"Juan Picos es profesor de la Escuela de Ingeniería Forestal de
Pontevedra y antiguo director de la Asociación Gallega Monte Industria.
Reconocido como uno de los mayores expertos del sector forestal en
Galicia, sobre el que realizó un completo informe hace dos años, analiza
ahora el grave incendio de Portugal después de que hace un año pusiera el foco en el monte gallego.
Pero, como él mismo reconoce, las comparaciones son inevitables ante un
territorio ahora afectado por el fuego que es "un continuo" de Galicia y
que, en gran medida, sufre de las mismos defectos en cuanto al
abandono, la despoblación y la ordenación territorial en el rural. [ Entrevista realizada originalmente en gallego]
Ante una tragedia como esta, la discusión se enfoca en muchas ocasiones
exclusivamente hacia la eucaliptización de las zonas afectadas por el
incendio. ¿Es tan sencillo el debate?
En estos casos suele haber posiciones muy
enfrentadas y seguramente todas ellas tienen algo de razón pero también
algo de engaño. Obviamente, lo que arde es combustible vegetal y esa
acumulación de combustible tiene que ver con el fuego; esto es un hecho.
Lo que ocurre es que reparamos demasiado en la especie que arde cuando
en realidad el importante es la estructura, como está dispuesta esa
biomasa y como está gestionada la plantación.
Y precisamente en estos
momentos cuando surgen las oportunidades de mejora. Obviamente, el
eucalipto tiene una importancia económica que nadie va a negar, pero
también es cierto que la despoblación ha llevado a que mucha gente lo
plantara en lugares donde lo normal es que no esté ni viva. Aún así,
muchas veces el gran problema, que debemos afrontar ya, es el abandono
general y la falta de actividad en muchas zonas.
¿Cuál es el principal problema?
Cuando una plantación de crecimiento rápido se abandona -incluso las
que no lo son- y esa es una dinámica que se hace extensiva en un
territorio, ahí tenemos el problema, pero también la oportunidad de
mejora. Yo siempre tiendo a ser racional a la hora de hacer ciertas
apreciaciones porque, además, creo que es la forma de hacer llegar el
mensaje a los propietarios.
¿A qué se refiere?
Lo que no podemos es llegar y decirle a un propietario que eso que está
plantando no lo puede plantar porque lo que generamos de primeras es
rechazo.
Esa no es una buena estrategia. Por el contrario, debemos
acercarnos a ellos para intentar que mejoren su actividad. Estas mejoras
muchas veces vienen con la diversificación de la especie, pero muchas
otras también con el tipo de silvicultura. En estos casos, la respuesta
que nos dan es pedir ayuda, muchas veces con dinero, pero también con
formación, información o extensión.
Es ahí donde tenemos las
oportunidades para mejorar. Entonces, el debate sobre si eucaliptos sí o
no suele ser muy apasionado, pero si lo que queremos es mudar las cosas
tenemos que aportar ejemplos para que la gente vea que hay otras
alternativas. Incluso si hay quien elige esa opción, debemos
proporcionarles también formación y ayuda para que la situación del
monte sea mejor.
Pero el problema con los eucaliptos existe...
Evidentemente, lo que nadie va a defender son repoblaciones de
eucaliptos cerca de las casas o de lugares de importancia
medioambiental, natural o patrimonial: Pero tampoco podemos pensar que
ahora mismo seríamos capaces de quitarnos de delante las plantaciones de
eucaliptos y tener otra alternativa que genere el mismo movimiento
económico cuando, además, nadie quita que provoque el mismo abandono en
el monte. Este debería ser el enfoque ante el problema, pero con la
tragedia de Portugal ante nosotros, entiendo que es difícil tratar el
tema con frialdad. Comprendo todo lo que se dice.
¿Qué ha provocado que el incendio de Portugal haya sido tan importante y haya tenido consecuencias tan trágicas?
En lo referido directamente a esta tragedia, lo que nos impacta a
todos, lógicamente, no es que hayan ardido tantas hectáreas porque ya lo
habíamos visto otras veces, sino que el fuego se llevó por delante la
vida de más de 60 personas.
En este caso de Portugal, todo lo que podía
salir mal salió mal; las circunstancias meteorológicas eran extremas, la
situación de abandono del monte y la acumulación de la biomasa más
sensible era grande, la orografía del lugar era complicada y con muchos
valles y desniveles que dificultan el control del incendio y, además,
era un lugar con accesos difíciles a los núcleos de población, con gente
muy envejecida y en un fin de semana donde hay más personas de lo que
es habitual y que no saben qué hacer en caso de que venga el fuego... El
peor de todos los escenarios posibles pasó.
