"En el Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo, en la Finca de Bos, donde pacían nueve ovejas que hace un mes mató el lobo, hay 600 variedades de manzanas y peras gallegas. Para ser exactos, son 350 los manzanos y 250 los perales, y componen el llamado Banco de Xermoplasma de Galicia. Los ejemplares fueron rescatados de huertos, pazos y monasterios de las cuatro provincias entre 1978 y 1981. Es la mayor colección de material genético frutícola de la comunidad, y pese a su tamaño no es completa. (...)
Aquí, sin embargo, bajo el imperio global de las Royal Gala y las Granny Smith sobrevive, discreta y diseminada, la mayor diversidad de manzanas (junto con Asturias) y de peras que se puede encontrar en España. La conservación genética, a través del banco de Mabegondo, está asegurada, pero fuera de este santuario los viveros imponen las variedades estándar e importadas. Los manzanos autóctonos que se ven por las leiras, casi siempre desatendidos y cargados de fruta que nadie come, pueden llegar a vivir cien años. Los perales, algo más. Pero haría falta que surgiera un interés comercial para que perdurasen. (...)
Todas estas manzanas pueden competir con la Golden o la Starking en la tienda, pero falla lo de siempre en Galicia: la logística hay que centralizarla, y las plantaciones, algunas de hasta 40 hectáreas, están demasiado dispersas. "Es muy costoso transportar la fruta, por ejemplo de Valdeorras, al centro de clasificación, almacenaje y distribución de A Estrada", explica Pereira. Además, si no hay detrás empresarios interesados, "será muy difícil" que algún día las manzanas gallegas consigan la denominación de origen. Porque siempre, detrás de un sello oficial de ese tipo, "tiene que estar tirando el sector industrial". Y al profesor le "cuesta creer" que la producción de fruta, aquí, "se dinamice de tal manera".
Otra cosa distinta puede ocurrir con la sidra. "En esto sí que veo viable llegar a la denominación de origen", sigue Pereira, porque hay una industria, Hijos de Rivera, interesada en lograr una sidra netamente gallega. El departamento que dirige este vigués en el campus de Lugo (en el que, por cierto, también trabaja una investigadora asturiana) está empezando a hacer pruebas. "Estamos viendo, por ejemplo, si la Marafouza da buena sidra. Creemos que sí", reconoce, "pero hay que probar más" combinaciones, hacer correcciones, aportarle quizás más acidez con otras variedades de manzana más peleonas, como la (bien bautizada) Rabiosa de Callobre. (...)
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