensibles son los
que afectan al PP. Solo digo eso, que interpreten como quieran”.
Mas o menos a la hora en que Jorge Fernández Díaz insinuaba a Marcelo,
su querubín privado, que en España los jueces prevarican, el pleno del
Ayuntamiento de Pontevedra nombraba persona ‘non grata’ a Mariano Rajoy
con votos de En Marea, PSOE y BNG.
Era la forma de castigar que el Gobierno en funciones de Rajoy haya permitido a Ence, la fábrica de celulosas construida durante la dictadura, seguir operando otros 60 años en la ría de la ciudad, litoral público. “No podemos actuar movidos por la histeria”, sugería entre tanto el presidente en funciones durante el Comité Ejecutivo Nacional del PP.
Una jornada difícil, en la que Mariano Rajoy se acuesta como persona
‘non grata’. Una minucia para un político de su categoría, líder de una
organización criminal curtido en mil tramas corruptas, pero todo un
drama para un gallego de Pontevedra. Afortunadamente mañana será otro
día." (Javier Pérez de Albéniz, Cuarto Poder, 22/02/16)
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