"Consultar la Encuesta de Población Activa es más doloroso que caminar
descalzo por un campo de cactus. La estadística escupe datos como el
siguiente: desde el primer trimestre de 2009 hasta este año, en Galicia
han desaparecido 43.100 empleos en la rama industrial y 32.000 en la
construcción.
El descalabro es de dimensiones espectaculares en el
sector inmobiliario: la bolsa de viviendas vacías ha aumentado
exponencialmente y el número de visados de obra nueva (que no llega a
los 1.700 en el primer semestre), nos devuelve a lo que ocurría hace
tres décadas. Esto sucede a pesar de que Galicia, según la patronal del
sector, no fue la comunidad más castigada por el burbujeante despegue
económico del ladrillo que causó la actual recesión.
Las políticas para revertir o, por lo menos, frenar la situación de
la industria y la construcción han resultado abiertamente ineficaces.
Empezando por el plan estrella de la Xunta de Galicia para hacer
despegar sector eólico: iba a crear nada menos que 13.266 empleos
gracias a una inversión privada de 5.953 millones, la mitad del
presupuesto de la Xunta.
Ni la propia patronal, EGA, disimula ya el
estrepitoso fracaso del plan impulsado por el conselleiro del ramo,
Javier Guerra, que supuso la anulación del reparto del gobierno
bipartito —algo que, a la postre, fue tumbado en dos sentencias del
Tribunal Superior de Xustiza de Galicia—.
Tampoco se han cumplido los
pomposos anuncios de recuperación de la mano de la inversión exterior,
desde la fábrica de baterías para coches que iba a instalar Mitsubishi
para crear 500 empleos en Salvaterra (Pontevedra) hasta el presentado
como “firme compromiso”, de la compañía Xero para instalar una fábrica
de coches eléctricos en Melón (Ourense).
“Nadie le ha hecho tanto daño a la industria como Javier Guerra”,
sentencia el economista Manuel Lago Peñas. “Nadie, desde el conflicto de
Sargadelos”, ironiza, en referencia al motín que se produjo a finales
del siglo XVIII en Lugo que desembocó en el asalto de miles de
campesinos a las fábricas en protesta por el consumo de madera del
complejo siderúrgico (madera que necesitaban para actividades agrícolas y
pesqueras).
Aquello truncó la producción de acero en Galicia, y dos
siglos después los incendios se divisan en muchos más frentes, desde la
producción de energía a la construcción naval pasando por el ladrillo o
el sector textil.
Naval. La ausencia de financiación, las crisis en
Barreras y Vulcano y la quiebra de constructores pequeños (M. Cíes,
Factoría Naval), han puesto contra las cuerdas al sector. (...)
Textil. El sector de la moda, al que se han dedicado
una buena parte de sus ayudas del Igape, ha perdido a industrias
medianas de referencia y otras están gravemente tocadas. (...)
Construcción. Uno de los últimos ejemplos es el fracaso
de los planes para dar salida a la bolsa de pisos vacíos que la Xunta
impulsó a principios de año. De las 4.500 viviendas que, se pretendía,
iban a encontrar comprador, apenas hay medio centenar. El plan era una
de las promesas que Feijóo llevaba en su programa electoral en 2009 pero
ya había fracasado una iniciativa parecida en el Madrid gobernado por
Esperanza Aguirre. (...)
Energía. El cierre de la planta de Gamesa es el
paradigma de lo que ha sucedido durante los últimos cuatro años en el
sector. El polémico concurso eólico del bipartito fue sustituido por
otro —también controvertido— reparto que se falló cuando la ventanilla
de primas eólicas ya estaba cerrada en Madrid." (El País, Galicia, 11/10/2012)
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