"Ángel Espadas fue un hombre magníficamente relacionado dentro de la
familia del PP de Galicia pero con una carrera política accidentada.
Mano derecha del defenestrado exalcalde de Santiago Gerardo Conde Roa, tuvo que dimitir como candidato al Ayuntamiento en 2011 porque fue pillado ebrio al volante
y, tras ser resucitado como jefe de gabinete del regidor cuando el PP
ganó las elecciones, fue destituido en 2012 después de que su jefe dejara el cargo por un fraude fiscal.
Esos golpes que lo acabaron echando del despacho del consistorio no
arruinaron, sin embargo, el mayor capital político de Espadas. Apenas un
mes después de dejar el Ayuntamiento de la capital gallega, el ahora imputado en el caso Pokémon
por cohecho, tráfico de influencias y uso de información privilegiada
entró en nómina de varias empresas para abrirles los despachos de los
cargos públicos de su partido que adjudicaban contratos desde
consellerías, diputaciones y ayuntamientos.
En mayo de 2012, apenas un
mes después de ser destituido como en el Ayuntamiento, Espadas negoció
un sueldo con dos constructoras que acababan de aliarse —la gallega
Unika y la vasca Inbisa— y con Aquagest, concesionaria de aguas de Santiago.
Según los pinchazos de la Pokémon, Espadas empezó a cobrar unos 3.000
euros al mes de estas compañías. “Les sales regalado”, le dijo por
teléfono su esposa al exdirigente popular. Aquella primavera, según se
desprende de las investigaciones, Ángel Espadas, Puñales para la trama,
volvió a florecer en el PP, esta vez como representante de empresarios
ávidos de que les “echaran una mano” para lograr contratas públicas.
Las escuchas del sumario dejan claro que Espadas se afanó en ganarse
el sueldo. El 3 de julio de 2012, a las 20.30 horas, ya tenía concertada
una reunión con el conselleiro de Infraestructuras, Agustín Hernández.
Según le contó Espadas al gerente de la constructora Unika, Francisco
Sánchez Varela, el encuentro, de hora y cuarto, fue “muy bien”.
Hernández le preguntó “en qué podía echarle una mano” y, tras hablar de
“Sogama, la rotonda de Sabón [en Arteixo] y el tema de Vilamarín”,
fijaron una comida para finales de mes entre el conselleiro, el
directivo de la constructora y el propio Espadas. “Ángel, en esta vida
hay que tener paciencia y la legislatura es muy larga”, le dijo el
conselleiro de Feijóo, según contó por teléfono el exconcejal.
El
trabajo de Espadas, licenciado en Física por la Universidad de Santiago y
fundador de la Asociación Liberal de Estudiantes, consistía básicamente
en “tirar de agenda”, decía él. Así lo hizo con el alcalde de A Coruña,
Carlos Negreira.
El 12 de julio de 2012, a las 13.45 horas, agentes
apostados en María Pita observaron cómo Espadas franqueaba la puerta del
Ayuntamiento y cómo al salir, sobre las 15 horas, se reunía en esa
misma plaza con su amigo José Luis Míguez, alias El Pesetas, entonces
gerente de Aquagest en Santiago e imputado en la operación, para comer
juntos.
Las escuchas policiales captan al que fue secretario de Organización
del PP compostelano relatando su entrevista con el regidor coruñés, a
quien entregó, dice, “un papeliño” con “unas cosas”. Negreira le
advierte que “en el Ayuntamiento, alguna cosa de servicios, pero que de
obra nada a corto o medio plazo”, afirma posteriormente Espadas, quien
en esa reunión con el alcalde pactó una segunda cita a la que da mucha
importancia: una comida en la que Negreira compartirá mesa y mantel con
directivos de Aquagest, una de las empresas que, según admite el
exconcejal popular, le pagan el sueldo.
Espadas no escondía su
peregrinaje por los despachos. Tras salir del encuentro con Negreira,
llama a Paula Prado, excompañera suya en la corporación compostelana y
actual portavoz del PP de Galicia, para informarle de “que estuvo con
este [por Negreira] hasta las 15.15 horas”.
Tras esta llamada, Espadas
telefonea a su mujer, que le pregunta si el alcalde de A Coruña tiene
algo para él de “trabajo”. “No hay gran cosa”, le responde Espadas,
aunque ha logrado, añade, que el regidor coma con los mandamases de
Aquagest.
¿Pero qué negocio veía esta empresa de aguas en una ciudad, A
Coruña, en la que el abastecimiento está en manos de una compañía
municipal, Emalcsa? Los investigadores graban a Míguez, El Pesetas,
confesando su interés en Smartcities, “un proyecto de cinco millones”
financiado por la UE pero adjudicado por el gobierno coruñés, que
incluye inversiones en tecnología relacionada con el agua.
“Como es
importante la participación de empresas locales, habría que saber en qué
empresas estaría interesado el Ayuntamiento de A Coruña”, afirman los
directivos de Aquagest ignorando que estaban siendo grabados por los
agentes.
Según consta en la parte desvelada del sumario, Espadas también medió
entre el vicepresidente de la Diputación de Pontevedra —el popular José
Crespo— y la empresa GRS, interesada en un concurso que finalmente no
ganó.
Pese a que el exdirigente del PP veía en Crespo “cierta
receptividad e interés en echar una mano”, los empresarios a los que
ofrecía sus servicios le recriminaron el fiasco: “Eso está mamoneado por
los técnicos”, se excusó Espadas. Según asegura en los pinchazos,
Espadas mantiene contactos con los alcaldes populares de Ferrol, Santa
Comba (el gerente de la constructora Unika le pide que “básicamente les
dé” una obra) y Boqueixón (este último también imputado).
Y el 7 de
agosto de 2012 se reúne incluso con la conselleira de Medio Rural, Rosa
Quintana, dice él, para abordar un favor que le pide alguien sin
identificar relacionado con “una plaza en el Laboratorio de Sanidad y
Producción Animal de Lugo”. La crucial comida de Espadas y sus aliados
de Aquagest con Negreira y el concejal que gestiona el proyecto
Smartcities en A Coruña, Martín Fernández Prado, se fija para el 6 de
septiembre de 2012. Lo que ocurrió en aquella cita se mantiene de
momento oculto por el secreto de sumario." (El País, 10/02/2014)
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