"A principios de diciembre, un carguero con bandera de conveniencia perdía un número indeterminado de sacos cargados con pellets compuestos de un material que unos llamaron resina, otros denominaron plástico y otros no sabían cómo bautizar. El 13 de diciembre arribaron los primeros restos a las playas de Ribeira y Rodrigo Fresco, un vecino de la zona recogió cincuenta y ocho sacos de pellets contaminantes mientras daba aviso a todas las autoridades conocidas. Como cuando el Prestige, la Xunta del Partido Popular esperó a ver si lo arreglaba el mar, que es muy sabio y contiene muchas corrientes capaces de llevarse las cosas malas océano adentro, e hizo como que no los veía porque ya se sabe que, administración que no ve, arenales que no sienten.
Durante las fiestas navideñas, decenas de imágenes y testimonios fueron informando en las redes sobre cómo los arenales se ensuciaban con una amenaza blanca que apesta a gasolina. Lo mismo que cuando el Prestige, el 5 de enero, la Xunta del PP activaba un plan de limpieza del litoral que consistía en llevar a un equipo de la televisión gallega a grabar a cuatro operarios limpiando una playa, equipados con capazos y guantes de fregar.
Como en los tiempos del Prestige también efectuaba en esos días su más innegable aportación a la gestión de la crisis: llamarles bolitas, igual que en su día los llamaron hilillos. El círculo se cerraba de nuevo: la incompetencia había dejado paso a la propaganda y después llegaba la mentira de una Xunta popular que acusa a los demás de no haber sido informada de lo que todos veíamos. Imagínese a un bombero que no acude a un incendio frente a la estación donde cumple turno porque nadie le ha avisado.
Casi un mes después desconocemos de qué están hechas las bolitas de la Xunta pues, en su primer informe, sostenía que eran aptas para uso alimentario y, en un segundo informe, recomienda no inhalarlas y evitar el contacto con piel, ojos y ropa. Tampoco sabemos cuántas se han perdido en el océano, pues la armadora ha estado jugando a la confusión desde que emitió el primer aviso, y el Gobierno central se conforma con observar desde los satélites con cara de haberlo hecho todo bien; cuando la realidad es que su actuación ha estado en el límite de la diligencia debida. El daño que todo esto puede hacer a nuestro litoral sólo se sabrá con el tiempo, igual que con el Prestige.
El lunes 9 de enero el candidato / presidente Alfonso Rueda afirmaba que estaba todo controlado y no se hacía preciso elevar el nivel de emergencia. Un día después decretaba el nivel 2 con más de veinte días de retraso. El miércoles 10 de enero, por la mañana, la vicepresidenta de la Xunta, Ángeles Vázquez, afirmaba que no era la Xunta quien tenía que decirle al Gobierno central qué tenía que mandar y que la competencia de parar los pellets en el mar era del gobierno de Madrid. Por la tarde, la Xunta pedía once barcos, un avión, dos helicópteros y un submarino para tratar de parar la marea contaminante en el mar.
Es la misma Xunta que avisaba de que no han llegado ni la décima parte de los pellets y reclamaba al Gobierno central un retén indeterminado en tierra, pero considera más que suficientes los apenas trescientos efectivos que tiene contratados para limpiar las cerca de cincuenta playas afectadas ¿Quién necesita gastarse dinerito cuando hay voluntarios de sobra?
El fantasma del Prestige recorre Galicia. Y ustedes se preguntarán: ¿nadie ha aprendido nada de aquella y otras catástrofes anteriores? La respuesta es que todos hemos aprendido de sobra. Todos sabemos qué debía haberse hecho, el gobierno central, el PP y Alfonso Rueda también. Pero resulta más fácil confiar en las corrientes para evitar decisiones impopulares en navidad y a un mes y medio de las elecciones. En una campaña donde los populares gallegos quieren que no pase nada porque la baja participación ha constituido siempre el prerrequisito para sus mayorías más absolutas, este desastre de los pellets contaminantes no podía pasar y, si ha pasado, se niega hasta que nos salgan por las orejas.
No tiene razón el conselleiro de Mar, Alfonso Villares, cuando
sostiene que no hay que preocuparse si comemos plásticos porque todo lo
que entra en un cuerpo, sale. Cuando lo que entra son pellets,
incompetencia, propaganda y mentiras, lo que sale es mierda." (Antón Losada
, CTXT, 12/01/2024)
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