Laureano Oubiña, Sito Miñanco y Manuel Charlín Gama. (de izq. a der.)
"Laureano Oubiña no estará solo. Cuando la Operación Nécora
se aproxima a su trigésimo aniversario y uno de sus principales
protagonistas ha logrado la libertad condicional, otros grandes nombres
del narcotráfico gallego que empezaron a sonar en aquellos años enfilan
también el camino de la calle.
Es el caso de Marcial Dorado, que acaba de obtener su primer permiso ordinario en ocho años, antesala del régimen abierto. A los dos los esperan ya en semilibertad Sito Miñanco, que solo debe acudir a dormir a un centro de inserción social de Algeciras, y Manuel Charlín, libre desde 2010.
Casi al mismo tiempo que se conocía la libertad condicional de Oubiña,
concedida 22 años después de su ingreso en prisión, el juez central de
Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional autorizaba al
narcotraficante Marcial Dorado Baúlde el primer permiso ordinario después de permanecer ocho años en la cárcel,
donde cumple una condena de 10 años por narcotráfico y otra de seis por
blanqueo de dinero.
Se acerca así al tercer grado penitenciario, al
tiempo que se “prepara para la vida en libertad”, de acuerdo con el auto
del juez. La Fiscalía Antidroga de la Audiencia Nacional se ha
pronunciado en contra de los informes favorables del centro
penitenciario de Villabona (Asturias), donde Dorado ha pasado el último año de internamiento, alegando alarma social y posible quebrantamiento de la condena.
La mañana de aquel lejano 12 de junio de 1990, cuando el juez Garzón activaba la operación Nécora con un impresionante dispositivo policial, a Oubiña lo detuvieron en pijama en el pazo de Baion junto a su esposa, Esther Lago.
A Charlín lo sorprendieron en las oficinas de su fábrica de conservas. Marcial Dorado,
conocido entonces como Marcial de la Isla, también era apresado en
Galicia, y Sito Miñanco lograba escabullirse por encontrarse en el
extranjero. Miñanco, Charlín y Oubiña formaron parte de aquel descomunal
sumario que 13 años después derivaría en el mayor macrojuicio contra los capos gallegos de la droga.
No así Dorado, que fue uno de los cinco detenidos que se descolgaron
del mismo, aunque el fiscal inició un proceso separado contra él por
blanqueo de dinero.
Dorado, que en esa década de los noventa entablaría amistad con el actual presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo,
se inició en el contrabando cuando la cocaína aún no había tomado el
relevo del tabaco entre la incipiente industria de los capos gallegos.
Ingresó en la cárcel inicialmente por un caso abierto en 2003 tras la
captura de seis toneladas de cocaína; fue culpado por narcotráfico.
Con
el proceso aún en marcha, fue condenado a otros tres años por cohecho y
en abril de 2009, cuando disfrutaba del tercer grado, regresó a la cárcel,
de la que ya no salió. En 2015 se vio ampliado su horizonte en la
cárcel de la que pronto se librará para disfrutar cuatro días de
libertad. Con su nuevo régimen podrá permanecer lejos de prisión un máximo de 30 días por año hasta la obtención del tercer grado o la libertad condicional.
El juez de Vigilancia Penitenciaria subraya en su auto que Dorado
“goza de apoyo familiar y expectativas de futuro y que cuando estuvo en
libertad provisional no se produjo ninguna incidencia ni intento de
evasión del interno pese a las causas pendientes”.
Cita además un acta
del 13 de febrero en la que el interno asegura que “se arrepiente de todo lo que sucedió y
de haber estado en un mal punto en un momento determinado, y también
que “fueron hechos que sucedieron por una serie de circunstancias que
ahora no podrían repetirse”.
Su caso se diferencia de los de Miñanco y Oubiña
en que él podrá disfrutar de los permisos en Galicia y trasladarse a
una prisión próxima a su domicilio una vez consiga la libertad
condicional.
Oubiña, no. El juez de la Audiencia Nacional que le
concedió el 24 de febrero la libertad condicional decretó que no podrá
pisar su tierra hasta que no transcurra el tiempo total de su condena:
cuatro años, siete meses y 15 días. Pero mientras tanto se prepara para salir de la prisión de Navalcarnero (Madrid),
donde cumple una condena por blanqueo de dinero procedente del
narcotráfico, que se suma a la de 22 años de cárcel por tres delitos
contra la salud pública por tráfico de hachís.
En su caso el juez alegó
la antigüedad de los hechos por los que fue condenado,
su comportamiento en prisión, su edad –71 años– y razones de salud. El
auto asegura que el preso “goza de apoyo familiar y ha fijado su
domicilio y actividad con una ONG fuera de Galicia”.
Tampoco Sito Miñanco ha podido establecerse en Galicia, y por la misma
razón que con sus compañeros de negocio: la necesidad de evitar el
reencuentro con familias de las víctimas de la droga “que han sufrido
las consecuencias de su actividad delictiva”.
Desde que abandonó la prisión en 2015,
trabaja en un aparcamiento propiedad de su antiguo abogado en Algeciras
y pasa las noches en el centro de inserción social de la ciudad. Con
varias condenas acumuladas, su tercer grado se lo
concedió el mismo juez central de Vigilancia Penitenciaria de la
Audiencia Nacional que acaba de aliviar la condena de Dorado, José Luis
Castro.
De todos los grandes capos de los noventa, el primero en salir de la cárcel fue Manuel Charlín, de 83 años, un peso pesado del tráfico de drogas, pionero de los grandes narcos de Arousa,
que tras una sucesión de entradas y salidas de prisión, donde vivió más
de 20 años, quedó libre en 2010.
Dos días después volvía a ser detenido
por una causa de blanqueo y está implicado en otro caso similar por el
que le han confiscado bienes por valor de 12 millones de euros. También le espera un juicio por un presunto abuso de una joven de 17 años con una ligera discapacidad.
Si las antiguas generaciones comienzan a evitar la prisión
tras muchos años en ella, algunos integrantes de las más recientes la
evitan 'in extremis'. Es el caso de Pablo Vioque Lages, hijo del
fallecido abogado de narcotraficantes Pablo Vioque,
absuelto este mismo viernes por el Supremo de la condena de seis años y
medio de prisión impuesta por la Audiencia Provincial de Madrid por un delito de tráfico de cocaína.
El TS entiende que las escuchas telefónicas, la única prueba que había
contra él, carecían de indicios relevantes para sustentar esta
intervención. Saldrá a la calle, la misma en la que podrá cruzarse con
los Miñanco, Dorado, Oubiña y Charlín." (Pablo López Vigo, El Confidencial, 05/03/17)
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