¿Y ese escenario se puede repetir?
Mientras a la gente de esta zona de Portugal y de Galicia no se le
enseñe lo que tiene que hacer ante un fuego de estas proporciones,
estaremos jugando a una lotería bastante peligrosa. No imagino a una
persona de San Francisco, en los Estados Unidos, que no sepa qué hacer
ante un terremoto. De improvisar determinadas actuaciones ante una
tragedia, lo que puede ocurrir es que multipliquemos sus efectos
negativos.
En el caso de Portugal se juntó todo: la situación climática,
el abandono agrario y forestal del entorno, la población envejecida y
también un sistema de protección civil que no fue capaz de tomar una
buena decisión de evacuación por la dispersión de la población.
Las semejanzas de la zona afectada son evidentes con Galicia. ¿Es
necesario preparar a la gente ante posibles incendios así de peligrosos?
Sí que se es necesario. Una de las enseñanzas o mensajes que nos manda
esta tragedia es que debemos gastar cierto tiempo en explicarle a la
gente que debe o no debe hacer si ocurre algo como esto. Sin sobreactuar
ni exagerar, pero sí hay que hacerlo. A mí me ha pasado de ir por
Galicia y ver cómo gente se desplaza a ver un fuego, que es como quien
va a hacer fotos a la playa del Orzán en A Coruña cuando hay un
temporal.
Tenemos que aprovechar la situación para formar a la gente en
cuatro o cinco cosas muy básicas. Incluso en aquellos sitios en los que
sabemos que hay más riesgo, deberíamos establecer zonas seguras donde
las personas saben que deben ir para estar a salvo y después ser
evacuadas fácilmente.
Esto va a haber que tomárselo en serio porque casi
nunca pasa y el riesgo es remoto, pero cuando juegas mucho a veces
acaba tocándote y una vez que te toca ya no puedes hacer nada. Es
necesario estar un poco preparado porque tenemos cientos de incendios al
año en Galicia, afortunadamente no de este tamaño, pero nunca se sabe.
Una mala decisión como la de coger el coche y escapar puede desencadenar
problemas más graves.
El
territorio afectado en Portugal y todo el norte del país es semejante a
Galicia en masa arbórea, posibilidades de incendios, dispersión... ¿Es
tan idéntico como parece?
Sí, sí,
totalmente. Si uno coge un coche en Ortigueira y va bajando Galicia,
después por la AP-9 y hacia el sur, todo es un continuo. Si borráramos
el río Miño no sabríamos decir dónde estamos porque van cambiando
algunas cosas pero clarísimamente estamos en un medio natural y
socioeconómico prácticamente idéntico, así que las cosas las hay que
tomar en serio.
¿Puede pasar algo como lo de Pedrógão Grande en Galicia?
El riesgo cero en estos casos nunca existe. Puede ser remoto que ocurra
porque es difícil que se junte todo lo malo como en Portugal, pero el
mensaje más importante que nos manda esta desgracia y que debemos
comprobar se estamos en condiciones de afrontarlo y evitarlo. Esa
reflexión hay que hacerla. Lo mínimo que le debemos a la gente que lo
está pasando mal e incluso a la que falleció en Portugal es tomarnos en
serio todo esto.
Con todo, como ya ha comentado tantas veces, el problema es estructural y de fondo y no se arregla ni en un año ni en dos...
Es que cualquiera otra cosa es ser un ventajista. Si alguien tuviera la
solución para arreglar esto en uno o dos años, ya no digo que lo
votaría sino que le pagaría directamente. El problema es que todas estas
circunstancias de fondo vienen pasando desde hace bastantes décadas y
tenemos que ser capaces de revertirlas día a día y con un trabajo muy de
fondo en medio rural en general que implica también evitar la
despoblación de las aldeas. Es una problemática muy global.
Con todo, la
sociedad gallega debería pensar todas las noches en casa antes de
acostarse qué hizo en ese día para mejorar el medio rural, porque todos
podemos hacer algo, cada uno desde su responsabilidad. Seguro que todo
el mundo tiene alguna finca por ahí abandonada o que puede hacer algo,
por pequeño que sea, para mejorar. Nos lo deberíamos tomar así de en
serio." (Entrevista a Juan Picos, profesor de Ingeniería Forestal en Pontevedra , eldiario.es, 21/06/17)
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