"Cuando en febrero de 2012 el septuagenario José Luis Baltar Pumar
entregó los últimos restos de su reinado a su primogénito José Manuel
Baltar Blanco, el baltarisno no hacía más que emularse a sí mismo. Al
menos una veintena de alcaldes del PP del núcleo duro de exbarón en esta
provincia habían iniciado, o estaban en proceso de hacerlo, su propio
proyecto sucesorio.
Las dinastías que han sostenido al baltarismo se
remontan en algunos casos al siglo XIX, cuando los Baltar ni remotamente
pensaban en acariciar el poder institucional. Otras de nuevo cuño
aspiran a perpetuarse, como hizo el fundador de la saga, a través de sus
familiares directos y bendecidas por el hijo-sucesor del expatrón y por
la democracia del siglo XXI.
La comarca de Verín, desarrollada desde la Alta Edad Media al calor
del condado de Monterrei, ha dado al baltarismo y al PP estirpes de
munícipes. Es el caso de los ayuntamientos de Cualedro y de Riós, en
donde los actuales regidores y aspirantes a la reelección dan
continuidad a los poderes centenarios de sus respectivas familias.
Luciano Rivero Cuquejo —que acaba de dejar su escaño en la Diputación
tras revelarse que facturó ilegalmente a su gasolinera desde ese
organismo— no solo ha sucedido en la alcaldía de Cualedro a su madre,
Marina Cuquejo —que gobernó desde la transición hasta su muerte, en
2006— sino a una larga lista de antepasados que ostentaron el poder
municipal en puestos políticos o administrativos desde el siglo XIX.
Antes de acceder a la alcaldía, Rivero aprobó una oposición municipal
convocada por su madre. En 2007, tras fallecer esta, encabezó la lista
del PP y en honor de su antecesora instaló una imponente escultura con
la efigie materna. A escasos kilómetros, en Riós, gobierna Francisco
Armando Veiga Romero.
Es hijo del que fuera secretario municipal durante
décadas y primo del exalcalde Eloy Veiga Martínez con quien se alternó
durante un tempo los mandatos municipales hasta quedarse finalmente él
solo. Pero en el pueblo datan en 1920 el origen del poder de los Romero.
Apellidos sin ese anclaje secular inician ahora su particular
sucesión dinástica en la misma comarca de Verín. El fiel amigo del
primero de los Baltar e histórico alcalde de Monterrei ha renunciado a
los poderes locales en favor de su vástago, José Luis Suárez, jefe de
Recursos Humanos de la Diputación.
Tras hacerse con la presidencia local
del PP, el segundo Suárez encabeza ya la lista a la alcaldía. Lo mismo
que Ana Villarino en Oímbra: sustituye a su padre, Alfonso, el
baltarista que gobierna el municipio desde 1979 y que en las municipales
de 2011 censó en su vivienda a 27 inmigrantes de los 200 que inflaron
entonces el censo municipal. El regidor refuerza la lista situándose en
el segundo puesto.
En la comarca de Celanova se prepara otra sucesión. Pablo Pérez,
teniente de alcalde de Quintela de Leirado, ya ha sustituido a su
progenitor, José Antonio Pérez, en la presidencia local del PP. Le queda
el salto a la alcaldía, pero de momento irá de número dos en la lista
de su padre.
Ha mantenido el poder desde 1976 con impenetrables mayorías
absolutas. Pérez preside la Mancomunidad de Terras de Celanova, donde
empleó a su vástago-sucesor junto a una larga lista de parientes y de
otros cargos del PP. El hijo se ha situado en el núcleo duro del
neobaltarismo como secretario de organización del partido en la
provincia. Pero hay otras formas de sucesión. En San Amaro, el actual
alcalde, Ernesto Pérez, relevó a su tío y comparte empleo en la
Diputación con su primo, hijo del exregidor.
A la lista se suman las actuales alcaldesas, candidatas a la
reelección, de Vilamartín de Valdeorras, Jesusa Candal, y de A Bola,
Teresa Barge, esta última arrancada por Baltar II al BNG. Ambas
sucedieron a sus progenitores.
Otras, a sus maridos, como la regidora de
Melón, Cristina de Francisco, abocada a la política cuando su esposo,
Alberto Pardellas, tuvo que abandonar la alcaldía por una sentencia que
lo inhabilitó para ejercer cargos públicos durante años. Ahora está ella
procesada. Doblemente imputado se presenta a estas elecciones el
alcalde de Boborás, Cipriano Caamaño. Ha puesto a su mujer cerrando la
lista de suplentes.
Los nietos empiezan a situarse
Los intentos de perpetuación familiar en el poder afectan a algunos
de los feudos más emblemáticos del baltarismo. Ocurre en Vilamarín, en
donde el histórico Amador Vázquez lleva de número cuatro a su hijo, uno
de los que han aprobado oposiciones de la Diputación durante la
presidencia del segundo de los Baltar. En Xunqueira de Ambía, José Luis
Gavilanes repite como candidato incorporando también a su vástago, en
este caso como primer suplente.
En Pereiro de Aguiar Eliseo Fernández ha
incluido, también como suplente, a su nieta. Lo mismo que el veterano
Senén Pousa, alcalde de Beade desde 1974, conocido por sus exaltaciones
del franquismo y que se mantiene como cabeza de cartel con su nieta en
el cuarto puesto.
El octogenario Julio Pérez opta a un nuevo mandato en Vilar de Barrio
con su yerno de número dos y en Ramirás, Pilar Otilia López (1939),
alcaldesa desde 1975, repite con su sobrino en el número cuatro. Si
llega a sucederla se convertiría en el cuarto López mandamás del
municipio porque su tía sustituyó a su hermano y este a su vez al padre
de ambos.
En los tres casos, por decisión de los gobernadores civiles
del franquismo. En Sandiás insiste la veterana Concepción Méndez,
alcaldesa desde 1979 cuando relevó a su suegro, designado también por el
franquismo. Los feudos están blindados." (Cristina Huete , El País,
Ourense
26 ABR 2015)
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