"La crisis ha despejado los geriátricos gallegos y las camas libres
están siendo ocupadas por pacientes de centros psiquiátricos de
larguísima estancia. En Santiago, en el emblemático hospital de Conxo,
único psiquiátrico urbano que queda en España, hay residentes que llevan
viviendo allí desde hace tres o cuatro décadas.
Según explica una
trabajadora, hay incluso una mujer de 62 años que entró de niña e hizo
la comunión en la iglesia barroca del monasterio que el cardenal Payá
ordenó reconvertir, en 1885, en monumental jaula de “alienados”.
Hace ya
26 años y medio que la Ley General de Sanidad inauguró el
revolucionario proceso de reinserción social de los pacientes mentales y
el progresivo desmantelamiento de los manicomios, pero en Galicia ese
cambio no se acometió definitivamente hasta 2011, con el cierre total de
los psiquiátricos de Toén (en Ourense) y Castro (en Lugo).
Los que no
podían volver a la calle, a pisos tutelados, la vivienda familiar, una
pensión o una residencia de ancianos, tuvieron que ser trasladados a las
unidades de agudos creadas en los hospitales de Piñor, en el primero de
los casos, y Calde, en el segundo.
Al centro Rebullón de Vigo, con
medio centenar de enfermos, le espera el mismo destino, según fuentes
del sindicato CIG (Confederación Intersindical Galega), y el Servizo
Galego de Saúde (Sergas) únicamente aguarda a la construcción del nuevo
hospital de la ciudad para reordenar los servicios. Según la propia
Xunta, “se valorará” el traslado de los “dispositivos de rehabilitación
psiquiátrica” a un tercer complejo de salud público.
Conxo va a ser el único hospital mental que quedará a partir de
entonces en Galicia, pero reducido en su parte residencial a “lo
estrictamente necesario”, según avanza Luis Ferrer, jefe de Psiquiatría
del área hospitalaria de Santiago. A principios del año pasado eran 336
residentes y el objetivo es bajar de 200, batiendo el récord del mínimo
histórico.
A lo largo de 2012, abandonaron las vetustas instalaciones un
centenar de personas y hay otros 45 pacientes de larga estancia
esperando en la puerta. Ya han sido evaluados y únicamente aguardan a
que surja una plaza para ellos en residencias o centros de mayores.
Efectivamente, la crisis va despoblando los geriátricos. Los familiares
prefieren cuidarlos en casa y disponer de la pensión, entonces los
huecos son cubiertos, tanto en centros públicos, como privados o
concertados, con enfermos mentales de tan larga duración que su
patología ya no es clara, se ha difuminado e incluso entreverado con los
achaques de la edad.
La misma crisis, y los consiguientes recortes,
además, han empujado a la Administración gallega a una reforma sanitaria
que en otros lugares de España se emprendió hace 15 años.
Cada traslado se realizó de forma “individualizada”, “gota a gota”
asegura, con una etapa de preparación y “siempre para mejor”. “Que yo
recuerde, solo una no quiso cambiar”, dice el médico: “Aunque cuando
llevas muchos años en un lugar, por frío e inhóspito que sea, te acabas
acomodando, ahora la inmensa mayoría de los que salieron están más
contentos”.
Pero su comentario contrasta con el de una trabajadora del
psiquiátrico, que afirma que los mentales son “los pacientes más
vulnerables que existen”, “su vida es este lugar, incluso el barrio del
que ellos mismos forman parte, se resisten a marchar y alguno ha tenido
que venir de vuelta”. (...)
Esa “externalización” individualizada, bajo control de un psiquiatra y
un trabajador social, tiene en cuenta, además, la capacidad económica de
cada paciente. Abundan en Conxo los que reciben un subsidio de menos de
300 euros, y en estos casos la Xunta completa la diferencia para
ingresarlos en su nueva ubicación.
Otras personas, a lo largo de décadas
de internamiento, no tocaron su cuenta bancaria y ahora disponen de
suficientes ahorros como para mantenerse probablemente hasta su muerte.
Pero “hay también gente con pensiones de 2.000 euros, un dinero que se
comían los familiares, que a lo mejor pasaban años sin hacerles una
visita”, critica Ferrer.
“Esos pacientes pueden recuperar el control de
sus retribuciones y pagarse una residencia de las mejores”. (El País, 06/01/2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario