"El gran proyecto de Fraga, iniciado en 2001 y promovido por su valido
Pérez Varela, que iba “poner a Galicia en el mapa de Europa y la
modernidad”, nos llevó en realidad al vacío y a la ruina.
En aquellos años de la abundancia, bajo el gobierno de Fraga Iribarne comenzaron a erguir los enormes edificios del
monte Gaiás, cerca de Santiago. El arquitecto más famoso (Eisenman), la
piedra más cara -destrozando una zona protegida-, el proyecto más
grandioso, las dimensiones más extravagantes (142.000 m2): todo parecía
justificado para construir la Ciudad de la Cultura.
Esta obra inacabada figura
hoy como uno de los principales ejemplos de la incompetencia y el
desgobierno. Millones de euros -sustraídos del erario público- fueron
enterrados en esta obra innecesaria, excesiva y absurda, concebida para
mayor honor y gloria de su promotor.
Cuando llegó el tiempo de las vacas
flacas nadie paró a tiempo ese despropósito pero recortaron sin pudor
los presupuestos de la sanidad, de la educación y de la cultura.
Mientras la cultura gallega pasa grandes dificultades (la industria
editorial, el teatro, el cine), y nuestro idioma desfallece abandonado
por la Administración (cuando no despreciado y atacado desde el propio
poder), en aquel monte próximo a la ciudad del apóstol se yergue, como
un monumento al desatino, la inacabada Ciudad de la
Cultura.
En los tiempos del despilfarro los políticos gobernantes se
dejaron llevar por la megalomanía, sin tener en cuenta la grave carga
que dejaban a sus herederos.
El gran proyecto de Fraga, iniciado en 2001 y promovido por su valido Pérez Varela, que iba “poner a Galicia en el mapa de Europa y la modernidad”,
nos llevó en realidad al vacío y a la ruina. Porque ahora la Xunta, que
ya mandó parar las obras (cuando quedan por construir, todavía, dos
edificios), no sabe qué hacer con este inútil mausoleo.
Gastó en ese
proyecto faraónico más de 400 millones, el triple de lo previsto, y sólo abrir las puertas de esa enorme desmesura cuesta cada día 27.000 euros. ¡Cuántas bibliotecas públicas se podrían dotar, cuántos libros editar, cuantas películas promover con todo ese dinero derramado!
El Gaiás es el paradigma de una forma de entender la actividad
cultural. Las autoridades construyen un desmesurado recinto donde se
expondrán los grandes eventos llegados de fuera: la cultura como
espectáculo, como celebración ocasional, como divertimento de las
élites. (...)
Algunos representantes del mundo audiovisual ya lo advirtieron: “En el sector cultural de Galicia se está haciendo un ERE multitudinario del que nadie se preocupa”.
Mientras cierran bibliotecas y periódicos, mientras las empresas
editoriales tienen serias dificultades para continuar su labor, mientras
los cineastas, los músicos y todos aquellos que se dedican a cualquier
actividad cultural o artística se ven abandonados por la Administración
(que no facilita el trabajo ni aporta recursos que apoyen la creatividad
del propio país) los edificios del Gaiás permanecen como los restos de
una civilización, como aquellas ruinas que se veían en el final de la
película “El planeta de los simios”. (Pablo Vaamonde, 03/07/2014)

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