Tienen 16 y 17 años, van al instituto, se mueven en bus con los instrumentos a cuestas y se explayan en las redes sociales. Los viernes por la tarde, sin falta, se reúnen para agitar las baquetas y poner los amplificadores al límite durante un par de horas.
Ensayan en el mercado de A Magdalena, en pleno centro de Ferrol, donde pueden hacer ruido gratis y sin complejos. Los antiguos puestos que ocupaban un lateral del mercado municipal son ahora pequeños locales de ensayo para Wolfram y otras 19 bandas noveles. El pasado verano, el Ayuntamiento de Ferrol completó las obras para reciclar los puestos vacíos del mercado, que transformó en cuatro habitáculos de 25 metros cuadrados y una sala de control y grabación.
La iniciativa se puso en marcha para dar respuesta a la insistente demanda de muchos ferrolanos que buscaban un lugar apropiado para dar rienda suelta a su pasión musical sin problemas con la vecindad y sin el peaje de alquilar un garaje. (...)El techo de los cuatro cuartos se recubrió de corcho para absorber el ruido, pero las paredes y ventanas de aluminio carecen de aislante. Cada local está equipado con una batería "algo mediocre", un equipo de voces y dos amplificadores (bajo y guitarra).
La sala de control y de grabación ocupa dos locales contiguos, aislados con tarimas de madera para mejorar la sonoridad. A este proyecto de discográfica municipal de Ferrol todavía le falta la mitad del equipamiento básico. "Hay micrófonos de gran calidad, pero falta una buena mesa de mezclas", se quejan los usuarios, que ya se encontraron con algún equipo roto.
"La idea es formar a los jóvenes y enseñarles cómo grabar y editar su propia maqueta", explica Nuria, profesora de música en A Escola da Vaca, un centro que se encarga de gestionar los locales.
Sin embargo, si un grupo llegase a grabar una maqueta en el estudio ferrolano no podría lucrarse con la venta de ese disco, porque el recinto es propiedad municipal, apuntan. "Estos rockeiros ferrolanos son fieles y disciplinados. No faltan a un ensayo", dice Nuria, que les abrió el local "un 25 de diciembre y el 1 de enero". (...)
Inma y Vicky, de la banda juvenil de la OJE (Organización Juvenil Española), cuentan que en su grupo suenan cuatro gaitas y tres percusionistas. Para los siete, el local se les queda pequeño y no tiene ventanas.Los días cálidos no tienen más remedio que ensayar con la puerta abierta. Su compañero, Bernardo Anatol, señala las paredes y los suelos desnudos y pide que se amueblen con "el mínimo equipamiento básico". Su queja ha tenido eco y después de seis meses apilando los abrigos en el suelo, hoy se colocarán percheros, papeleras y sillas made in Ikea. (El País, Galicia, 11/02/2011, p. 16)
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