23/10/12

Las elecciones gallegas y vascas dejan un panorama a la griega: La derecha mantiene su fortaleza, mientras el batacazo del PSOE deja a la izquierda transformadora como principales fuerzas de la oposición

" Y es que las elecciones gallegas y vascas dejan un panorama a la griega: La derecha mantiene su fortaleza, mientras el batacazo del PSOE –gran perdedor- deja a la izquierda transformadora (AGE-BNG y EH Bildu) como principales fuerzas (en votos) de la oposición. El PSOE ve como su izquierda le da el sorpasso, apoyada precisamente en la estela de movimientos sociales y de la creciente hegemonía de un discurso crítico con el bipartidismo.

 De esta forma, estas elecciones han reforzado tanto el voto del ‘miedo’ (la seguridad que buscamos en la autoridad y en los partidos ‘conservadores’ del PNV y del PP) como el de la ‘rabia’ (las ‘Syrizas’ gallegas y vascas, el cambio radical frente a un régimen en crisis). Lo explica Isaac Rosa: “En momentos de grave crisis sólo caben votos duros, de los que se traen ya de casa apretados en el puño”.

 Añade que “los votantes de derecha eligen partidos de derecha-derecha; los de izquierda exigen partidos de izquierda-izquierda; los nacionalistas vascos o gallegos, escogen el discurso soberanista; los nacionalistas españoles, optan por la bandera española”. En este contexto, no hay que olvidar el papel de la abstención (36,2% en Galiza, 34,17% en Euskadi; casi tanto como los dos principales partidos juntos), la opción de la desesperanza, la que cree que no se puede cambiar nada.

 Ésta llega incluso a Gipuzkoa, donde gobierna EH Bildu, que pierde 10.000 votos en el último año. También se abre paso el ‘que se vayan todos’, como en Galiza donde la suma de votos en blanco, votos nulos y Escaños en Blanco (segunda fuerza extraparlamentaria) asciende al 6,43%.  (...)

La izquierda ha conseguido recuperar los niveles de voto del comienzo de la Transición y de la crisis política y económica de mediados de los 90. Entonces su ciclo lo cerró bruscamente un período de expansión económica que catapultaría al PSOE, primero, y al PP, después, a gobiernos y ayuntamientos. Ahora, la crisis y la descomposición del régimen, lejos de cerrarse, parecen sólo estar comenzando. 

Por ello, hay espacio político para una Syriza en el Estado. Pero ese crecimiento de la izquierda no vendrá por sí solo: Izquierda Unida (y otros partidos de la izquierda) deberían de resistirse a la tentación de análisis triunfalistas: Ellos no ocupan necesariamente el espacio de AGE o Bildu en sus territorios. Diego Valderas (vicepresidente de Andalucía y líder de IU) no se parece a Beiras, sino a Francisco Jorquera (el candidato del BNG que siempre trabajó para su partido).

 Frente a la estabilidad de Bildu, las coaliciones de IU en País Valencià, Baleares o Asturies saltaron por los aires. Las CUP catalanas recogen más la indignación que ICV o Esquerra. Pocos de los candidatos de estas izquierdas pueden presumir de una ética intachable o de un perfil profesional como el de Beiras o Mintegi (¿cuáles serían los resultados de una candidatura en Andalucía encabezada por Sánchez-Gordillo?). 

La pregunta entonces parece clara: ¿se puede abrir este espacio en el Estado? Tal vez, pero la contundencia en el discurso, la ética y no profesionalización de los candidatos, la conexión con el caldo de cultivo post15-M o la coherencia y credibilidad para disputar el poder al PSOE y al PP tendrán que volver al primer plano."            (Daniel Ripa, Periódico Diagonal, Rebelión, 23/10/2012)

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