"Las excavadoras comenzarán en unos días a perforar las entrañas del
centro neurálgico de A Coruña, la Marina cuyos edificios de galerías y
la dársena donde atracan pequeños pesqueros, yates de recreo y grandes
cruceros conforman la postal típica de la ciudad.
El objetivo es
construir un costoso túnel de un kilómetro para enterrar el tráfico en
esta emblemática y protegida fachada al mar de la capital provincial. Un
viejo proyecto que llevaba años aparcado por falta de dinero para
afrontar la compleja tarea de reorganizar una zona de alto valor
patrimonial y turístico de la ciudad.
Hasta ahora. Ni la persistente
crisis, ni los incesantes recortes en todo tipo de inversión y servicio
públicos, ni el reguero de críticas que levanta una carísima iniciativa
tachada de “faraónica”, “innecesaria” y “caprichosa” son obstáculos para
el PP en su afán de acudir a las elecciones municipales de 2015 con una
gran aunque parcial transformación del corazón de la ciudad en la que
gobierna por primera vez en democracia.
Resulta incluso un misterio cómo se pagará la factura de una obra
pública que, en total, supera los 50 millones de euros. El gobierno
local, que cargará a las arcas municipales el grueso del ambicioso
proyecto, rehúsa dar cifras y precisar presupuestos. Lo único claro,
según el alcalde, Carlos Negreira, y el presidente de la Autoridad
Portuaria, Enrique Losada, es la fecha prevista de inauguración: será
dentro de un año, dos meses antes de la cita con las urnas.
La Marina y
su costado izquierdo, el antiguo muelle de O Parrote que lleva siete
años abierto en canal por la controvertida y difícil construcción de un
ahora casi finalizado aparcamiento privado, constituirán una gran
explanada peatonal a pie de mar, 52.000 metros cuadrados en total.
Solo la construcción del vial subterráneo de cuatro carriles de la
Marina, que conectará con el que atraviesa la plaza de María Pita y con
el que se está terminando para entrar y salir del nuevo aparcamiento de O
Parrote, costará 10,8 millones de euros. El puerto, que adjudicó la
obra a la constructora Copasa con una sustancial rebaja del precio
inicial, aportará dos millones. Nada más pese a ser terreno de su
competencia.
El Ayuntamiento paga el resto. Y también la urbanización de
la superficie peatonal. Serán varios millones de euros pero su coste
real aún “está por definir y cerrar”, indicó a este diario el equipo de
Negreira. Insiste en que aún pueden aportar dinero “otras
Administraciones”. Pero de momento, ni Fomento, de quien depende el
puerto, ni la Xunta han prometido un euro.
El alcalde nunca ocultó, desde que tomó el bastón de mando en junio
de 2011, que su prioridad es este ambicioso y caro proyecto en un zona
declarada Bien de Interés Cultural y puerta de entrada de la Ciudad
Vieja de A Coruña.
Aprovechando la imperiosa necesidad de solucionar el
gran agujero de O Parrote, una obra empantanada años por la aparición de
valiosos restos de la antigua muralla de la ciudad, el alcalde no dudó
en saltarse etapas y planificaciones anteriores o pendientes para
conseguir su propósito. “O se hace ahora o no se podrá hacer ni en 50
años”, acostumbra a defenderse Negreira.
Aparcó otras importantes actuaciones para una zona emblemática, la
Ciudad Vieja y Pescadería, que llevan ya casi cuatro años esperando la
revisión en trámite de su plan especial de protección y reforma interior
(Pepri). En la Marina se va a enterrar el tráfico pero los coches
seguirán teniendo manga ancha para invadir el vecino y dañado casco
histórico de A Coruña.
Su tan reclamada peatonalización sigue sin fecha.
No aparece en el plan de movilidad urbana que presentó la semana pasada
el gobierno de Negreira. Y de nada sirvió hasta el momento que en la
memoria del Pepri se advierta sobre la posibilidad de que un túnel en la
Marina “se convierta en un efecto llamada al tráfico” y aumente, en vez
de reducir, el número de vehículos que acceden al barrio histórico.
El rechazo al proyecto estrella de Negreira no solo es de la
oposición municipal en bloque, que claman contra el “despilfarro” del
nuevo túnel, sino creciente entre agentes sociales y vecinales de la
ciudad. A las protestas de los vecinos de la Ciudad Vieja, se han unido
las asociaciones de Monte Alto y A Gaiteira, este último un barrio
bastante alejado del centro.
Incluso se constituyó una plataforma contra
las obras de la Marina que tiene previsto manifestarse cada jueves
contra un proyecto que ven “faraónico” e incluso “inmoral en esta época
de penurias y restricciones”. Entre los arquitectos de la ciudad el
túnel también es objeto de crítica.
El gobierno local hizo caso omiso del proyecto del urbanista José
González Cebrián, ganador del concurso de ideas que Ayuntamiento y
Autoridad Portuaria fallaron en 2007. Y encargó al arquitecto Luis
Collarte el diseño del túnel y la futura explanada, de cuya
configuración aún poco se sabe aparte de incluir juegos infantiles y
árboles para reponer las decenas taladas en las últimas semanas.
“Ya se
verá como queda”, dice el equipo de Negreira. Las incógnitas han
disparado las críticas. ¿Cómo pondrá en valor, por imperativo de
Patrimonio, los restos de la ancestral fortificación que aparecerán al
perforar el túnel? ¿Cómo se organizará el acceso restringido para
residentes, vehículos de emergencia, buses y taxis? Lo único claro es
por ahora que las obras arrancan ya." (La Voz de Galicia, 10/03/2014)
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