17/10/12

Nadie le ha hecho tanto daño a la industria gallega como el conselleiro Javier Guerra

"Consultar la Encuesta de Población Activa es más doloroso que caminar descalzo por un campo de cactus. La estadística escupe datos como el siguiente: desde el primer trimestre de 2009 hasta este año, en Galicia han desaparecido 43.100 empleos en la rama industrial y 32.000 en la construcción.

 El descalabro es de dimensiones espectaculares en el sector inmobiliario: la bolsa de viviendas vacías ha aumentado exponencialmente y el número de visados de obra nueva (que no llega a los 1.700 en el primer semestre), nos devuelve a lo que ocurría hace tres décadas. Esto sucede a pesar de que Galicia, según la patronal del sector, no fue la comunidad más castigada por el burbujeante despegue económico del ladrillo que causó la actual recesión.

Las políticas para revertir o, por lo menos, frenar la situación de la industria y la construcción han resultado abiertamente ineficaces. Empezando por el plan estrella de la Xunta de Galicia para hacer despegar sector eólico: iba a crear nada menos que 13.266 empleos gracias a una inversión privada de 5.953 millones, la mitad del presupuesto de la Xunta. 

Ni la propia patronal, EGA, disimula ya el estrepitoso fracaso del plan impulsado por el conselleiro del ramo, Javier Guerra, que supuso la anulación del reparto del gobierno bipartito —algo que, a la postre, fue tumbado en dos sentencias del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia—.

Tampoco se han cumplido los pomposos anuncios de recuperación de la mano de la inversión exterior, desde la fábrica de baterías para coches que iba a instalar Mitsubishi para crear 500 empleos en Salvaterra (Pontevedra) hasta el presentado como “firme compromiso”, de la compañía Xero para instalar una fábrica de coches eléctricos en Melón (Ourense).

“Nadie le ha hecho tanto daño a la industria como Javier Guerra”, sentencia el economista Manuel Lago Peñas. “Nadie, desde el conflicto de Sargadelos”, ironiza, en referencia al motín que se produjo a finales del siglo XVIII en Lugo que desembocó en el asalto de miles de campesinos a las fábricas en protesta por el consumo de madera del complejo siderúrgico (madera que necesitaban para actividades agrícolas y pesqueras).

 Aquello truncó la producción de acero en Galicia, y dos siglos después los incendios se divisan en muchos más frentes, desde la producción de energía a la construcción naval pasando por el ladrillo o el sector textil.

 Naval. La ausencia de financiación, las crisis en Barreras y Vulcano y la quiebra de constructores pequeños (M. Cíes, Factoría Naval), han puesto contra las cuerdas al sector. (...)

Textil. El sector de la moda, al que se han dedicado una buena parte de sus ayudas del Igape, ha perdido a industrias medianas de referencia y otras están gravemente tocadas. (...)

Construcción. Uno de los últimos ejemplos es el fracaso de los planes para dar salida a la bolsa de pisos vacíos que la Xunta impulsó a principios de año. De las 4.500 viviendas que, se pretendía, iban a encontrar comprador, apenas hay medio centenar. El plan era una de las promesas que Feijóo llevaba en su programa electoral en 2009 pero ya había fracasado una iniciativa parecida en el Madrid gobernado por Esperanza Aguirre. (...)

Energía. El cierre de la planta de Gamesa es el paradigma de lo que ha sucedido durante los últimos cuatro años en el sector. El polémico concurso eólico del bipartito fue sustituido por otro —también controvertido— reparto que se falló cuando la ventanilla de primas eólicas ya estaba cerrada en Madrid."             (El País, Galicia, 11/10/2012)

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