Manifestación feminista en la pequeña aldea de Loureiro (Nogueira de Ramuín)
CC-BY-SA Praza Pública
"As mulleres do rural tamén poden ir ao bar" (Las
mujeres del rural también pueden ir al bar). Ese era uno de los carteles
que portaban las mujeres que el pasado 8M recorrieron Loureiro, en
Nogueira de Ramuín, en la que fueu la primera manifestación de la
historia de esta pequeña aldea.
La protesta feminista juntó mujeres de
entre 14 y 90 años en una imagen nunca vista en aquellos lares y tan
extraña en el diseminado y despoblado rural gallego.
Una muestra más de la expansión de la fuerza feminista,
de las barreras rotas por una marea morada que ya llega incluso a
rincones insospechados hace tan sólo unos años. Una movilización que
terminó, precisamente, en el único bar de la zona, "siempre lleno de
hombres bebiendo y chillando", que se quedaron "atónitos" al ver cómo
aquella pionera marcha de más de veinte personas remataba en las mesas
de la única taberna de la zona.
Allí, cuenta Carla Souto, las mujeres compartieron
"impresiones" de una "nueva experiencia" en esta aldea de alrededor de
60 habitantes: la de participar en una manifestación (y feminista)
que logró reunir a más de un tercio de su población.
Carla es una artista plástica que lleva meses viviendo en
Loureiro para desarrollar un proyecto artístico. En la víspera del 8 de
marzo, ella y una amiga se lamentaban por no poder acudir a ninguna de
las manifestaciones convocadas cerca.
"Las más próximas eran en Ourense,
a más de 26 kilómetros, o Monforte, a unos 35; el autobús que nos podía
llevar salía a las 7 de la mañana y volvía a las 18.30 horas, pero la
movilización era más tarde", cuenta en conversación con Praza.gal. Y decidieron ser ellas las que convocasen una marcha feminista en esta pequeña aldea de la parroquia de Vilar de Cerreda.
Colocaron
carteles de noche, hasta la 1 de la madrugada, "en los lugares más
estratégicos": la parada del bus, un centro cívico en desuso o el
bar. La noticia se fue expandiendo a través del boca a boca y de las
redes sociales. Y Carla y otras mujeres pasearon anunciando al
vecindario de la convocatoria de la manifestación. "Pensamos que
seríamos dos o cuatro personas, como mucho, pero no fue así", recuerda.
"Conseguimos poner a las personas del lugar en pie, que salieran de sus
casas y lucharan por la igualdad y por nuestros derechos", añade.
"Es una cuestión de voluntad; la gente siempre dice que
aquí no pasa nada, pero al final se animó, por juntarse con los vecinos y
por manifestarse", cuenta Carla Souto, que explica cómo en un inicio, y
ante la novedad, había mujeres "que incluso se lo tomaban algo a
broma". "Podía serlo por la situación, pero el tema era serio".
Y así se
lo acabaron tomando. "Había señoras de más de 80 años, incluso 90,
creo, y la más joven tenía 14... Al principio las mujeres no querían
salir de su zona de confort, de su paseo, de su trabajo en la finca...
Pero acabaron reuniéndose, juntándose, hablando y mostrándose muy
receptivas", explica sobre una marcha a la que también se unió algún
hombre.
Convocados a las 19 horas en la parada del
bus, lugar de reunión y punto de encuentro de la aldea. E hicieron un
montón de pancartas con referencias a situaciones cotidianas de
desigualdad. "La creación de estas pancartas ya dio pie a situaciones en
las que las mujeres dejaban de hacer las tareas cotidianas de cuidados o
de la casa para invertir un poquito de tiempo en sí mismas", cuenta
Carla.
"Manolo, hoxe fas a cena solo" (Manolo, hoy haces la cena solo) o "En Loureiro e en Pombeiro, a cena que a faga o panadeiro"
(En Loureiro y en Pombeiro, la cena que la haga el panadero) fueron
algunos de los lemas, con referencias a personas del lugar que son
fácilmente identificables en cualquier otro, del rural o de la urbe.
La
marcha recorrió la aldea y fue llamando a las puertas de las casas para
unir más personas a la protesta. Lo consiguieron. Entre consignas y
charlas, hicieron varias veces el recorrido hasta que acabaron en el
bar, ese lugar habitualmente vetado a las mujeres.
"Fue un hecho muy importante en esta aldea gallega: la primera
manifestación de su historia.
Y no fue una manifestación cualquiera,
sino una manifestación feminista. Y no será la última", reivindica
Clara, que sigue desarrollando su proyecto artístico sobre el minifundio
y la lucha del campesinado gallego a través de la fotografía o la
pintura. En base a unos terrenos que ya habían sido antes de su madre y
de su abuela." (Miguel Pardo, eldiario.es, 11/03/19)
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