"Más de cuatro meses después, las trabajadoras de la limpieza de Lugo alcanzaron un acuerdo con la patronal que puso fin a una huelga de 130 días. Casi 19 semanas de paro, movilizaciones, encadenamientos, cierres, protestas y manifestaciones lideradas y protagonizadas por mujeres que llevan tiempo luchando, en esta provincia y en toda Galicia, contra la precariedad de su sector.
La historia de David y Goliat. De un conflicto de cientos de mujeres movilizadas durante días por la mejora de un convenio colectivo que alcanza a unas 1.800 personas y contra una patronal (Aspel) que reúne algunas de las empresas más "poderosas y beligerantes" del Estado, según denuncian los sindicatos, como Acciona, Clece, Eulen, FCC, Sacyr o Ingesan. Pasaron de tener las peores condiciones de España a uno de los mejores convenios, destacan.
Con las fregonas como símbolo, las trabajadoras se muestran ahora "contentas y muy emocionadas". "Fueron muchos días fuera de nuestra casa, de nuestra vida diaria... Pero nuestra lucha dio los frutos", cuenta María Jesús Antas, trabajadora de la limpieza en un colegio y delegada de la CIG (Confederación Intersindical Galega), sindicato mayoritario en el sector y firmante del acuerdo que puso fin a la huelga.
Un paro de 130 días contra una situación que mantenía a las limpiadoras con los salarios congelados desde 2021, perdiendo poder adquisitivo y con salarios por debajo del SMI, inferiores hasta de los 1.000 euros en algunos casos. El pasado jueves, en asamblea, las trabajadoras aprobaron el preacuerdo para el convenio colectivo provincial que supone un incremento total del 18,3% durante su vigencia (2022-2026).
Por anualidades, además, se pactó una subida del 3% para 2022, a pesar de que en el primer momento la patronal insistía en la congelación salarial para ese ejercicio; del 3,1% para el año 2023; del 4% para los años 2024 y 2025; y del 4,2% para 2026. "Estamos satisfechas porque la mejora en las condiciones es muy importante", insiste Antas, que advierte también de las subidas aplicables al plus por domingos y festivos, la garantía de que se completará el salario en el caso de que no se alcance el SMI vigente o el "éxito" de frenar los recortes en la antigüedad que la patronal pretendía, aplicando una cuantía fija y no vinculada a los incrementos salariales.
"En ese detalle sobre todo, pero en otros también, la patronal, que viene de fuera a negociar convenios provinciales, fue muy dura, intransigente y beligerante", insiste quien advierte de la "presión" con los tiempos que ejercía la representación de las multinacionales, aplazando las reuniones una y otra vez. Semanas acumuladas sin ingresos y de protesta en la calle. "Tuvimos que tirar unas de las otras, resistir, convencer... Había reuniones de las que salíamos muy mal y tras las que había gente que quería abandonar, pero continuamos", dice ahora emocionada, entre lágrimas como las que derramaron tras la ratificación del acuerdo.
Un pacto que fue criticado por CCOO, que censura la "hipocresía" de la CIG por firmar en solitario un convenio con tablas salariales, dicen, que dejan por debajo del SMI algunas categorías si la persona afectada no acumula varios trienios de antigüedad. "Es una subida importante y el acuerdo incluye cláusulas que aseguran alcanzar el salario mínimo si en algún caso no se llega a él", dice Antas, que recuerda lo "difícil" que fueron las negociaciones -en las que estuvo presente- ante una patronal que en diversos puntos "parecía totalmente inmóvil".
Fueron, resumen algunas trabajadoras, jornadas "inolvidables", tanto por la unión y la "lucha" incansable como por lo "difícil" de la situación para la mayoría. "Estamos ante un sector totalmente feminizado, donde el 99% del personal es mujer, muchas veces la jornada parcial y que, aun teniendo jornada completa, tienen que limpiar en cinco o seis lugares por día para llegar a un salario mínimamente decente", explica Asunción Castiñeira, representante de CIG-Servizos.
"Es muy difícil soportar un conflicto así, no solo económicamente, que ya es duro, sino psicológicamente, en el plano personal", insiste Castiñeira, que advierte, como hacen las trabajadoras, de una patronal estatal "a la que hacen cada día más poderosa". "Hasta no hace tanto, la asociación provincial participaba en las mesas de negociación, pero ahora están copadas por Aspel gracias a las adjudicaciones millonarias con las administraciones", dice quien critica la actitud de unas multinacionales que "vienen con un guion muy marcado". "Es complejo porque no se mueven de sus posturas", comenta.
Con la ayuda de la caja de resistencia sindical, los problemas económicos fueron paliados, aunque fuese muy mínimamente. "Quien tiene pareja y un salario decente en la familia, va tirando, pero había mujeres que cuidaban solas de sus hijos que lo pasaron muy mal", explica Antas.
"Hubo trabajadoras movilizadas que dejaban a los pequeños al cuidado de quien podían para seguir peleando o que permanecían en la caravana que montamos durante todo el día", recuerda Castiñeira, que asegura que no olvidará "en la vida" este conflicto. Por la unidad, la lucha y la perseverancia de las afectadas.
"Fueron un ejemplo"
"Nos echaremos de menos", añade Antas sobre la relación tejida durante los 130 días de conflicto y huelga. "La mayoría nos vimos todas y cada una de las jornadas", cuenta. Desde el pasado 16 de octubre. "Fueron un ejemplo, un ejemplo para mucha gente, una muestra de que la lucha es el único camino y que da resultado", dice Castiñeira, que destaca que, a pesar de las dificultades y la presión sufrida, "aguantaron". "Si no hubiesen aguantado como lo hicieron, el acuerdo que tenemos ahora no sería como es", dice.
"Costó mucho, muchísimo, contra esos gigantes que vienen aquí a negociar de esa manera", añade Antas, aún emocionada y sin poder evitar las lágrimas. Las lágrimas de mujeres que aspiran a, por lo menos, servir de impulso y ejemplo en un sector fuertemente precarizado desde hace tiempo y que en Galicia lleva anos de conflicto, más todavía en los últimos meses.
La última y dura huelga del personal de Correos, las movilizaciones en las provincias de Ourense y Pontevedra, en los hospitales de Santiago o en la Xunta lo demuestran. También denotan una movilización femenina creciente e intensa: la mitad de las personas que van a la huelga en Galicia en los últimos años son mujeres.
"Es necesario que se vea lo que pasa en este sector, que se atienda a las condiciones de estas mujeres", advierte Castiñeira, que señala a las administraciones públicas, clientes de estos servicios de limpieza con conflictos enquistados y salarios precarios. "Hay que establecer los límites en los concursos públicos, establecer cláusulas sociales que no permitan que las trabajadoras estén así; en definitiva, que impidan que algo así vuelva a ocurrir", sentencia.
"Hablamos de las mujeres que limpian los colegios de nuestros hijos e hijas, de las que limpian los centros de salud a los que acudimos todos y todas", acaba." (Miguel Pardo, Praza Gal,26 de febrero de 2024)
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