5/5/11

"Dió semánticamente, la clave del poder territorial del baltarismo, "Yo sólo creo en Dios, en la Virgen María y en don José Luis Baltar", sentenció"



"El hombre que el domingo pasado dobló el pulso a la estructura del PP nacional y gallego, y consiguió legar a su hijo José Manuel Baltar Blanco el poder provincial del partido que ha mantenido sobre sus espaldas durante 20 años, ha conquistado palmo a palmo el territorio.

Y lo ha hecho a la manera del fajador: cambiando votos por empleos en la institución que preside, en una de las provincias con menor renta per cápita de España. (...)

El tesón y la empatía con los que el veterano Baltar armó su dominio en el PP orensano se remontan a mediados de los años ochenta. Entonces le llamaban Arconada.

Era alcalde del pequeño municipio de Nogueira de Ramuín por la recién creada Coalición Galega (CG) y tenía el encargo de seleccionar las visitas que accedían a la salita en la que Eulogio Gómez Franqueira -el impulsor del sistema de cooperativismo de las granjas de Coren y fundador, desde la descompuesta UCD, de Coalición Galega- pasaba la convalecencia de una enfermedad que le llevó a la muerte.

Baltar metió un gol en propia puerta: dejó entrar a Victorino Núñez, el presidente del partido a quien el entorno de Franqueira repudiaba porque preparaba la fuga para montar un nuevo partido y volar por su cuenta.

Con el fundador incapacitado para hablar por su enfermedad, Núñez vendió el encuentro como la bendición de Franqueira a su proyecto. Y Baltar encaró con él el futuro que le haría recalar en el PP y dominarlo para mucho tiempo.

Se embarcó con Núñez y los alcaldes de CG -muchos de ellos dueños de las granjas que Franqueira había diseminado por la provincia- en una nueva formación orensana, Centristas de Galicia. E hicieron de su rural partido (de "la boina") el espejismo en el que se miraba un PP urbanita, escuálido en la provincia.

Hasta que en 1991 los populares acabaron vendiendo por fin su alma: Centristas de Galicia puso a su disposición la despensa de los votos orensanos, necesarios para alcanzar la Xunta y, a cambio, el PP imponía sus siglas.

Cuando en 1990 el jefe Núñez, hastiado de mandar en la Diputación, decidió dar el salto a la política autonómica como presidente del Parlamento gallego, dejó a Baltar al cuidado de la finca orensana.

Siete años después, Núñez intentó regresar a sus dominios pero el fiel escudero se había adueñado ya de ellos. Hasta ahora. (...)

La oposición ha contabilizado más de 300 familiares directos de cargos públicos del PP empleados en la Diputación.

Cada nueva cita electoral -incluida la interna, para el congreso en el que se consumó el legado- se afronta estirando un poco más la ilimitada capacidad empleadora que muestra el organismo público que, con algo más de mil funcionarios, gasta en personal el doble que el de A Coruña.

Pero nadie en el PP gallego o nacional le había hecho ascos hasta ahora a los métodos clientelares de quien llegó a definirse públicamente, hace menos de un año, como "un cacique rancio del siglo XIX". (...)

Para afianzar su poder territorial, José Luis Baltar renunció a su vida privada. Lo asegura su vicepresidente primero en la Diputación y alcalde de Muiños, Plácido Álvarez. "Va a varias comidas diarias, pero no come en ninguna", así explica el regidor el carácter espartano del patriarca.

La asistencia a funerales es otra de sus ocupaciones diarias. "Va a todos", relata Álvarez.

José Luis Baltar no sólo se ha preocupado de los asuntos políticos de sus alcaldes y portavoces, sino de los personales. Hace unos años, en su pueblo natal de Esgos (donde gobiernan su cuñado y su hijo y sucesor) el presidente aleccionaba a los vecinos, en un mitin electoral, sobre el procedimiento para obtener su amparo:

"Si hay lista de espera en el hospital venís a la Diputación a decírmelo, y si no os recibo dais una patada en la puerta si hace falta", informaba desde el estrado.

Su agenda es agotadora. Al menos un día a la semana, buen número de orensanos guarda cola en la antesala de su despacho de la Diputación en espera de una subvención. El presidente firma las ayudas sin contar con informes técnicos.

Allí mismo, delante de los peticionarios, Baltar decide personalmente el destino de más de dos millones de euros del presupuesto de la institución provincial, según la oposición. Los demandantes de las ayudas públicas "ni siquiera tienen que figurar en un registro de asociaciones", denuncia el BNG. (...)

El tejido político del baltarismo no permite fisuras. Pese a las promesas de renovación, los supervivientes siguen formando el núcleo duro del sucesor, la gran familia, la "ejecutiva leal al orensanismo", sobre la que se asienta el poder territorial contra el que la estructura oficial del PP ha vuelto a estrellarse.

Lo dejó claro a gritos Elisa Nogueira, la veterana alcaldesa de San Cibrao das Viñas -suegra del diputado autonómico y secretario de la nueva ejecutiva local, Rosendo Fernández-, cuando la mesa del congreso proclamó presidente a Baltar hijo.

"¡Perdieron los traidores!", clamó la regidora mientras la multitud agradecida del baltarismo levantaba a hombros al presidente saliente, en el momento mismo en que Feijóo accedía al congreso sin encontrar apenas una mano que estrechar." (El País, 07/02/2010, p. 6/7)

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