"Ha nacido una estrella. Entre los vídeos más difundidos que
han generado las elecciones locales, dentro del género chusco, junto con
el del concejal de Vox de Orihuela que, cual Cirineo, arrastra una cruz hasta el atril para jurar algo en lo que no cree, estará una colección de antiguos y recientes
de Gonzalo Pérez Jácome, el nuevo, flamante e inenarrable alcalde de
Ourense.
Hay infinidad, por una parte porque tiene un canal de
televisión, Auria TV, y por lo tanto, dispone de producción propia, y
por otra, porque aunque no la tuviese, un señor que hace cosas como
cambiarse de calcetines en el salón de sesiones (durante un pleno,
quiero decir) está claro que no necesita auparse en medios propios para
lanzar su carrera. De hecho, no se sabe cómo se desempeñará como
alcalde, pero está teniendo un fulgurante éxito como friki televisivo.
Este caso, y otros bastante más céntricos y centrales, recuerdan
aquello que se decía de Idi Amin Dadá, que lo inexplicable no era que
hubiese llegado a presidente de Uganda, sino a sargento del Ejército
Británico.
Jácome quizá sea el más estrafalario de los alcaldes surgidos
de las urnas el 28 de mayo, aunque no es el único (algunos, desde
luego, prometen) y desde luego recuerda a Berlusconi o Jesús Gil, y no
solo en el uso de la televisión, pero a diferencia de estos, él no está
en política para salvaguardar e incrementar sus intereses empresariales,
y tampoco se ha aupado él solo (responsabilidad alícuota de los
respectivos electorados aparte).
El líder de Democracia Ourensana, que
así se llama el partido que fundó con unos colegas, a lo máximo que
llegó fue, como segunda fuerza –8 de 27 concejales– a amargarle la vida a
la anterior corporación y en especial al alcalde, del PP, y a paralizar
toda la actividad municipal.
Este 28 de mayo todo indicaba que el candidato socialista, el más
votado, sería el alcalde, porque Jácome disparaba contra todos, pero su
blanco preferido era el presidente del PP de Ourense y de la Diputación,
José Manuel Baltar. Desde llamarlo “psicópata” o “loco” a voz en cuello
en actos oficiales hasta poner a circular un robot por las calles de la
ciudad calificándolo de “cacique”. Pero Baltar no alcanzó la mayoría en
la Diputación, y necesitaba socios.
El diputado de C’s exigía un
recambio en la presidencia. Jácome, que había pasado a ser la tercera
fuerza, aceptó a cambio de la alcaldía, a pesar de que diez días antes
de los comicios se permitía amenazar
en Twitter al candidato del PSOE, que aventuraba el pacto PP-DO: “DO
negociará con PSOE o @PPdeOU pero siempre exigiríamos la cabeza de
Baltar. Que tenga cuidado Vilariño con mentir, que igual pedimos también
la suya”.
El presidente del PP de Galicia, Alberto Núñez Feijóo –“Jácome sería
letal para Ourense”, había dicho días antes de las elecciones– escogió
contentar al PP de Ourense, siempre presto a largar amarras rumbo al
centro, y asegurar sus votos en las próximas autonómicas, aún a costa de
enterrar todavía más su teoría de que gobierne la lista más votada y
quedar sin una triste ciudad que llevarse a la boca. Arteixo (32.000
habitantes) es la mayor población en la que gobierna el PP. Si en eso
que los medios “nacionales” llaman “el granero de votos del PP” solo el
21% de los gallegos tienen un alcalde conservador, no veo yo donde está
esa consolidación del poder local del partido de Casado que proclaman.
Bien, el alcalde de la tercera ciudad de Galicia está a un mandato de participar en Supervivientes, pero
quien lo ha puesto en el cargo es uno de los barones de aquel partido
que era el que más se parecía a España, e incluso –por qué no decirlo–
uno de los pocos que todavía parece medianamente sensato. Quizá lo que
haya cambiado haya sido España. No recuerdo tomas de posesión y traspaso
de poderes tan tensos y tan grandguiñolescos. Multitudes conduciéndose
como barras bravas, cargos salientes que vacían los archivos
públicos o que se niegan a entregar el bastón ese que cada día parece
menos simbólico…
Y lo que es peor, los partidos mainstream,
viejos y nuevos, comportándose como si estuviese un mono al volante
mientras proclaman que todo lo hacen por la seguridad de los ciudadanos y
a la vez dando por hecho que el electorado no tiene muchas luces. No es
que en ocasiones hayan seguido ofreciendo a la ciudadanía candidatos
corruptos, es que han apostado –con la imprescindible colaboración del
porcentaje necesario de votantes y de los medios concertados, no lo
olvidemos– por candidatos declaradamente ineptos.
Otros han colocado a
gente apta y después les han segado la hierba bajo los pies. Y todo esto
no ha sucedido precisamente en desiertos remotos ni en montañas
lejanas, ni en pueblos perdidos.
Podemos atribuir esta situación a muchas causas, desde la pérdida de
los valores cristianos a la fluorización del agua corriente, como se
temía el general Jack D. Ripper de ¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú. Sin
desdeñar la teoría del militar que encarnaba Sterling Hayden en la
película de Kubrick, a mí me parece más plausible la que sugiere el
director Mike Judge (el creador de Beavis and Butthead) en Idiocracia (Idiocracy),
una película estrenada casi en la clandestinidad en 2006.
Una distopía
que describe los EUA de 2505 como una sociedad antiintelectual,
consumista y bajo la bota de las grandes corporaciones. Lo que la
diferencia de la actual son los toques de humor: el presidente Dwayne
Elizondo Mountain Dew Herbert Camacho es como Rambo si Stallone fuese de
la Mara Salvatrucha, y el discurso a la nación lo da con su
ametralladora pesada (mas bien lo da ella), en una tribuna del Capitolio
más esponsorizada que un Fórmula 1.
Los EUA de Idiocracia son
el resultado de la disgenesia, la selección natural, pero de los rasgos
genéticos negativos. Es decir: en un mundo dirigido por el marketing,
gobernado por las pantallas y alimentado con comida hipercalórica, los
que mejor se adaptan al medio son los idiotas, que además apuestan por
las políticas regresivas, los recortes en la educación y en las medidas
de igualdad. Evidentemente, es una exageración, Trump de momento no ha
subido armado a dar ningún discurso, al menos que se sepa, o por lo
menos no ha disparado.
De todas formas, si es usted partido mainstream, medio
concertado o electorado con parte alícuota de responsabilidad, tampoco
se lo tome a mal. Es solo una película. O a lo mejor tenía razón el
general Ripper. En todo caso, como decía Anton LaVey, fundador de la Iglesia Satánica (no se deje engañar por el nombre), es una lástima que la estupidez no duela. " (Xosé Manuel Pereiro, CTXT, 20/06/19)
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