"El PP en Galicia podría ser fácilmente diagnosticado como un partido
que sufre un trastorno de bipolaridad política y electoral. A nadie se
le escapa las enormes diferencias entre las elecciones autonómicas y las
generales. Mientras que en los comicios del pasado 10-N PP y PSOE
empataron en votos y escaños en Galicia, según la preelectoral del CIS
el primero aventaja al segundo en 26 puntos de cara a las elecciones de
este domingo 12 de julio.
Independientemente de la debilidad del PP en España, con dos intentos reales de sorpasso en
el último año (primero de Ciudadanos y después de Vox), dos elecciones
generales perdidas, una moción de censura exitosa que les apartó del
gobierno central y una pandemia mundial con su posterior gestión
política, la marca regional popular en Galicia, capitaneada por un imparable Feijóo, parece seguir siendo imbatible. En todas las
encuestas publicadas en lo que llevamos de año el candidato del PPdeG
obtendría la mayoría absoluta. Sería la cuarta consecutiva desde el
2009. ¿Qué está pasando en Galicia?
El lema de los populares gallegos (“Galicia, Galicia, Galicia”), o la
ausencia deliberada de todo símbolo del Partido Popular en la
escenografía de la campaña electoral, da muestra de lo que Alberto Núñez
Feijóo pretende desde el primer momento: alejarse del nuevo ADN
popular. Sin embargo, en modo alguno el candidato a revalidar la
presidencia de la Xunta quiere desligarse de la esencia galleguista de
los populares, sino marcar distancia con una política nacional
hiperbólica que en el último año ha radicalizado las posiciones del PP.
Puede que Casado se crea cómodo en estas nuevas coordenadas, pero Feijóo
tiene claro que este no es un escenario digno de batallar.
En este
sentido, si se compara la ideología declarada por los votantes del
Partido Popular, ya en 2016 se veía cómo el PP de Feijóo es capaz de
aglutinar voto en el centro de manera mucho más eficiente que los
populares a nivel nacional.Esta moderación ideológica, conjugada con un
espacio electoral de derechas que sigue sin fragmentarse (ni Ciudadanos
ni VOX parecen estar robando votos al PP), es sin duda una de las claves
del éxito del PP Gallego.
Bien sabe el actual presidente de la región que las inmensas mayorías
que heredó de su antecesor Fraga, y que este domingo espera ratificar,
únicamente se construyen sobre una heterogeneidad de igual o mayores
dimensiones. Una diversidad que el PP nacional no es capaz de obtener.
Una de esas dimensiones en las que la marca regional consigue
distanciarse de la nacional y parecerse más al conjunto gallego es el
eje nacionalista. En las anteriores elecciones autonómicas gallegas,
entre los que votaron al Partido Popular, solo un 3% se sentía
únicamente español. Entre los que votaron al mismo partido en las
generales del 10-N esta cifra ascendía al 23%. Algo similar, pero
ciertamente con menor intensidad, ocurre entre los que se sienten más
españoles que gallegos.
Por el contrario, el PP de Galicia cosecha datos opuestos al nacional
entre aquellos con un fuerte sentimiento nacionalista: considerarse más
gallego que español y únicamente gallego, con el 39,7 y 27,5%
respectivamente, a diferencia del 4,4 y el 1% del PP de Pablo Casado. El
PP en Galicia consigue un voto mucho más autonomista que en el resto de
España. Esto no ocurre en otras regiones históricas como el País Vasco o
Cataluña.
Probablemente estos últimos datos ayuden a entender el cambio que la
candidata del BNG, Ana Pontón, ha realizado en esta campaña, mucho menos
centrada en la cuestión identitaria y más sensible a las demandas
sociales. En la mayoría de los últimos sondeos el BNG está en viva pugna
con el Partido Socialista de Galicia por la segunda posición. Una señal
de cómo la nueva apuesta pragmática de Pontón, con la ayuda del
desmoronamiento de las Mareas, parece sentarle bien al Bloque.
Existe no obstante otra cuestión que en el PP nacional es tabú: la
organización territorial. El PP de Galicia es mayoritario entre los
votantes que tienen como preferencia un Estado único sin autonomías, un
Estado con menos autonomías y un Estado como el actual. Las tres
opciones representan casi el 78% del total de ciudadanos gallegos.
Incluso en una opción como la de potenciar las autonomías actuales el PP
gallego es bastante competente, con números cercanos al PSOE y al BNG
en 2016. Únicamente se descuelga de la opción sobre la posibilidad de un
Estado gallego independiente, aunque esta representa solo el 5% del
electorado.
Una muestra de cómo Feijóo ha conseguido encarnar el ya
tradicional “galleguismo equidistante”. En Galicia, a diferencia del
País Vasco o Cataluña, el nacionalismo partidista abandonó la vía
centrista-burguesa que tan buenos resultados ha reportado al PNV y a CiU
en las últimas décadas. En este territorio, donde las organizaciones
nacionalistas desde el tardofranquismo estuvieron muy ancladas a
opciones claramente de izquierdas, ha sido el Partido Popular el que ha
representado este papel de equidistancia nacionalista.
Una última cuestión que puede explicar el éxito de Feijóo en Galicia
tiene que ver más con los deméritos de la oposición que por las virtudes
propias. Durante las tres últimas legislaturas ninguno de los partidos
de la oposición ha presentado un liderazgo fuerte capaz de disputar la
Xunta al actual presidente. Si se atiende a los datos de las encuestas
postelectorales de Galicia en los últimos años, se puede observar cómo,
mientras que a Feijóo prácticamente la totalidad de encuestados declara
conocerlo, todos los portavoces que han pasado por los distintos
partidos de la oposición cosechan porcentajes sustancialmente más
bajos. Incluso en estos comicios, donde los candidatos de PSOE y BNG han
conseguido mejorar en este aspecto, la diferencia con Feijóo en el
número de encuestados que declaran conocerle es mayor a 20 puntos.
Esta diferencia en los liderazgos de los partidos puede ser uno de
los factores que expliquen esa bipolaridad electoral que se mencionaba
al comenzar el artículo. Por ejemplo, más de un 20% de quienes
recordaban haber votado al PP en 2016 manifestaban sentir la misma o más
simpatía por el PSOE que por el PP. En un contexto donde tienes
opciones que te agradan de manera parecida, un liderazgo fuerte puede
ser la clave para decantar la balanza del voto. Aquí es probablemente
donde esté ese 10% de electorado socialista que Feijóo reconoció
recientemente que necesitaba atraer, y que las declaraciones de Cayetana
Álvarez de Toledo dificultaban.
Es curioso que en Galicia cuando se pregunta directamente por el
partido que gustaría que ganara, la correlación de fuerzas entre el PP y
las formaciones de izquierdas sea pareja e incluso ligeramente
mayoritaria entre las opciones de partidos de izquierdas, y, sin
embargo, tanto en la intención de voto como en el voto real de las
últimas elecciones la victoria del PP ha sido aplastante. En Galicia
Feijóo ha conseguido que el PP, además de ganar elecciones, desprenda un
aura de invencibilidad que funciona como la mejor de las herramientas
electorales. "
(Daniel Vicente Guisado y Víctor Pérez-Guzmán Arbáizar son politólogos, CTXT, 07/07/20)
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