"En esos mapas con los que los infógrafos de los medios ilustran a la
audiencia de los resultados de las elecciones que se celebran fuera de
Madrid, Galicia aparecerá teñida de azul. El color del PP, aunque en
realidad debería simbolizar el del tsunami que llevó al PSdeG a situarse
a solo 9.000 votos de los conservadores en el cómputo total de las
locales y a superarlos en casi 100.000 en las europeas (en 2014 tuvieron
casi 140.000 menos que ellos).
El PP se ha ahogado sin llegar a la
orilla de las alcaldías en las siete ciudades (podría conservar Ourense,
donde ha quedado segundo, mediante un pacto-abrazo del oso), sigue
fuera de tres diputaciones e incluso tiene en el aire la cuarta, la de
Ourense, la que nadie imagina en otras manos (aunque el PP de Ourense no
sea exactamente el PP).
Y aquí no tiene ningún salvavidas del que echar
mano: Cs ha conseguido 33 concejales de 3.721 y el 1,91% de los votos
totales, ninguna alcaldía y ninguna o muy remota posibilidad de
participar en ningún gobierno. Eso sí, se ha estrenado con una
representante –¿lo adivinan?: una periodista– en A Coruña.
Vox no ha
llegado a salir de la caseta de baño y ni siquiera aparece en la
relación de partidos. Por lo demás, las Mareas que gobernaban las
ciudades autodenominadas rebeldes (A Coruña, Santiago, Ferrol) han
experimentado un reflujo considerable, y el BNG sigue remando. Esto es
el resumen. Si quieren, pueden volver a centrarse en lo de Madrid y en
la lucha por el Trono de Hierro de la izquierda, y si no, paso al
detalle.
En esas conversaciones de ascensor que son las declaraciones de los
líderes políticos ante la urna –”fiesta de la democracia”, “llamamiento a
participar”, “normalidad y ausencia de incidentes”– el presidente de la
Xunta, Alberto Núñez Feijóo demostró que lo de Andalucía (y el
Ayuntamiento de Madrid) le pilla lejos, y mostró su deseo de que
“pudiesen gobernar los que ganan” (es decir, el que saca al menos un
voto más que el segundo).
De ser así, habría sacado peores resultados
que en 2015. Habría ganado de nuevo por los pelos en A Coruña (en donde
ha perdido por goleada: 9 frente a 9 del PSdeG, 6 de Marea Atlántica y 2
del BNG, menos 1 Cs), en Ferrol (12 frente a 8+3+2), y en Lugo (10 y 2
Cs frente a 8+5), pero perdería en Ourense, en donde ha sido superado
por los socialistas, y por supuesto, en Pontevedra (BNG) y en Vigo (Abel
Caballero).
De no poder conseguir la alcaldía en Ourense, pactando con
el tercero, un candidato un tanto peculiar (Berlusconi en versión local,
con canal de televisión propio incluido), el PP solo gobernará en un
par de villas de más de 20.000 habitantes. Por perder, ha perdido hasta
en Vilalba, patria del Presidente Fundador del partido. Eso sí, conserva
casi la mitad del número absoluto de concejales y la mayoría de las
pequeñas alcaldías rurales.
Los socialistas han experimentado un empuje hacia arriba que en parte
ha sido a costa del PP en los medianos y pequeños ayuntamientos donde
gobernaban, y a expensas de las Mareas allí donde no, como en las
ciudades. El BNG, con las listas llenas de independientes y con una
fuerte presencia femenina, se afianza como tercera fuerza, ha
consolidado posiciones en los lugares donde tenía alcaldías –sobre todo
en villas sobre los 20.000 habitantes–, y todo indica que volverá a
compartir el timón con el PSdeG en las diputaciones.
Sin embargo, el
avance ha sido más cualitativo que cuantitativo (alrededor de 1% de
votos más), salvo en las europeas, gracias sobre todo a la candidata,
Ana Miranda. La lista que compartía con ERC y Bildu ha pasado de ser la
quinta fuerza, con 80.000 votos, a ser la tercera, con 171.000.
El reflujo de las Mareas es difícil de representar en números. Entre
otras cosas porque en cada ayuntamiento comparecía con un nombre
distinto. En algunos han mantenido la alcaldía (Sada, Pobra do
Caramiñal), o salvado los muebles (Vigo), pero en general los apoyos se
han ido por el desagüe, como revelan los datos en las ciudades de
referencia: A Coruña (de 10 a 6 concejales), Santiago (de 10 a 5) o
Ferrol (de 6 a 3, aunque aquí sí podrían entrar en el gobierno local).
Si quieren empezar a buscar culpables, además del acoso mediático que
han sufrido, pueden considerar que Galicia fue pionera en la creación de
movimientos de éxito surgidos del 15M, como Alternativa Galega de
Esquerdas (tenía de asesor a un tal Pablo Iglesias), que después mutó a
En Marea, y también lo fue en tomarse lo del rupturismo en el sentido
estricto y personal. A pesar de que los “alcaldes del cambio” intentaron
ponerse de perfil –o quizá por ello– en el movimiento de placas
tectónicas entre Podemos, IU, Anova e independientes que desembocó en
dos candidaturas el 28-A (En Marea y Podemos-Eu-Mareas En Común-Equo),
es más que probable que el espectáculo de lucha grecorromana disfrazado
de debate ideológico causara desafección en un electorado al que se le
había vendido ilusión.
Por poner un ejemplo, en Ourense ciudad se
llegaron a presentar tres candidaturas procedentes de ese espacio antes
común. El resultado es ese en el que están pensando. " (Xosé Manuel Pereiro
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