10/11/20

El abuso de la atención telefónica en la sanidad gallega y la falta de personal colapsan las listas de espera

 "En abril y durante la primera ola del coronavirus, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, anunció que el comité clínico estaba trabajando para recuperar la actividad asistencial del Servizo Galego de Saúde (Sergas), en parte ralentizada por la covid-19 y el confinamiento, a través de la teleasistencia. La llamó “sanidad del futuro” y siete meses después, las listas de espera continúan engordando en los ambulatorios, no solo para la atención presencial limitada al máximo, sino para la telefónica, con demoras de hasta un mes.

Es 4 de noviembre y entramos en la página web del Sergas para programar una cita de Atención Primaria con el médico de cabecera que nos corresponde. Lo primero que nos encontramos es un cuadro que notifica que “la agenda del profesional no dispone de huecos libres para pedir citas de consulta en los próximos días. Contacte con su centro de salud”. 

Llamamos al ambulatorio y nos atiende un contestador automático. La primera cita que nos ofrece el robot es para 22 días más tarde, el 26 de noviembre. Nos indica que nuestro médico de familia no está disponible y que nos atenderá otra doctora. Acto seguido, la voz apunta que “debido a la situación proporcionada por la covid-19, la consulta se realizará de manera telefónica”.

 Según había comunicado el Gobierno autonómico, este sistema tenía la intención de evitar las aglomeraciones cuando los hospitales, después del confinamiento, se volviesen a poner en marcha. Sin embargo, y ante la crítica situación epidemiológica que golpea Galicia, la teleasistencia ha provocado que las colas físicas se conviertan en colas telemáticas, donde servicios como medicina familiar, enfermería, matrona u odontología, se atienden de manera telefónica. El Sergas informa en la página web y en el servicio automático que en el caso de necesitar una cita presencial se contacte directamente con el centro de salud, pero el sistema robotizado no ofrece la opción.

Marta (nombre ficticio), de Pontevedra y usuaria del Sergas, sufría un dolor en una mama. Al no considerarlo de urgencia, solicitó una cita con su doctora de familia y se la dieron dos semanas más tarde. Como el dolor persistía y no podía llevar una vida normal se acercó a su ambulatorio. En recepción le dijeron que no podían atenderle y que acudiese a urgencias, pero allí tampoco le pasaron a consulta y le asignaron una cita telefónica de urgencia. “Yo necesitaba que mi doctora me explorase y descartase que fuese un bulto o un tumor”, cuenta. En la llamada, su propia médica le pidió que se acercase al centro lo antes posible.

Otra usuaria del Sergas que se ha puesto en contacto con Público, asistió a su hospital de urgencias por una infección en la garganta. Al hallarse en la misma instalación, la derivaron a su doctor de familia, que podía atenderla al momento. Para su sorpresa, cuando estaba en la sala de espera el facultativo la llamó por teléfono, y la paciente le explicó que estaba delante de la puerta. “Él sabía que estaba fuera y no me llamó para entrar. Le dije que creía que tenía placas de pus y me dio un antibiótico”.

El médico y portavoz de SOS Sanidade Pública, Manuel Martín, cuenta que la “teleasistencia puede inducir a errores gravísimos, a una falsa confianza de la persona al creerse al médico que le dijo que no tenía problemas. Conozco casos de personas que han sido consultadas telefónicamente porque tenían un bulto en la barriga. Sin que el médico se lo viese, este le decía que era un lipoma. Finalmente acababa siendo un sarcoma, que es un cáncer que te puede matar”.                 (Alba Tomé, Público, 05/11/20)

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